Desde hace unas semanas, llamó mi atención la música punk que sonó en la despedida de Angela Merkel. Desde cuándo oyen –y producen–, allá esta música? El asunto nos servirá para hablar de la globalización. Queremos saber el momento exacto en que Mathew Gordon Summer dejó oír –entonces en Police–, algunos de sus tracks en el centro de Europa. Tomada en el lugar de descanso de un tren, tengo la foto de una banda en Alemania. Como otros, resulta un indicador de la influencia de las culturas. En el último siglo, la influencia de la música norteamericana fue vasta como un océano. La tenemos en todas partes del mundo. Hay bandas de rock en Tokio? Muy probable.

Guardianas de viejos misterios, las casas productoras tienen ese dato para nosotros: pueden decirnos cuándo fue la entrada de la música de Abba, o de Fletwood Mac. Resulta un terreno habitado por jóvenes que fueron protagonistas de la caída del muro. Es bien conocido que la música acompaña los eventos históricos. Como un relámpago, viene a mí la canción ‘Jump’ de Van Halen y David Lee Roth. Saltaron el muro. Esta canción es un clásico que escuchábamos en los ochentas con una soda carbonatada en las manos. Fue lanzada en 1984 y es interesante porque el álbum también se llamó 1984, como la novela de Orwell –la novela fue publicada en 1949–, pero ahora en la vida del año. El video fue grabado, dicen ellos, que solo con 600 dólares y más que todo se fue en cerveza.

En los últimos años, hemos visto varios fenómenos: el mercado se ha inundado de “música de calle”, como algunos suelen decirle. En otro esquema, asimismo ocurre con la historia de nuestros hechos: es algo indetenible. Como dijeron algunos filósofos: la historia es como un río que fluye.

Hace mucho tiempo que lo prefiguró Hegel, la historia no se detiene. Desde la Grecia Antigua y mucho antes, desde la antigua Mesopotamia con caldeos, asirios y babilonios, ocurren eventos –no solo políticos–, que tienen que ser cronometrados. No solo eso, sino que nos dan el carácter del hoy. En este mundo hiperconectado, lo que hoy vivimos de manera normal (las declaraciones de un político sobre su compañero, o los detalles que dice una política sobre otro), será vistos como algo importante para el hombre del futuro. Algún día, este escarbará en los archivos y se detendrá en las coyunturas económicas. Profundizará en los hacedores de esas mismas políticas. En la retrospectiva histórica, mirará a Greenspan con buenos ojos o con malos ojos. No lo sabemos: su crónica no nos pertenece. En ese futuro, nos dirá que este o aquel suceso del pasado fue importante en los eventos futuros. Greenspan tiene muchos amigos.

En una revista mexicana se hacía énfasis hace unos años, sobre un hecho infaltable: se hacía la reproducción de un texto de Julio Verne donde este hablaba de la vida futura (La jornada de un periodista americano en 2890). Y esos años fueron cronometrados por el escritor. Mirando hacia atrás, es cierto que la política resulta muy importante para entender lo que nos ocurre pero también lo económico. Por ejemplo, una lectura económica de lo que ocurre en Haití nos ofrecería sin dudas un acercamiento aproximado sobre una cuestión que trataron lejanamente algunos historiadores conocidos (Saint Mery, Bellegarde, Ardouin). Iluminando el asunto, las últimas crónicas han puesto énfasis en ello, pero también en el predominio de las bandas. Cualquiera preguntará: hay peligro en todas partes? Cualquier turista con dólares puede caminar en las calles? Hace unos días, vimos la noticia de la liberación de un periodista dominicano que estuvo secuestrado por las bandas.

Como mucha gente, hemos leído las crónicas que nos hablan de lo que ocurre en la vecina nación. Tienen problemas en todos los aspectos de la vida diaria. Algunos recurrimos a algún libro o al trabajo de campo: acercarnos a la frontera y verlo por nuestros propios ojos. Algunas semanas después, podemos llegar a entender lo que algunos autores han prefigurado en sus crónicas. Con sus enfoques particulares, nos han dicho mucho sobre Haití. Su escenario económico tiene que ser analizado. El comercio de la frontera es vasto: puedes hallar cualquier cosa. No solo son pollos, huevos, zapatos y vestidos.

En este lado de la isla, tenemos aguacateras que venden sus productos en las calles. Saben lo que ocurre en el otro lado? En los cónclaves internacionales, se ha hablado sobre el tema. Como todos sabemos, la inestabilidad del país nos dice otros asuntos. Esperamos que esto cambie para el próximo año. Todo comienza con un paso. A diferencia de lo que ocurre en Alemania, no creo que oigan rock, sino la música tradicional haitiana.

Y entonces viene la imagen de la película basada en el libro de Wade Davis de 1985, ‘La serpiente y el Arcoíris’, con la dirección de West Craven y la actuación de Bill Pullman, Cathy Tyson, Zakes Mokae, y Paul Winfield, entre otros. La película trata de un hombre enterrado vivo en Haití que está sometido al proceso de la zombificación. Lo mejor sería que una cámara siguiera todos estos cambios. Como todo el mundo tiene una cámara hoy es normal que aparezcan en las redes sociales todos estos asuntos. Hace una semana, vimos un ritual de vudú el día del Barón del Cementerio con un hombre con un traje negro y un sombrero blanco. Cuando lo vi me atemoricé. Realmente parecía que tenía el poder de comunicarse con el mas allá. Fue temeroso aunque hayamos leído los libros de Allan Kardec. Te fascinas con esos misterios.

Dije más arriba que lo necesario era, entre otros hechos, conocer el día en que la Europa Oriental tuvo entre sus predilecciones escuchar algo de música punk, porque nos parece que la misma Angela no la tenía en su agenda. En los últimos diez años, se le han hecho muchas entrevistas a la excanciller, pero ese detalle no ha salido. No la vemos hablando de Sting o de Tina Turner. Pero como dije hace mucho, Merkel es una rock star.

Por estas fechas, quien escribe tiene una fijación con la británica Sade Adu (nacida en Nigeria), que ha decidido volver a las producciones, luego de una década de ausencia. Ha remasterizado algunos discos y ahora podernos tenerlos en vinilo. Es cierto: Sade nos parece única para entrar en Navidad. Suena nítida con una voz aterciopelada que ahora vuelve a los escenarios.