Hace unos diez meses que me encuentro en República Dominicana, tras veinte años viviendo y desarrollando mi carrera actoral en la ciudad de Nueva York. En este tiempo residiendo de manera un poco más permanente en nuestra hermosa isla, se me abre el apetito de dar testimonios personales, compartiendo experiencias, y creando conversaciones que me parecen relevantes, y que a mi entender no se discuten lo suficiente por estos lados.
A propósito de discusiones y diálogos, este pasado lunes salió al aire mi nuevo podcast Baraja eso, y me parece apropiado comentarles un poco sobre el mismo, a través de esta columna que tengo el privilegio de compartirles, desvelando por acá mi propósito con ambos.
Desde estos dos espacios, que he creado con mucha conciencia y cariño, pretendo redefinir mi relación con el país que me vio crecer, expresando mi amor por él al igual que mi descontento con numerosas normas arcaicas que nos afectan, sobre todo a las mujeres; a la vez que transmito mis posturas, que creo son más comunes de lo que se nos permite manifestar. Desde mi apoyo al derecho de una mujer a decidir sobre su propio cuerpo -y por ende a las causales- o mi posición de aliada de la causa LGBTQ, hasta los conflictos internos que una vez tuve con mi resistencia a tener hijos, que aunque hoy día es una determinación que me satisface enormemente, en su momento representó todo un conflicto en mi vida personal.
Los antes mencionados son temas que trataremos comúnmente en un podcast que ha nacido a raíz de la pandemia y mi llegada a Santo Domingo, y que se trata de un espacio ameno, con una dosis de Caribe, que conduzco con un amigo y colaborador creativo, con quien comparto una semejante visión del mundo y de nuestro país, una tierra y cultura que amamos, y que a la vez miramos con ojo crítico, a sabiendas de que nuestra isla carga traumas generacionales que nos negamos a enfrentar. El dominicano, de naturaleza alegre y con el sol entre las venas, es prácticamente incapaz de mirar tranquilamente al mar. En lugar de eso, escapamos de la realidad con una fría, huyéndole a toda costa a la introspección, lo cual, en consecuencia, nos impide transformarnos. Aunque claramente, resistirse al cambio es un mal que azota a la humanidad, y tomando en cuenta que desde lo particular se llega a lo universal, hemos querido explorar este y muchos otros tópicos partiendo desde nuestras experiencias y dilemas como caribeños, brindando nuestras observaciones con una amplia audiencia.
Lo bautizamos con el nombre de Baraja Eso, un término tan dominicano como el plátano, porque se refiere a cambiar de tema, planes o pensamiento, que según como se mire, podría tratarse de una frase que invita de manera juguetona a pasar de página, sugiriendo que vayamos al siguiente paso, o sea, a evolucionar. Con este nuevo podcast deseamos aportar un poco de nuestro sentir y pensar sobre temas diversos, con el genuino deseo de crear comunidad, así sea virtual, como invitan los tiempos.
Y no es que estemos inventando la rueda, el nuestro es un espacio en que tendremos conversaciones para conocer los procesos personales y profesionales de personas interesantísimas con diferentes trayectos y cuya amistad me ha obsequiado la vida, pero mi interés es también que se convierta en un pequeño oasis para aquellos que como nosotros, se sientan un poquito diferentes, acá en nuestra querida Quisqueya, o en cualquier otra parte del mundo, para que nos podamos apoyar al crecer, que casi nunca ocurre en un lugar cómodo, pero que se facilita cuando escuchamos que alguien más se siente igual. Por eso les extiendo esta especie de invitación para que nos sigan y se subscriban en la plataforma de su elección (Spotify o Apple Podcasts), y para que cada lunes nos acompañen a decir en buen dominicano: ¡Baraja eso!