El miércoles pasado, el papa Mario Bergoglio inició en Cracovia, Polonia, la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2016. Estas celebraciones han sido denominadas en la prensa inglesa como el “Woodstock Católico”. Fueron iniciadas por el papa polaco Karol Józef Wojtyła desde 1985, quién adoptó el nombre Juan Pablo II desde su elección al papado en octubre de 1978. La carga política y los mensajes de las JMJ de Wojtyła y Bergoglio aparentemente tienen un carácter paradójico. 

Wojtyla vivió bajo el comunismo soviético y su pontificado lo dedicó a luchar no solo contra el comunismo en Polonia, pero contra todo movimiento revolucionario de la América Latina durante la Guerra Fría y contra la apertura al mundo moderno iniciada por el papa Juan XXIII a través del Concilio Vaticano II de los años sesenta. El pontificado de Bergoglio enfrenta un mundo cambiado, sin muro de Berlín, cortina de hierro, ni movimientos de liberación latinoamericanos. 

Una vez electo, Wojtyla se dio a la tarea de asumir la lucha anticomunista a nivel internacional. En América Latina silenció a los teólogos, curas y monjas que acompañaban a las comunidades eclesiales de base y a los autores que seguían la corriente de la teología latinoamericana de la liberación. En Europa, silenció a los teólogos que impactaron los documentos publicados por el Concilio Vaticano II, logrando descarrilar el impulso de este Concilio. Mientras Wojtyla distrajo la atención de la crisis financiera de la Iglesia provocada por los lazos del Banco del Vaticano con la Mafia con su agresiva política anticomunista, Mario Bergoglio ha regresado a una política anticapitalista, pero esta vez universal, desconectada del marxismo y de soluciones de las ciencias sociales y económicas para fundamentarla en la fe cristiana.

La política anticapitalista y anticomunista de Bergoglio (por lo que medios Ingleses lo han denominado el papa peronista) se fundamenta en el nuevo reto que enfrenta la humanidad con el cambio climático y la eminente ola de inmigrantes y refugiados de países pobres que carecen de recursos propios para enfrentarlo. La ola de emigrantes que arriesgan sus vidas para llegar a Europa, es solo una muestra de la catástrofe que se espera. Por otra parte, el Brexit, el aumento de grupos anti-inmigrantes y la construcción de muros fronterizos al vapor, presagian los crecientes conflictos armados que impactarán al planeta con el cambio climático. El papa Francisco lo sabe, y repite que “estamos en guerra, y no es religiosa”. Este mensaje será traído a la America Latina en el 2019, cuando se celebre la próxima JMJ en Panamá.

El contenido de la JMJ 2016 incluye soluciones dirigidas a la juventud que tendrán que enfrentar los efectos más catastróficos del cambio climático. El papa Francisco llama a los jóvenes católicos al activismo social. Les pide que abandonen los juegos de videos, dejen el sofá y las computadoras y calcen zapatos para luchar por "una nueva humanidad sin odios ni fronteras".  En otras palabras, la desaparición de fronteras en el planeta implicaría la desaparición de los estados-nación y alguna forma de gobierno internacional, para administrar el planeta. 

Esta meta se asemeja al comunismo teórico de Marx; donde los estados desaparecerían y todos aportarían según sus capacidades y recibirían según sus necesidades. Una utopía basada en el supuesto marxista de la bondad de la naturaleza humana, capaz de trabajar por incentivos morales. En la América Latina, Mario Bergoglio sabe que la utopía de un nuevo orden internacional liderado por la clase trabajadora, encontró un eco en la irrupción religiosa de “los pobres” como agentes catalíticos del cambio.

La transformación de los creyentes en “pueblo de Dios” se alimentó de la experiencia de comunidades de base en Brasil y Perú, y de las ciencias humanas y sociales, principalmente la teoría sociológica de la dependencia latinoamericana para definir formas y soluciones al problema de la injusticia y desigualdad. Los primeros autores en definir esta corriente teológica, fueron el educador brasileño y ex pastor presbiterano Rubem Alves en 1968, y el sacerdote católico peruano Gustavo Gutiérrez en 1969. Al iniciar su pontificado, el papa Francisco buscó el apoyo del sacerdote Gutiérrez, radicado en los Estados Unidos, pidiéndole que reconociera su error de apoyarse en las ciencias sociales antes de integrarlo a su nuevo proyecto de una teología de liberación en el ámbito universal sin referentes a ciencias sociales o económicas. Como latinoamericano, el papa conoce el arrastre de la religiosidad latinoamericana y su asociación con la teología de la liberación.  Su elección en momentos de crisis de la Iglesia no fue casual. 

Aquí podemos preguntarnos, ¿Cómo explicar la paradoja que presenta la Iglesia Romana con dos papas no muy distantes en el tiempo con políticas aparentemente antagónicas?

UNO. Ambos responden en primer lugar a los intereses de mantener activa y vigente a la Iglesia Católica Romana. Ambos fueron elegidos fuera del círculo de la curia italiana para enfrentar las crisis de carácter moral que sacudieron a la Iglesia Católica Romana por escándalos de corrupción financiera y de protección sistémica de crímenes sexuales cometidos por sacerdotes pedófilos.

Cuando el papa polaco fue electo, el New York Times, definió el escándalo del Banco del Vaticano como “el escándalo financiero más grande del siglo XX”. Explicarlo amerita varias columnas por lo que no lo intentaré. Los interesados pueden leer el libro de Paul L. Williams (2003), The Vatican Exposed. Money, Muder, and the Mafia. El autor que trabajó como investigador del FBI, acumuló evidencias de los medios que utilizó el Vaticano para acumular una “gran riqueza” durante los años de la Gran Depresión; la conexión entre el oro Nazi y el Banco del Vaticano; la gran gama de riqueza inmobiliaria en los años posteriores a la depresión, y como el papa Pablo VI contrató a un conocido jefe de la Mafia, Michele Sindona como banquero del Vaticano, y más. 

En el 2013, cuando Mario Bergoglio sucedió a Ratzinger, los escándalos del Vatileak surgieron de nuevo con documentos que llenaron dos libros. Además la Iglesia enfrentaba una crisis de credibilidad por los escándalos del encubrimiento de curas y obispos pederastas. Para una Institución que se autodefine como representante del Cristo-Dios en la Tierra, y como Madre y Maestra de la moral, la corrupción interna necesita ser contenida. La distracción hacia situaciones del exterior es una táctica conocida en política. Buscan en un enemigo externo lograr funcionalidad y la unidad interna quebrantada.

DOS. La singularidad de estos dos pontífices, se manifiesta en la búsqueda de líderes de países conservadores mayoritariamente católicos fuera del círculo del Vaticano para enfrentar las dos grandes crisis de la Iglesia a finales del siglo XX y principios del XXI. Ambos papas fueron electos por la curia romana en momentos de crisis, en que la curia no pudo mantener su imagen y sus secretos. Wojtyła fue el primer Papa no italiano desde 1523 y el primero procedente de un país del bloque comunista.

Wojtyla fue electo a la edad de 58 años, el 16 de octubre de 1978. Ocupaba la posición de cardenal de Cracovia, Polonia, entonces bajo el control soviético. La Enciclopedia en Línea comenta que “ya en esa época, era un líder visible que a menudo asumía posiciones críticas contra el comunismo y los funcionarios del gobierno polaco”. Su prolongado pontificado, llevó a la iglesia al descarrilamiento de las posiciones abiertas y progresistas tomadas durante el Concilio Vaticano II. Falleció el 2 de abril de 2005. 

La elección de Mario Bergoglio está asociada al potencial que representa para la Iglesia Católica los continentes de América Latina y África. Ante la secularización Europa y el impacto de la política de encubrimiento de curas pederastas en Irlanda y España, (dos bastiones del catolicismo exportadores por excelencia de misioneros a poblaciones de habla hispana e inglesa) el Vaticano busca llenar sus seminarios vacíos con africanos y latinoamericanos. 

Pero el talón de Aquiles del Papa Francisco son sus posiciones contra los derechos humanos y la libertad e igualdad de la mujer y de personas LGBT. Negar derechos humanos y discriminar a personas por su género o inclinación sexual, es retornar a principios del siglo XX y contradecir su mensaje de un Dios misericordioso. 

Tanto el papa polaco anticomunista como el argentino ni comunista ni capitalista afirman que dios todopoderoso nos legó libre albedrío. La libertad personal le quita a dios responsabilidad por el mal en la Tierra y la pone en los hombros de cada persona. Pero esta doctrina es incongruente con las políticas del Vaticano de intervenir Constituciones y someter leyes religiosas a la Justicia para criminalizar sus prohibiciones divinas en la Tierra, sin esperar el juicio del más allá y a través de los aparatos coercitivos del Estado. Me alegro que no llegaré a ver los activistas y políticos de Francisco transformando el mundo bajo el mando religioso de creencias sin evidencias.