Las muertes por el consumo de bebidas alcohólicas adulteradas  y falsificadas, con justificada razón, han alarmado a las autoridades y a gran parte de la ciudadanía. Este problema no es nuevo, adquirió notoriedad desde el pasado año por la gran cantidad de fallecimientos;  pero parece que el Covid lo colocó en segundo plano, hasta que volvió al primero hace unos días por la gran cantidad de nuevas muertes.

Es importante señalar que decesos y daños a la salud por esta causa tienen mucho tiempo produciéndose;  la diferencia en estos momentos, es el rápido conocimiento de los hechos, por la influencia de la tecnología y la amplia cobertura de las redes sociales.

Siempre ha existido un entramado cómplice entre productores reincidentes, suplidores inescrupulosos y autoridades permisivas, que facilitan que este peligroso y productivo comercio continúe, pese a conocerse los lugares de producción y expendio.

Los altos gravámenes que afectan las bebidas alcohólicas y que estos sujetos no pagan, convierten a este "negocio" en una actividad sumamente lucrativa, que impulsa a los involucrados a continuar practicándola corriendo todos los riegos inherentes a la misma.

La materia prima principal para la fabricación de las mencionadas bebidas es el etanol, alcohol apto para el consumo humano,  obtenido mediante un proceso de fermentación y destilación. En el caso que nos ocupa, lo que ha provocado la muerte y daños a la salud a una gran cantidad de personas es el metanol, un producto alcohólico altamente tóxico, que se utiliza en varios procesos industriales, pero que es mortal si es ingerido por el ser humano en determinadas cantidades.

Es imprescindible señalar, que la producción e importación de los mencionados productos, está regulada y supervisada por diferentes entidades gubernamentales, las cuales tienen el control de estos insumos que han sido utilizados para producir las bebidas que han matado a todas esas personas;  por lo que no les sería nada difícil determinar la procedencia de las mismas y actuar en consecuencia, además de cortar el suministro a los falsificadores y adulteradores.

Es muy cuesta arriba aceptar, que quienes están involucrados en estos hechos, tanto fabricantes como suplidores,  no tuvieran conocimiento del peligro que representa consumir bebidas preparadas con metanol. 

Esperamos que los investigadores y el Ministerio Público, determinen claramente los hechos para que todo el peso de la Ley caiga sobre los responsables  y que en esta ocasión no pase como en otros casos que conocemos, en donde los mismos individuos son apresados una y otra vez por falsificación y adulteración de bebidas, y a los pocos días están libres y  haciendo lo mismo.