“Cuando las barbas de tu vecino veas arder, pon las tuyas en remojo.”

La enseñanza de ese refrán que todos hemos oído mas de una vez, debería ponernos a todos a reflexionar, porque ciertamente, hay vecinos cuyas barbas están ardiendo y nosotros tenemos luengas barbas racistas, que podrían prenderse en fuego.

Dos hechos recientes, manifiestamente racistas, han dado la vuelta al mundo, que se ha horrorizado de verlas y escucharlas; la primera: la infeliz conversación telefónica de un anciano a una de sus acompañantes,  una jovencita multirracial, que conllevaron la suspensión de por vida en los juegos, el máximo de la multa que por faltas graves puede cometer un ejecutivo deportivo; actuación que hasta el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica criticó duramente.

La segunda, el lanzamiento de un guineo a un futbolista brasileño, que tuvo el sentido del deporte al mas alto nivel, al recogerlo y comerlo en público; lo que ha motivado que sus compañeros u otros jugadores, en solidaridad, también coman guineos en público.

He visto en la prensa, que en el caso de España, el fanático autor de la afrenta, fue identificado personalmente, identificado como socio de  un equipo de futbol español y se tomaron en su contra  las correspondientes medidas sancionadoras: expulsión del club de seguidores, prohibición de entrada al estadio de futbol del equipo de su preferencia.

Desde hace meses estoy preocupada por la suerte que corremos los dominicanos con motivo de la sentencia 168/13 y sus secuelas.

¿Se ha detenido alguien a pensar que efectos puede o tiene esa sentencia sobre los dominicanos?

¿Creen sus autores que quedaran indemnes? ¿Que no sufrirán las consecuencias de sus despropósitos?

Pienso en los inspiradores, instigadores, redactores, celebrantes y cuanto glosador se ha solazado en el racismo puro y duro, denostando a todo el que ha criticado la sentencia  No.168-13 del Tribunal Constitucional, por las connotaciones antijurídicas, inhumanas,  de la misma.

Pero ellos no son el objeto de mis preocupaciones, porque cada uno es responsable de sus propios actos y ninguno de los que ha prohijado esas criaturas es un incapaz en el sentido jurídico del término.

Pienso en los miles de dominicanos que viajan más o menos frecuentemente, cuando se encuentren que un oficial de aduanas o migración en un país extranjero, los haga esperar en lugar apartado por que procedemos de un país que ha establecido en el siglo XXI, un apartheid; que nos desconsideren en las calles, que nos llamen  racistas, xenófobos, que se nos nieguen servicios, que nos digan que nos devolvamos a nuestra tierra porque entre la gente decente y con altura de miras, no cabemos.

Pienso en los dominicanos que han tenido que migrar, que son extranjeros en tierras ajenas, que han soportado dificultades, humillaciones, burlas, escarnios, por no hablar el idioma, por tener diferentes costumbres; pienso en los miles de dominicanos que han optado por otra nacionalidad, porque ser nacional del país donde han migrado, mejoras sus expectativas de vida y arraigo.

Y por los que sufrimos cuando se conocen las discriminaciones de que son objeto.

Pienso en las familias dominicanas que viven de las famosas remesas que los exiliados económicos de nuestro país envían y que sacan de la necesidad a sus familias y permiten  moderar las carencias.

Pienso en los dominicanos de ascendencia haitiana, que son y se han sentido siempre dominicanos y que ahora queremos  condenar a la muerte civil.

¿ Y no nos da vergüenza, que después de haber promovido, tolerado y aplaudido que de manera ilegal vengan contingentes de haitianos a trabajar en nuestro país,  en los trabajos para los cuales no hay dominicanos, o no quieren hacer los dominicanos, que el mismo Estado Dominicano los ha traído y los trae y de ejemplo tenemos la construcción del nuevo Boca de Cachón,  han permanecido en esta tierra, se han casado, o tenido parejas,  han tenido hijos que han declarado en la Oficialia del Estado Civil correspondiente de conformidad con las prescripciones del articulo 50 del Código Civil, modificado por la Orden Ejecutiva 654 de 1921,  que prescribe “Se hará una declaración de todo  nacimiento que ocurra en la República Dominicana”… alegar ahora que esas inscripciones fueron fraudulentas, ilegales?

Cuando el Código Civil, dice de todo nacimiento, es todo nacimiento, no importa cual es la raza, nacionalidad, color, creencia religiosa, idioma de los padres del nacido.

¿No nos da vergüenza tampoco, que cuando los jornaleros haitianos se han defendido o defendido a sus connacionales se le instrumenten expedientes criminales para alejarlos de esas tareas y mantenerlos en prisión?

Antes de que nuestras barbas ardan, esta es una buena ocasión, guardando las debidas distancias, para recordar el famoso Sermón de Adviento de Fray Anton de Montesinos:

“… Para os los dar conocer (los pecados contra los indios) me he subido aquí, yo soy voz de Cristo en el desierto de esta isla y, por tanto, conviene que con atención no cualquiera, sino con todo vuestro corazón y con vuestros sentidos la oigáis; la cual será la mas nueva que nunca oísteis, la mas áspera y dura y mas espantable y peligrosa que jamás pensasteis oír… Esta voz dice que todos estáis en pecado mortal y en el vivís y morís, por la crueldad y tiranía que usáis con estas inocentes gentes.  Decid ¿Con que derecho y con que justicia tenéis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con que autoridad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus tierras mansas y pacificas, donde tan infinitas de ellas, con muertes y estragos nunca oídos, habéis consumido? ¿Como los tenéis tan opresos y fatigados, sin darles de comer ni curarlos de sus enfermedades, que de los excesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir los matáis por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y que cuidado tenéis de quien los doctrine, y conozcan a su Dios y Criador, sean bautizados, oigan misa, guarden las fiestas y los domingos?  Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no lo entendéis, esto no sentís? ¿Cómo estáis en tan profundidad, de sueño tan letárgico, dormidos? Tened por cierto, que en el estado en que estáis, no os podéis  mas salvar, que los moros o turcos que carecen y no quieren la fe de Jesucristo.  Ego Vox Clamantis In Deserto”.

Reflexionemos, que las barbas del racismo están ardiendo.