¿Los bancos centrales deben contribuir con la preservación del medio ambiente?
Cuando uno piensa en las funciones de los bancos centrales, la preservación del medio ambiente no es la primera cosa que viene a la mente. El verde con el que uno tiende asociar a los bancos centrales es el color de ciertos billetes.
A pesar de que la relación no es inmediatamente obvia, varios organismos financieros internacionales – como el Fondo Monetario Internacional (FMI) – están interesados en cómo los bancos centrales pueden contribuir con luchar contra el climático.
Externalidades y cambio climático
La preocupación climática de los banqueros centrales radica en que la destrucción del medio ambiente produce consecuencias negativas. Los economistas le llaman “externalidades negativas” a estas consecuencias. Ocurren cuando hay países contaminantes que no asumen plenamente la consecuencia de su contaminación, sino que estos efectos negativos son asumidos por otros países en otras latitudes.
Cuando las consecuencias ambientales de algunos países se sienten en otros, estamos ante la presencia de externalidades negativas transfronterizas. Es decir, externalidades cuyos efectos se sienten a través de varios países.
Esto es relevante para la República Dominicana.
Según el estudio “El turismo dominicano: un mar de oportunidades”, elaborado por la firma de consultoría Analytica, bajo el auspicio del Grupo Popular y de la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (ASONAHORES), el sector hoteles, bares y restaurantes representaba aproximadamente el “8 % del producto interno bruto (PIB) de la República Dominicana” en el año 2015 y aproximadamente, el “8.6 % del valor agregado al tercer trimestre 2016”.
No obstante, se estima que los beneficios del turismo son más amplios, salpicando también otras áreas.
Como resalta el Informe de la Economía Dominicana (enero-septiembre 2019), durante 2019, fuimos testigos de la fragilidad del sector turístico con la “caída en el influjo de turistas por el efecto que causó la cobertura de noticias negativas propagada por medios de prensa externos, relacionadas a eventos lamentables ocurridos a extranjeros mientras vacacionaban en el país durante la primera mitad del año”.
Ni mencionar entonces que descuidar el medioambiente y no luchar para preservar nuestros recursos naturales que son esenciales para el sector turístico – y para el disfrute de todos los dominicanos –, puede tener consecuencias sobre la estabilidad financiera del país.
Esto sin considerar que producto de las externalidades negativas transfronterizas, podemos estar cumpliendo con nuestra responsabilidad medioambiental, mientras otros países contaminan los océanos y mares, dejando nuestras playas llenas de plástico, basura o sargazo.
Además, la República Dominicana está expuesta a sufrir “en primera fila” las consecuencias de las tormentas, los huracanes y otros desastres naturales. Estos fenómenos son shocks disruptivos que desestabilizan la macroeconomía y entorpecen su desenvolvimiento óptimo. Si efectivamente el cambio climático exacerba y magnifica los desastres naturales habrá que tomar mayores medidas.
Sin mencionar que históricamente hemos sido económicamente vulnerables frente a los desastres naturales, por falta de recursos de contingencia para enfrentar emergencias climáticas.
¿Qué pueden hacer los bancos centrales para colaborar?
Así como los agentes económicos privados han tomado acciones para redefinir los proyectos que desarrollan con el sello de “finanzas verdes” e “inversiones de impacto”, los bancos centrales también pueden poner de su parte para guiar la economía hacia un futuro verde.
El FMI considera que muchos bancos centrales ya toman variables climáticas como parte de sus modelos económicos. Además, a través de los instrumentos de política monetaria, los bancos centrales podrían incentivar que los agentes económicos y los intermediarios financieros sustituyan activos grises por activos verdes de iguales características.
Los bancos centrales que han adoptado políticas no convencionales – como los programas de expansión cuantitativa, podrían otorgar condiciones favorables para los bonos verdes, por ejemplo. También en la regulación prudencial se podría darle un tratamiento más favorable a los activos que tengan componentes de sostenibilidad ambiental.
Con esto no digo que se deben beneficiar activos chatarras simplemente porque tengan el sello verde. Pero eventualmente, llegará la época en que los propios intermediarios financieros privados deberán ponderar el impacto ambiental de los proyectos al momento de financiarlos por las potenciales externalidades negativas que generan, con la finalidad de que no vean su reputación afectada.
¿Qué dice la Constitución al respecto?
Según el artículo 228 de la Constitución dominicana, el Banco Central de la República Dominicana tiene por “objeto velar por la estabilidad de precios”. Esto significa que la lucha contra la inflación debe ser su principal meta.
No obstante, esto no excluye que puedan adoptarse otras metas secundarias – sin perjudicar la estabilidad de precios – como: luchar contra la inestabilidad financiera (riesgo sistémico), velar por la estabilidad macro-prudencial, políticas a favor del desarrollo de viviendas, entre otras.
De igual forma, el régimen monetario y financiero de la nación no opera en un vacío. Sino que debe interpretarse contra el relieve de los principios rectores enunciados por la propia Constitución.
Como dice el artículo 217 de la Constitución, el régimen económico se “fundamenta en el crecimiento económico, la redistribución de la riqueza, la justicia social, la equidad, la cohesión social y territorial y la sostenibilidad ambiental, en un marco de libre competencia, igualdad de oportunidades, responsabilidad social, participación y solidaridad”.
Por lo que es evidente que todas estas variables – incluida la variable de sostenibilidad ambiental – de alguna forma son parte de la función de utilidad que deben optimizar nuestros hacedores de políticas públicas.
Ciertamente, estamos en la antesala de la banca central verde.