A los 101 años esta semana pasó a la Casa del Padre el muy querido, respetado y admirado Dr. Manuel Bergés Chupani, quien hizo una verdadera y limpia carrera judicial, sin cuestionamientos, al haber pasado por todas las instancias del Poder Judicial, desde juez de paz hasta ocupar la presidencia de la Suprema Corte de Justicia.
En don Manuel se reunían las condiciones del profesional, maestro, esposo, padre y ser humano excepcional. Fue un juez íntegro, independiente e imparcial. Con sólida formación jurídica, gran experiencia, templanza y gran capacidad de trabajo.
Como jurista y doctrinario son conocidos, entre otros, sus valiosos aportes al análisis de la jurisprudencia, al recopilar y comentar importantes decisiones jurisprudenciales de 1947 al 1979 y compilar resúmenes de sentencias dictadas por la Suprema Corte de Justicia durante los años 1978 a 1998.
Como esposo, padre, abuelo y amigo fue ejemplar, de trato exquisito y caracterizado por su gran nobleza. Sus contribuciones en el ámbito institucional son destacables. Fue el primer presidente del Consejo de Directores de la Fundación Institucionalidad y Justicia (FINJUS), institución que tantos aportes ha realizado al país, en materia de reformas judiciales, el Estado de Derecho y en la modernización y transparencia del gobierno y del Estado.
Don Manuel era humildad, reciedumbre moral, cuya visión y formación humanista, talante como abogado e intelectual y claro sentido del papel de la justicia en una sociedad democrática, lo destacan como un hombre con un demostrado compromiso ciudadano por un país con instituciones sólidas, que estén por encima de quienes las dirigen.
Bergés Chupani era un verdadero consejero. Quienes tuvimos la oportunidad de estar a su lado en algunos o muchos momentos lo veíamos como un padre completo y verdadera fuente de sabiduría. Con él se respiraba honor, dignidad, mansedumbre, determinación, compromiso con un ejercicio profesional acabado y de ciudadanía responsable.
El ejemplo del Dr. Bergés Chupani, su vida acrisolada en el amor y la entrega, a su familia, al sistema de justicia y al país, nos seguirá siempre. Hombres como don Manuel sólo pasan a la habitación del lado y se quedan siempre con nosotros. Gloria y paz a su alma tan limpia.