En el 2018 pronostiqué que el cambio de reversa en las posiciones contra el endeudamiento de la oposición, en caso de ganar las elecciones, se presentaría en el tercer trimestre del 2020 cuando enviara al Congreso su primer presupuesto. También que en enero del 2021 se emitirían los primeros bonos soberanos, mes en que también se anunciaría a los participantes del mercado de valores el monto previsto para colocar bonos locales, en las subastas competitivas que seguirían sin cambio, con la misma frecuencia del primer martes de cada mes.
De haber hecho una apuesta, no hay razón para no honrar el pago por una diferencia de pocos meses. La pandemia adelantó la formulación y aprobación de un presupuesto que reconoce a la Señora Deuda, por lo menos para este primer año, como participante importante del Matrimonio Trial con fundamento constitucional que tiene con el Señor Ingreso y el Señor Gasto.
El Artículo 233 de la Constitución establece esa unión matrimonial atípica porque los presupuestos deficitarios requieren estar acompañados de un plan de financiamiento. De éste axiomático trío o “ménage à trois“ la deuda saldrá por una modificación constitucional que prohíba las intenciones de gastar por encima de los ingresos o por una disolución de facto: presupuestos con un superávit igual a la suma de las amortizaciones anuales y los desembolsos pendientes de proyectos que se terminarán con ingresos fiscales, en caso de que mantengan su cronograma inicial.
Aprobado el presupuesto y el plan de financiamiento antes de cumplir el primer mes, la urgencia de obtener fondos llevó a una emisión precoz de los soberanos que en la oposición calificaban de anatema y ahora cae como una bendición. El memorando de oferta todavía no está disponible al público, pero es obvio que ya no está este párrafo que advierte sobre el riesgo político en la sección donde un inversionista conoce los eventos por los cuales las cosas pueden no salir como se esperaba:
“No hay seguridad de apoyo a los programas de reforma económica del gobierno, incluyendo entre éstos el servicio de la deuda pública externa. La administración del partido del Presidente Medina, el Partido de la Liberación Dominicana, actualmente controla la mayoría en las dos cámaras del Congreso. Sin embargo, cambios en el ambiente político o precios de los bienes de exportación pueden provocar una modificación en la política económica y la reducción de los recursos del presupuesto destinado al servicio de la deuda o tener un impacto negativo en la posibilidad de pagar las obligaciones de deuda en el futuro, incluyendo los bonos.”
A pesar de esa advertencia sobre intenciones de la oposición y la referencia que pasó de palabras a hechos con un sometimiento de inconstitucionalidad buscaba impedir las colocaciones del año 2019, los inversionistas han dado una bienvenida calurosa a los bonos prematuros, como si nada hubiese cambiado con respecto a las exitosas emisiones anteriores.
Explique en una reunión con periodistas veteranos de mucho prestigio, que tal vez bastó un simple mea culpa al estilo: “Disculpen, eso fue el discurso de campaña, son gajes del oficio, sabíamos que el recurso en el Constitucional se iba a caer, tenemos mayoría en el congreso para pasar nuestros presupuestos donde estarán seguras las partidas honran los compromisos de deuda, además, el buen uso que daremos a los fondos más que justificará el apoyo a un endeudamiento en un gasto más ajustado y pulcro.”
Me comentaron que los inversionistas no necesitan oír o leer un rollo de un párrafo. Con una oración es suficiente, todo lo escrito después de “campaña” sobra. Demonizar la deuda es algo que están acostumbrados a escuchar en contiendas electorales, cuenta un referente del periodismo económico en nuestro hemisferio. Esto lo corrobora el compatriota que añade “el que compra bonos soberanos sabe que lo más extraño que puede pasar con una promesa electoral de no pagar, es que al llegar al gobierno se cumpla.” De acuerdo.
A los simpatizantes del partido y al pueblo en general, entonces, es que se debe dirigir una campaña para explicar que en endeudamiento no hay cambio, que es una mezcla, obviamente sin usas palabras ajenas, de “seguir lo que está bien” (aprovechar las oportunidades que brindan los mercados de capitales) y “arreglar lo que está mal” (dejar de usar préstamos en gastos improductivos y deshonestos).
Es decir, hacer ahora lo que bien pudieron promover con un discurso menos virulento contra una deuda que, a propósito, han ido a contratar con un memorando reúne a tres santos que tampoco fueron de su devoción durante la campaña: el apéndice estadístico que resume el comportamiento de las principales variables y el relato macroeconómico del comportamiento de la economía, ambas piezas idénticas y redactadas en gran parte por el mismo gobernador del Banco Central que conocen todos los que tradicionalmente compran bonos en el mercado primario desde el 2009.
Pero bien, eso es agua que ya pasó debajo del puente. Enhorabuena por el éxito de la emisión de bonos que viene a despejar la duda sobre el endeudamiento al que se estarán acomodando, como la pasada administración, mientras los inversionistas revelen en sus decisiones de compra su percepción sobre el riesgo de la deuda soberana. Esperamos con fe, como todo dominicano, un buen uso de los recursos y que siga la reducción de gastos superfluos y subsidios irracionales. Entiendo que es cierto que el servicio saldrá de los mismos impuestos que nos cobran, pero, como respondí una vez a Lilith Lebrón en un programa, prefiero que el gobierno se endeude hoy si la alternativa es que me aumente el ITBIS al 25%.
Finalizo con algunas precisiones sobre la noticia en los medios sobre la colocación, para ampliar cuando se conozcan más detalles con el ánimo mejorar comunicación con el público.
Monto de la Emisión.
Desde que el gobierno estableció su reputación en los mercados de capitales, mejorando sus calificaciones y los indicadores de riesgo, empezó a recibir mayor demanda que la meta salía a buscar. Está ahí en las notas de cada emisión.
En el 2015, en las dos operaciones casi simultáneas donde se colocaron los bonos para la recompra de la deuda de Petrocaribe, se colocaron US$3,500 millones. La de ahora es más alta, US$3,800 millones, y se ha destacado como la mayor entre países pares. Pero ese monto tan grande también viene a revelar como equivocadas las críticas de que la deuda dominicana estaba en un Esquema Ponzi, que no faltaba cada vez que se daba la noticia de una emisión de bonos.
Al Ministro de Hacienda y el Director de Crédito Público lo presentaban como Thelma y Louise acelerando el país hacia el despeñadero mortal. A pesar de estar ampliando los plazos, emitiendo soberanos en moneda local y colocando a tasas que se reflejan en una tendencia descendente en el servicio anual de la deuda. “Bueno, pero ya suelta eso, es que son las licencias poéticas de economistas en campaña, tu mismo hablaste de aquel doctor que pidió una corrida bancaria al banco múltiple estatal y no logró que saliera una cuenta de ahorro Ballenita”. Okey.
Tasas colocación.
Con respecto a lo que se resalta como “tasas altamente favorables” para las nuevas emisiones en dólares, no encuentro gran desviación entre el cupón conseguido con lo que el mercado estaba indicando el día anterior como posible tasa para abrir la negociación formaría el nuevo cupón.
Existe una referencia de riesgo calculada diariamente por JPMorgan para los países emergentes que se conoce como el EMBI (Emerging Market Bond Index). Este indicador es un promedio ponderado de las operaciones en el mercado secundario del rendimiento adicional que exigen los inversionistas sobre bonos similares del país que se considera de cero riesgo (EUA). Si toma el valor del EMBI para RD y le suma el rendimiento de un bono EUA de similar plazo a los emitidos, los resultados no indican nada extraordinario en la formación del cupón del día de la emisión.
Uso de los fondos.
En todos los memorandos de oferta disponibles en el portal de Crédito Público se encuentra este texto: “La República Dominicana tiene la intención de usar los ingresos netos por la venta de los bonos para propósitos generales del Gobierno, incluyendo el financiamiento parcial del presupuesto del año.” Esto indica que no hay un destino específico para los bonos que se han estado emitiendo desde el 2009, porque esa es la naturaleza del bono y la flexibilidad por la que se prefieren a los préstamos con multilaterales.
Está bien informar al público las preferencias en el gasto, pero eso es una declaración que no es vinculante y, además, imposible de rastrear porque el dinero es fungible. Por ejemplo, quien es funcionario y no estuvo de acuerdo con emitir deuda, no puede decirle a la Tesorería que su nómina este mes salga de los impuestos a la Propiedad Inmobiliaria, que de los bonos no le mande un peso. Es imposible darse el lujo de explicar que su salario proviene de lo que pagan los más ricos, no de los capitales buitres o golondrinos foráneos.