El Centro Nacional de Huracanes de los EEUU critica frecuentemente los peores consejos para capear huracanes. En todos los países los medios, las iglesias, las ONGs, la sociedad civil, y los entes públicos publican sus sugerencias y organizan a la población. Esas fuentes, los comentarios de amigos y especialistas y la experiencia, animan estos consejos escritos en respuesta a discusiones recientes sobre el crucial tema. Los consejos han sido catalogados en buenos, malos, y feos.
Resumen. Con los huracanes, hay que tenerle tanto miedo, sino mas, al daño causado por torrentes descontrolados como a las ráfagas asesinas.
Los consejos preventivos son bien conocidos y la mayoría deben ser hechas por los especialistas en el ramo (por ejemplo, electricistas): podar árboles sobre todo aquellos con grandes ramas arriba de la casa o “pisando” cables eléctricos, limpiar drenajes, habilitar refugios tantos comunales como en los hogares, prepararse para desconectar la electricidad rápida y seguramente, coordinar con párrocos, ordenes religiosas, ministros y pastores.
El conocimiento previene. Saber a donde ir, antes que el desastre ocurra y saber donde están los cables eléctricos, porque a veces cuando caen, aunque deberían estar desconectados, siguen “vivos.” Y los cubren el agua y los desperdicios.
Además de celulares recargados, es importante tener listos los artículos personales, especialmente medicinas—si se puede, capas de agua y sombrillas valen mucho. No es sano quedarse con la ropa mojada puesta por largas horas, o días. Las vías de evacuación antes del desastre no estarán disponibles durante y después del mismo.
De todos modos, si lo agarraron los viento en algún lugar protegido quédese ahí, le toco rezar y aguantar. Por sus hijos y usted, no salga en medio de la tormenta.
Buenos Consejos.
Opción una: con tormenta fuerte, entre tres y cinco en la escala Saffir-Simpson, evacue el lugar por donde pasará. Con excepción a los ataques cardiacos y similares, evitar vientos, proyectiles e inundaciones casi garantiza la supervivencia.
Precaución: Planear bien a donde va a ir. El autor salió de Republica Dominicana cuando el huracán Sandy y se fue a Atlantic City. Aquí no paso nada, y allá lo evacuaron dos veces.
Precaución: Asegurar un transporte confiable y asequible. Los transportistas, mientras mas se acercan los vientos huracanados, mas cobran. Quienes tienen, zafra quieren. Cuidado! El objetivo es salir airoso, y no ahogarse en un vehículo atrapado por las borrascas.
Precaución: En raras ocasiones, la preparación y evacuación causa mas daño que la misma tormenta. Pero de que pasa, pasa. Un buen amigo casi se mata cuando cayo de un segundo piso mientras martillaba tablones. A mi no me fue nada bien limpiando desagües anticipando una violenta nevada. Lloviendo sobre mojado: tormentas requieren cuidado urgente mas no descuido.
Precaución: La edad y la salud priman. Con evacuación o sin ella, dos días antes de la tormenta las medicinas deben estar a buen recaudo y al alcance de los pacientes. Pediatras en particular deben tener substitutos. Cuidado, por favor, con corazones débiles
Evacuar para proteger la seguridad de seres queridos y de uno mismo tiene un costo: dejar atrás hogar y “cosas.” Mas estas, de nada sirven si uno muere, o de poco, si queda lisiado.
Opción dos: Con vientos y marejadas menos violentos, e/ tormenta tropical a grado 2 , y una estructura resistentes, donde se puedan resguardar de torrentosas inundaciones (relativamente lejos de ríos y cañadas o calles con frecuentes inundaciones) podría ser mas recomendable quedarse.
Usualmente, en esta segunda opción buscamos consejos. Aunque los mismos en su mayoría son útiles siempre hay excepciones, entre las flores abundan espinas.
Repasamos lo que me han aconsejado y en mi experiencia da resultado.
Lo bueno.
Ventanas y puertas de vidrio: Cerrarlas, bloquearlas y protegerlas con tablones (planchas de plywood son frecuentemente usadas).
Evitar dejar rebordes salientes porque el viento golpea cualquier protuberancia hasta que la arranca.
Lo malo.
Se escuchan plétora de “atajos.”
a. Entre otros, en vez de tablones, usar cinta pegante. La técnica es cruzarlas sobre los vidrios de las ventanas. Esto según el consejero, ahorrará el costo y trabajo de tablones. Se dice que el adhesivo en la cinta “emigra” hacia la ventana manteniendo su forma e integridad y por eso evitará que los vidrios se astillen.
Incorrecto.
La realidad: Con ventanas descubiertas, y sin resguardo, se encontrará esquivando guillotinas volantes cuyos fragmentos de vidrio las cintas mantienen unidos por las cintas.
b. Abrir un poco las ventanas para compensar la diferencia en las presiones del aire según el huracán circula. Esto, continua el consejo, evitará la “explosión” de la casa..
No lo haga.
Su casa no esta herméticamente sellada. Y por todas sus grietas y aperturas circula todo el aire necesario para compensar cualquier desequilibrio entre las presiones externas e internas.
Entreabrir una ventana si permite que las ráfagas entren, y una vez adentro saldrán por algún lado, causando incalculables daños al interior de la estructura.
Mantenga puertas y ventanas cerradas.
Lo feo.
a. Sacar sus fondos del banco.
Consejos similares también aparece en los escenarios apocalípticos. Esta medida busca prepararnos financieramente para lo peor de lo peor.. Tanto la historia como la experiencia personal han demostrado, que un huracán no hace desplomar ni el sistema financiero nacional ni el mundial.
No, no salir y comprar oro y plata como precaución. Un huracán no nos retrocederá al medioevo. De hecho, según los especialistas en la materia, (por ejemplo, los guardacostas americanos) el agua y el hielo son mejor que el oro después de un huracán y baratos.
Relacionado al anterior, aconsejan retirar dinero para comprar lo indispensable después del desastre climático y durante la hecatombe que le sucede.
Mala idea.
Guardar fuera del banco billetes, sobre todo quienes Dios les bendijo con amplias cantidades, se convierte en otra preocupación cuando uno debería concentrarse en contrarrestar los peligros inmediatos de inundaciones y vendavales.
Buena idea.
Mantener suficiente efectivo para pequeñas emergencia en su persona, y menudencias en el carro o moto, y dejar el resto en su cuenta bancaria. Las bóvedas son típicamente a prueba de agua.
Feo, refeo.
Ni la gasolina mezcla con el alcohol, ni los huracanes.
Entre lo consejos mas “divertidos” están las fiestas borrascosas. Simplemente, pasar la tormenta tomando, preferiblemente con amistades afines.
Comprar medicinas, agua, hielo y alimentos que duren sin refrigeración es una buena idea. Abastecerse de cerveza y ron, para “pasar” el huracán son malas ideas. ¿Por qué? La mente debe estar clara y el temperamento ecuánime por que nunca se sabe cuando un desastre ocurrirá; temamos las fuerzas de la naturaleza.
Principal Recurso: Tu sentido común.
Si esta en el paso probable de uno de estos monstruos destructores, preste atención a las noticias climáticas.
Si la seguridad civil o de ONGs especializadas en desastres aconsejan evacuaciones, muévase. Empaque para emergencia, funcional, no va a figurear. Los tacones altos sobran—y en este caso, pueden matar.. Lleve agua y comida, medicinas. Preferiblemente en fundas impermeables o plásticas.
Si se queda en su hogar, abastecerse de frutas (si tiene arboles, coséchelos, si es abundante, comparta), conservas de alimentos, velas, linternas, baterías y agua—tanto potable para beber, como no tan limpias, para el aseo) y lo que el sentido común le dicte para proteger a los suyos y reducir el inevitable malpasar. Tenga vasijas para cosechar el agua de las lluvias, podría ser la única que tenga por días.
No salga en medio de la tormenta, el viento convierte en proyectiles letales objetos como planchas de zinc, tejas, cocos, y cualquier objeto que arranque con su fuerza. La lluvia enceguece, y esas inocentes gotas de agua, con la aceleración del viento, dolerán No intente manejar a ciegas. No atraviese calles inundadas, aunque “sepa” lo profunda que son. Una buena amiga murió ahogada en pocos pies de profundidad.
Una de las flores disfrutadas en medio de mis labores de reconstrucción es el espíritu de colaboración y solidaridad de las comunidades afectadas. Vea como puede colaborar, la vida que salve puede ser, eventualmente, la suya.
Use el sentido común. Venza el huracán.