Vivimos un mundo en Bancarrota Moral. Como en los tiempos de Noé las personas siguen sus propios instintos, cada vez más primarios, desconsiderando por entero los principios éticos que rigen en la vida civilizada. Naturalmente, no todas las personas cursan aquel deterioro moral, pero es un hecho obvio que vivimos en lo que Carlos Cuauhtemoc Sánchez denominó en una de sus narraciones como “Degradación Paulatina”. A consecuencia de aquella degradación se suceden dos fenómenos importantes en la estela social; en primer lugar la descomposición de la familia y en segundo lugar la deserción en las instituciones religiosas, especialmente las cristianas.

Con respecto al segundo punto, debemos hacer la puntualización de que la deserción a la religión es fenómeno casi exclusivo de las denominaciones cristianas, debido a que la religiosidad en el hombre es un hecho casi inherente, pues a muchos nos rige la necesidad de creer; pero no de creer precisamente en Dios. Está comprobado que en los últimos 20 años ha habido un aumento significativo de organizaciones esotéricas, gnósticas y ocultistas, que procuran elevar al hombre a un estado de iluminación espiritual prescindiendo de la dependencia al Dios de los cristianos. Ese aumento, paradójicamente, camina de la mano con el paulatino abandono a las iglesias cristianas.

En Europa, hay países donde las iglesias católicas están quedando prácticamente vacías mientras aumenta el número de personas que adquieren convicciones ateas; y es que la negación a creer en que existe una verdad absoluta, o que la Biblia es un libro inerrante, pone en peligro hasta la fe de los religiosos más fervientes. Sin embargo, debemos preguntarnos si a pesar de todo la religión cristiana sigue siendo útil, o si la Biblia, como su principal fuente doctrinaria, sigue estando vigente.

Es evidente, la Biblia es un libro, o conjunto de libros que alberga afirmaciones sorprendentes, y tan impactante resulta aquel libro que aun en la actualidad no ha perdido vigencia

Al ponderar ambas cuestiones, los hechos sorprenden con respuestas claramente definidas. Por ejemplo, la Biblia, a pesar de ser uno de los textos más antiguos de la humanidad, sigue siendo el libro número uno en ventas a nivel universal. Resulta fantástico el hecho de que no obstante a que los libros que conforman al Libro Sagrado ocuparon un tiempo de aproximadamente mil años para escribirse, o sea, que todos, unos de otros, tienen distintas épocas de redacción, guardan entre ellos una extraordinaria ilación lógica.

La Biblia en principio no es un libro de historia, pero contiene historias, no se trata de un libro de poesía, pero tiene poesía y relatos fantásticos envueltos en metáforas; y no es, sobre todo, un libro de ciencia, pero alberga afirmaciones que sorprenden a científicos de nuestros días. Una de las cosas que impacta en la Biblia es precisamente la exactitud científica con respecto a algunas ponderaciones que no vinieron a descubrirse sino hasta cientos y cientos de años después.

En la antigüedad, por ejemplo, se creía que la tierra tenia forma aplanada. Es cierto que algunos filósofos griegos (en el siglo V antes de nuestra era) llegaron a acariciar la tesis de que la misma tenia forma de esfera, pero no era la idea universal en la época. Sin embargo, 800 años antes de Cristo, el escritor bíblico Isaías había hablado sobre el Circulo de la Tierra, haciendo alusión de que la misma era esférica.

Por otra parte, no fue sino hasta el siglo XVII cuando Pierre Perrault hizo las primeras investigaciones científicas con respecto a la relación que guarda la evaporización del agua y su almacenamiento en la tierra, lo que marcaria la pauta para comprender mejor lo que hoy conocemos como “Ciclo Hidrológico del Agua”. No obstante, Isaías, ya había escrito lo siguiente cientos de años antes de nuestra era: Así dice el señor; como baja la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino hasta haber fecundado la tierra…” evidentemente, en aquella sencilla afirmación la Biblia describe brevemente el complejo Ciclo del Agua.

Por otro lado, no fue sino hasta el siglo XVIII cuando los científicos comenzaron a considerar que la tierra y los demás cuerpos celestes se sostenían en el vacío, pero en el siglo XV antes de Cristo, específicamente en el libro de Job, podemos leer la siguiente afirmación: “El creador está colgando la tierra sobre el vacio”.  

Es evidente, la Biblia es un libro, o conjunto de libros que alberga afirmaciones sorprendentes, y tan impactante resulta aquel libro que aun en la actualidad no ha perdido vigencia. En un segundo artículo continuaremos desarrollando este tema enfocado en otros aspectos, para concluir de manera racional sobre la verdadera importancia que tiene la religión cristiana así como el estudio de la Biblia, y las conveniencias que lega su reflexión.