Cuando hablamos de biblioterapia de inmediato se comprende que señalamos el efecto curativo de un libro. Somos conscientes del valor terapéutico que pueden tener muchas cosas en nuestras vidas: ir al campo, un baño de playa, enamorarse, el cine, cultivar amistades, etc. Los libros pueden ser una terapia sencilla, muy económica y provechosa. Las personas amantes de la lectura seguramente no necesitarán que se les hable de la importancia de leer, pero lamentablemente muchos pese a saber leer no han desarrollado la capacidad de “vivir” lo que leen. Sin embargo, se ha establecido que el libro además de sus funciones educativas, informativas y recreativas, posee facultades curativas (especialmente cuando es bien seleccionado).
Como toda terapia, hay que tener nociones de las indicaciones precisas, la dosificación y los tiempos requeridos de utilización. Es decir que seleccionar el libro correcto para las situaciones específicas es todo un arte, además de una ciencia.
Nos hemos diferenciado de los animales principalmente por nuestra capacidad de pensar, que supone la posibilidad de comprendernos como si nos viéramos reflejados en un espejo (reflexionar), desarrollar un diálogo con nosotros mismos (razonamiento dialéctico), visualizar situaciones diferentes a las reales y sentir lo que otros sientan, en todos estos procesos mentales nos puede ayudar la lectura, que se ha considerado un refuerzo para nuestra inteligencia emocional, empatía y autoconocimiento. El hábito de la lectura es una de las actividades que más identifica a los humanos más evolucionados.
Es indiscutible que podemos desarrollar nuestra cultura leyendo y en la medida en que adquirimos mayores y mejores conocimientos, del mismo modo se incrementa nuestra capacidad de libertad. “Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). Aquí el concepto Verdad es mucho más amplio de lo que se suele pensar. De hecho, la Biblia nos presenta una parte infinitamente pequeña de lo que es Dios.
Ciertamente el leer expande nuestras conciencias, amplía nuestra percepción de la realidad, permite recorrer otros mundos, viajar en el tiempo, dialogar con personas trascendentes, descubrirnos a nosotros mismos, nos hace menos salvajes, aumenta nuestra cultura, desarrolla nuestra inteligencia y hace más interesante nuestra conversación.
Las cadenas tienen el poder de amarrarte y los libros de impedir que seas esclavo, siendo de las mejores ayudas contra la neurosis noógena o existencial, que es prácticamente epidémica en nuestros tiempos, en que mucha gente tristemente pierde de vista el valor real de sus vidas.
Si quisieras conocer a algún autor, al leer sus obras podrás conocer lo más importante de él, conectándote con su pensamiento, su personalidad, su ser.
Tienes derecho a no leer, pero necesitarás que otros piensen por ti. Los libros nos dan la opción de aumentar nuestra autonomía y disminuir nuestra dependencia.
Gracias a la lectura ya experimentábamos hace siglos la realidad virtual, pero ahora las computadoras llevan directamente a nuestros sentidos esa realidad construida por otros, sin que participe activamente nuestra conciencia creativa. Es más cómodo, pero también más limitante. Tu capacidad de crear esa realidad virtual te desarrolla y da libertad, pero consumir solamente lo que otros producen puede limitar tanto tu desarrollo como tu libertad. Las pantallas son excelentes instrumentos cuando sabes usarlas, pero puedes convertirte en instrumento de ellas cuando no sabes usarlas. El libro no tiene ese peligro, porque un buen escrito debe ganarse tu permiso para acceder a tu conciencia y te entrega un contenido que requiere que tú proceses. Lo que el libro te dice, depende de ti. El libro puede hacerte imaginar un paisaje, en una película simplemente te lo muestran.
Normalmente, quienes han sido considerados muy importantes para la humanidad, también han sido en alguna forma practicantes de la lectura. Aunque evidentemente puedes vivir sin leer, tu vida podría ser sumamente limitada.
El libro aumenta el conocimiento, el conocimiento es poder, pero si el conocimiento es de alto nivel te permite además saber que necesitas usar bien ese poder. Es más fácil abusar de los pueblos ignorantes, recordemos el clásico “pan y circo”, que no ha desaparecido, pero ahora es más disimulado. Apelar a tus necesidades básicas es una forma simple de lograr dominio sobre ti, pero si ya desarrollaste altos niveles de conciencia, no es tan fácil.
Si estás leyendo estas líneas, estás entre los más evolucionados del planeta y en la medida en que lograras que otros mejoren su capacidad cognitiva, contribuyes a mejorar el mundo en que vives. Cuando adquieres conocimiento ya no eres inocente, por lo que adquieres responsabilidades, identifica lo que realmente te corresponde transformar y nada te hará más feliz que hacerlo.
Hablamos de evolucionar y los libros son uno de los recursos que mejor pueden ayudarnos a hacerlo. Podemos y debemos perfeccionar nuestro proceso evolutivo actual, para que la selección natural no nos descalifique como una especie obsoleta.