“República Dominicana tiene que aprovechar el actual contexto de crecimiento económico para hacer el pacto fiscal porque cuando lleguen los “malos tiempos” será política y económicamente muy difícil hacerlo”

Así se expreso el ex Ministro de Hacienda de Chile Nicolás Eyzaguirre en su presentación en la Jornada sobre Economía y Desarrollo auspiciado por el MEPyD.

Fue enfático al afirmar que, si ese pacto no se hace ahora, el país se arriesga a que su deuda continúe creciendo y a que ante la eventual alza de las tasas de interés de Estados Unidos o un rebrote del proteccionismo en el mundo, pase por un mal tiempo. Por tanto, “ahora es cuando”, insistió Eyzaguirre.

Consideró que una carga tributaria como la de República Dominicana, que ronda el 14%, es demasiado baja. A su juicio, con ese porcentaje es imposible que se puedan financiar los servicios básicos a la población como educación, salud y bienestar social

Y obviamente atacó el gasto tributario que beneficia a contribuyentes, sectores, zonas y productos a los que hay que echarle mano. No dijo eliminarlos, pero si reducirlos al mínimo.

Sobre los impuestos directos que gravan los ingresos o propiedades de personas y empresas, es donde la evasión es más pronunciada y donde se debe concentrar la reforma para hacerla más equitativa. Explico que eso hizo Chile

Un buen y oportuno planteamiento que pasa por alto algunos aspectos que diferencian a Chile con Republica Dominicana.

Primero, la corrupción, la mala calidad del gasto y el gigantismo estatal que caracteriza el quehacer público dominicano es muy diferente a lo que ocurre en Chile. Pero muy diferente.

Pagar impuesto en este país es casi un pecado por la forma irracional, insensata e irresponsable de cómo se gasta el dinero.    

Lo segundo tienen que ver con las exenciones. Es cierto que hay que reducir las exenciones al mínimo, incluyendo el ITBIs que se lleva la gran parte del gasto fiscal.

Pero hay otra diferencia. Mientras nuestros ingresos en divisas dependen básicamente del turismo y las zonas francas y muy poco de las exportaciones de otros bienes, Chile exporta más de 800 tipos de productos donde la minería representa alrededor del 48%. Hablamos de unos US$66 mil millones anuales de exportación.

En el caso dominicano y con datos del 2017, las zonas francas representaron el 58% (US$5,800 millones) de las exportaciones totales de bienes (US$10,120 millones) y si incluimos el turismo, como ingresos por servicios (US$7,177 millones), estamos hablando de un 70% de los ingresos en divisas. El resto lo representan las remesas (6,607 millones) y una pírica inversión externa neta (US$2,600 millones).

Si hablamos de eliminar exenciones habría que comenzar con el ITBIs que representa el 31% (RD$66,300 millones) del gasto fiscal. Después con las zonas francas, un 18% (RD$36,120 millones) y terminar con la energía eléctrica, educación y salud que representan un gasto fiscal de 19% (US$40,450 millones).

El gasto fiscal en turismo es apenas de RD$5,090 millones, cifra insignificante comparado con el aporte de este sector a la economía dominicana.

La diferencia entre estas partidas de gasto fiscal que suman RD$140,600 millones, y el total de RD$215,000 millones, lo representan las exenciones a ciertos sectores y actividades donde hay mucha tela donde cortar.

Por ejemplo, en esta categoría se incluyen los importadores de vehículo, las ONG, las instituciones religiosas, cinematografía, fideicomisos privados, industria (proindustria), juegos de azar, sector publico descentralizado, contratos del estado y compras por internet. Hay también otros créditos aplicados a empresas y la exclusión de sociedades con capital intensivo.

En fin, lo que queremos destacar es que no podemos copiar reformas fiscales de países con una economía muy diferente a la nuestra, aunque exista cierta coincidencia en varios aspectos.

Hay que trabajar duro en el diseño de nuestra reforma fiscal, medir muy bien los costos/beneficios por sectores y contribuyentes que se benefician de esas exenciones y el nivel de evasión que generan, y poner orden en el gasto gubernamental porque de lo contrario no tiene sentido darle mas dinero al gobierno para que siga derrochándolo y  transformándolo en riqueza personal.