Tras reclamos externados por algunos medios de comunicación, el presidente de la DNCD Mayor General Rolando Rosado Mateo, finalmente aclaró que no existe el denominado "Cártel del Cibao". Al interpretar sus declaraciones, las cuales calificaron a las redes de narcotráfico asentadas en el país como "segundonas", el supuesto "Cártel del Cibao" debe ser tipificada como una Organización de Tráfico de Drogas (OTDs). Mientras saludo la acertada rectificación de la DNCD al respecto, no deja de inquietarme el estado degenerativo en materia de narcotráfico que venimos experimentando en Dominicana. El flujo constante de substancias controladas a través de nuestra isla es motivo para que nos preguntamos si nuestras autoridades están realmente preparadas para encarar una situación que va tomando matices desalentadores.

Mientras mantengo la posición de que aún en nuestro país no existen cárteles de la droga, es necesario señalar que nuestra nación viene experimentando procesos que se hicieron presentes durante los períodos de la formación de los cárteles en México. Las OTDs que operan en nuestro país han ido adquiriendo experiencia, tecnología, metodología y conocimientos en su área, factores que a la larga suplirían la infraestructura orgánica para el desarrollo sostenido y evolución de dichas organizaciones criminales. 

Y sólo basta con mirar hacia México para ilustrar el peligro latente que tenemos en nuestro país. A principios de los ’90, esa nación no contaba con los poderosos cárteles que hoy dominan comunidades en diversas regiones de esa nación. Quienes operaban allí eran múltiples OTDs, directamente conectadas como miembros operacionales y puente estratégico para la transportación de cocaína desde Colombia a Estados Unidos. Dichas OTDs sirvieron por muchos años como líneas de distribución, utilizando técnicas adquiridas mientras desarrollaban operaciones de tráfico de personas.

Las OTDs mexicanas, ni tontas ni perezosas, adquirieron experiencia de campo, maduraron al correr del tiempo y se desarrollaron de una forma meteórica. Buscando protagonismo en el marco internacional y la proliferación de sus "negocios", estas OTDs utilizaron coyunturas externas e internas: la implementación del plan Colombia en la lucha contra los cárteles (y la subsecuente caída de los mismos), el perfeccionamiento de las líneas de distribución hacia los Estados Unidos, y la apertura de tentáculos lejos de sus costas fueron factores que le permitieron luego de años en "ligas menores" saltar a las "grandes ligas". Allí nacen, tras la unión de múltiples OTDs, los poderosos cárteles mexicanos. 

Si tomamos la historia de esos cárteles como punto de comparación a nivel local, podemos afirmar que las OTDs operando en nuestro país continúan dando pasos firmes hacia su proliferación y total independencia operacional. Nuestra isla, localizada en un área geográfica estratégica, es un puente natural e ideal para la transportación de substancias controladas hacia Estados Unidos Y Europa. Las OTDs asentadas en nuestra isla han ido apoderándose de los controles de la líneas de trasportación, especialmente hacia destinos en Europa. Sólo es cuestión de tiempo antes que, gracias a las conexiones que estos grupos criminales dominicanos han ido desarrollando en Colombia y Venezuela, estas OTDs opten por aunar esfuerzos y transportar narcóticos al mayor consumidor mundial sin necesidad de fungir de puente para cárteles mexicanos ya establecidos. 

Y aunque reconozco que el proceso de desarrollo de una OTD hasta convertirse en un cártel es explicado de manera simplista en esta pieza, la verdad es que los baches jurídicos y en materia de seguridad en nuestro país permiten que el proceso evolutivo de las OTDs, valga la redundancia, se simplifique. Nuestro débil sistema judicial, la corrupción endémica, y un narcotráfico que tiende a colarse en diversas instancias del  Estado son elementos que el crimen organizado explota a su favor en pos de conseguir su cometido. Por desgracia, nuestro país les ofrece un paraíso a las OTDs, facilitando un ambiente social, política, económico y jurídico donde las fisuras del sistema pueden ser explotadas para enquistar actividades ilícitas en diversos sectores.  

Sin lugar a dudas, nuestras OTDs están aprendiendo de buenos maestros, trabajando arduamente para importantes cárteles como el de Sinaloa, El Golfo, Los Zetas, entre otros. Mientras esto sucede, datos no oficiales en la República Dominicana indican que durante el primer cuatrimestre del 2011 fueron decomisados entre 1 a 1.5 toneladas métricas de cocaína, así como alrededor de 3,000 libras de marihuana. Los datos son preocupantes, especialmente si recordamos que sólo representan los decomisos realizados. Según la DNCD, la adquisición de los Súper Tucanos ha cerrado el espacio aéreo a las trazas que usualmente ocurrían en el Este y Sur de nuestra isla. Aun siendo esto cierto, es obvio que las redes de narcotráfico se han adaptado, modificando su modus operandi para contrarrestar las medidas adoptadas por las autoridades dominicanas.   

Siendo este el caso, la DNCD debe empezar por mirar hacia la frontera, punto estratégico donde narcóticos pueden ser transportados por tierra bajo dudosos controles. Asimismo, los puntos del Sur y el Este, ya conocidos por constituirse puertos ideales para la desembarcación de drogas traídas por lanchas rápidas desde Colombia y Venezuela, deben ser puesto bajo vigilancia a través de una labor de inteligencia a nivel táctico y operacional. Todo esto debe realizarse, de eso no me caben dudas, pues es obvio que la droga sigue llegando y a borbotones. Esa misma característica le indica a cualquier analista que los "pejes gordos" aún andan sueltos, posiblemente disfrazados de corderos bajo el manto de instituciones gubernamentales y otras áreas de gran influencia en el plano local.

Aun así, la DNCD debe realizar un esfuerzo, pero para ello requiere de más recursos, preparación técnica, depuración de su personal y, lo más importante, la debida responsabilidad de ir tras los responsables sin ninguna "vaca sagrada". Y es allí donde surgen las interrogantes: ¿existirá realmente la voluntad o, como ya mencionaba, estamos destinados a convertirnos en otro México? Aún no tenemos un cártel, esto lo mantengo, pero la creación de uno pudiera estar a la vuelta de la esquina…bajo las narices de nuestras autoridades.