La biblioteca de Asurbanipal era un modelo de organización que hubiera prestado inestimables servicios de generación en generación si no hubiese desaparecido durante siglos (unos veinticincos siglos) en las aguas negras de la historia. Desapareció en al año 612 a.C., junto a la portentosa ciudad de Nínive y el imperio asirio, cuando una rebelión de los babilonios provocó la muerte, la esclavización de sus habitantes, el incendio de sus palacios, la ruina total de una civilización. Su descubrimiento a fines del siglo XIX sacó a la luz uno de los más ricos tesoros arqueológicos de todos los tiempos. El mismo, o parte del mismo que hoy está siendo sometido a la más sistemática destrucción y saqueo a consecuencia de las devastaciones de lo que alguna vez fue Iraq por parte del imperio del bien y sus aliados.
La reconstrucción virtual de los palacios de Nínive nos deja todavía con la boca abierta y así también la descripción del inmenso patrimonio cultural de la biblioteca de Asurbanipal, de su avanzado sistema de clasificación y ordenación de los documentos escritos en ambos lados de tablillas o tabletas de arcilla cocidas al horno. Documentos que en otros tiempos y lugares se escribirían en cavernas, en las paredes de cámaras y antecámaras sepulcrales de las pirámides, en sarcófagos, en papiro, en pergamino, en cuero, en madera, en papel, en soporte digital. Algo parecido a lo que hoy día llamamos libros.
“Las tablillas estaban ordenadas en series por temas. Los trabajos literarios, por ejemplo, Enuma elish o la Épica de Gilgamesh, ocupaban unas doce tabillas. Algunos trabajos matemáticos, astrológicos y mágicos ocupaban alrededor de cien tablillas. Cada tablilla terminaba con un pie de imprenta que indicaba su incipit y el de la tablilla siguiente de la serie, más el titulo de la serie (que era el incipit de la primera tablilla) más el número de orden dentro de la serie. Muchos pies de imprenta incluían el nombre del autor y sus instrucciones respecto del uso de la tablilla; otros registraban el nombre del escriba y detalles de su compilación, se consignaba su propiedad. Algunos eran extremadamente pomposos”.
Había un poco de todo en la biblioteca de Asurbanipal, incluyendo edictos reales de puño y letra del rey, lista de ciudades y monumentos, diccionarios, compendios y tratados de historia, matemáticas, astronomía y astrología, magia religión, arte, literatura, ciencia en general…
“Según el recuento realizado parece ser que una cuarta parte de las tabletas recuperadas contienen tablillas de agüeros que pretendían interpretar todas las peculiaridades observadas en los cielos y sobre la tierra, así como los hechos incidentales y accidentales de la vida cotidiana.
“La mayoría de los conocimientos que poseemos sobre medicina en Babilonia y Asiria se han obtenido del descifrado de unas 800 tabletas, en ella se encuentran mezclados textos médicos, exorcismos, encantamientos y plegarias, todos los cuales eran usados como métodos terapéuticos.
“Los temas astronómicos y astrológicos eran de gran importancia como lo reflejan la gran cantidad de tabletas que conservan los registros de observaciones astronómicas y de predicciones del periodo 2800 a 607 a. C. Una de las tabletas de hace aprox. 2600 años dice: ‘El 15 del mes de Ululu la Luna fue visible al mismo tiempo que el sol: el eclipse no ocurrió’.
“De esta biblioteca procede el horóscopo más antiguo datado el 21 de mayo de 1114 a. C. Este posteriormente debió pasar a la Biblioteca de Alejandría como refleja una reseña de Ptolomeo. El alcance del culto astrológico de los sacerdotes caldeos queda reflejado en una obra encontrada llamada Iluminación de Bel atribuida al rey Sargón.
“En cuanto a la religión caldea se han encontrado tabletas que contienen el panteón mesopotámico, este refleja más de 2500 divinidades. La relación comienza por Anu, padre de los dioses, y Enfll, la diosa madre, continúa con Nergal principal dios infernal.
También han sido encontradas tabletas que contienen diccionarios completos de palabras sumerias y sus significados asirios”.
El incendio del palacio donde se encontraba la biblioteca de Asurbanipal fue, a juicio de algunos historiadores, beneficioso para la preservación de la misma. El fuego, a fin de cuentas, no hizo más que endurecer las tablillas precocidas, contribuir a su preservación. Los grandes desastres históricos y naturales, como dicen los entendidos, no son siempre o totalmente perniciosos.
En cambio a la Gran Biblioteca de Alejandría, que era supuestamente depositaria de la más vasta cultura de la época, le fue muy mal con el fuego. Los egipcios no escribían en tabletas de arcilla cocidas al horno sino en frágiles pápiros y los papiros tienen carácter inflamable. Hay quien habla de un primer incendio, parcial, que se atribuye a la intervención de Julio César en una guerra de sucesión entre Cleopatra y uno de sus hermanos en el año 48 a. C. Otros dicen que ese fue el único y definitivo incendio. Otros -los cronistas romanos de la época-, no mencionan a Julio César ni al incendio. La destrucción total, varios siglos después, se atribuye según las preferencias a los cristianos (concretamente al fanático obispo Teófilo), o a los musulmanes (concretamente al perverso califa Omar).