La nueva izquierda ya no lucha por el socialismo, sino por los “nuevos derechos”: derecho a decidir, matrimonio homosexual, y derecho a un género alternativo, ni masculino ni femenino.

El ‘derecho a decidir’de la mujer suprime los derechos de la criatura que se desarrolla en su vientre incluso hasta el último día antes del parto, como se acaba de decidir en Nueva York. El ‘derecho al matrimonio igualitario’exige lucha contra la “homofobia”, la adopción de niños por parejas homosexuales, y, cirugías de ‘reasignación sexual’con fondos de salud pública.

El ‘derecho a un género alternativo’exige un nuevo lenguaje y una ‘política de género’:identidad de género (soy lo que me siento ser), neutralidad de género (que nadie me encasille), educación no sexista (no comprar muñecas a las niñas, ni un martillo a los niños), baño unisex (aunque tenga pene, me siento mujer, y debo entrar al baño de las mujeres), y violencia de género (en lugar de violencia intrafamiliar).

La izquierda ha colocado estos temas de bioética como su nuevo programa de lucha revolucionaria. Esto ha provocado una recomposición de fuerzas, y,se define progresista al que apoye la nueva agenda, y conservador, al que se opone, y de ahí resultan progresistas personas anarquistas o claramente comprometidas con el status quo, y que siguen más a los hippies que a Marx. Lo curioso es que bajo este nuevo tinglado a Marx lo tenemos que ubicar de conservador, y, a John Lennon, de progresista. Este abandono del socialismo para asumir los “nuevos derechos” se hace para complacer a los nuevos aliados, pues se evita entrar en controversia en temas ‘sensibles’, y de ese modo la izquierda termina acogiendo el programa de la derecha, y esto explica la coincidencia de hoy entre otrora revolucionarios marxistas con el Departamento de Estado, principal promotor de los nuevos derechos.

Esta podría ser la explicación del triunfo de la derecha en el mundo occidental de hoy. Trump y Bolsonaro tienen seguidores gratuitos simplemente porque sus opositores representan estos nuevos derechos. Casi todas las derrotas de la izquierda en América Latina se ha debido a esta recomposición de fuerzas, pues católicos y evangélicos se apandillan en defensa de la vida y la familia tradicional, no principalmente contra las posiciones de izquierda, sino en contra de las posiciones sobre bioética.

El gran riesgo es que nos hayan vendido “gato por liebre”, y que en lugar de progreso estemos en retroceso. Hay que abrir el debate para buscar respuestas racionales: ¿son realmente progresistas los nuevos derechos? ¿No tiene derechos la criatura en el vientre de su madre? ¿No es la familia nuclear el arreglo más beneficioso para el desarrollo social?

El problema con los “nuevos derechos” es que contradicen viejos derechos que el sentido común y la mejor información científica habían confirmado como válidos, y corremos el riesgo de abandonar la lucha correcta, para seguir la moda implantada por los hippies en los años 60’s.

Por lo menos, abramos un debate académico de altura, y escuchemos las dos campanas, para ver de donde sopla música, y de donde solo sale ruido.