El Bicentenario del nacimiento de uno de los padres de la patria, debe ser suficiente argumento, para que los que tenemos el privilegio de escribir dediquemos aunque sea un espacio para su recordación por no decir veneración.  Juan Pablo Duarte y Diez, vivió en un mundo donde la filosofía utilitarista no era predominante.  El utilitarismo como filosofía y como práctica conductual, tiende hacia la obtención de ventajas y acumulación de bienes materiales olvidando la riqueza espiritual.  Mediante la acumulación de bienes, se logra obtener el poder basado en lo material con lo cual se avasalla, domina, oprime y hasta se suprime a los adversarios.

Lo que la historia ha eternizado sobre el más conspicuo padre de la patria, ha sido su visión de futuro, aporte filosófico para convivir en una sociedad libre, sacrificio económico, familiar y hasta de su vida.  Su honradez, tenacidad, valentía, modestia y brillantez de sus ideas, nos han permitido ser independientes y vivir con sano orgullo como nación.

Sin embargo, sus aportes y enseñanzas requerimos reaprenderlas, dado que lo que hoy día exhibimos es una negación absoluta de lo que él nos ha legado.

A doscientos años después de su nacimiento, prevalece la antítesis de su legado: somos utilitaristas; olvidamos sus enseñanzas de honestidad; nos falta visión del porvenir; comprometemos o no defendemos la independencia legada; nos deslumbra saber: que la patria puede hacer por nosotros y no que debemos hacer por ella, como dije John F. Kennedy; y poco o ningún sacrificio para difundir y sostener su legado!!!