Sometida al escarnio dada su herencia primero que todo, represiva y poco técnica, y luego por estar permeada por los flagelos sociales que está supuestamente a combatir (el desorden urbano, las drogas, la delincuencia, el vandalismo, etc.) la Policía Nacional no es un recinto, no es un edificio, no es un destacamento, no es un contenedor, un caseta, un retrete, una garita, un retén… Es un complejo cúmulo de acciones de diversas índole, que han de favorecer a la sociedad, siendo, primero que todo, garantes de la seguridad individual y colectiva del conglomerado.
Escrito así, con breves letras, se puede resumir una intención universalizada de necesaria en todas las comunidades del planeta. Incluso aquí en RD donde abundan las “instituciones” duales y entelequias inservibles. Y como hace ya tiempo que se habla de modificar la PN, cambiarla, de la A, a la Z, quienes hemos visto el adefesio carnavalesco en que han convertido la fachada del vetusto edificio sede de la PN en Santo Domingo no puede pensar otra cosa que no sea risible y si no se derraman lágrimas de impotencia ante el absurdo caricaturesco que ridiculiza a toda la institución y se burla del entorno, es porque la PN hace tiempo que perdió entre la ciudadanía sus afectos y es de muy dudosa reputación, para cualquiera de las supuestas prerrogativas que le correspondan.
A tono de broma, un amigo dijo que sería porque ganó el Licey que la pintaron de azul, en diversidad de intensidades. Pero del color que haya sido (y el azul es uno de los más hermosos colores), lo cierto es que el edificio parece una alegoría burlesca dedicada al relajo, ya tan proliferado en la institucionalidad estatal dominicana. Otro dice que se hizo un concurso entre reposterías y ganó una de la escuela nitinista. Hay quejas, porque ante la ignorancia de saber quién es responsable de la acometida de fallida intención estética, se cree que fue una donación del Sindicato de Pintores de Brocha Gorda (SIPINBRO, por sus siglas en español), que pintaron a oscuras, como sorpresa de San Valentín, pero al amanecer, descubrieron que se trataba de azul marino… Craso error !!!
La jaula, tipo anafe que cual corona remata la entrada escalonada del edificio, es una típica alusión a una ferretería barrial en franca competencia, que pretende engalanar, fallando estrepitosamente, con el colador de insolencias que intenta magnificar un entuerto de ridícula ascendencia y bochornosa pretensión. Ninguno de los jefes debe haber visto eso. Mucha gente dice que precisamente algún jefe lo aprobó porque debe haberlo visto hasta en Power Point. Quizás esa fachada está sujeta a una campaña publicitaria y desde que pase el carnaval, la devolverán a su ecuanimidad hereditaria. Es probable que hasta ahí llegue el intenso carnaval de azules en la fachada de la PN…