Hace mucho tiempo, publiqué una "entrevista imaginaria" con el doctor Balaguer, citando textualmente sus palabras, algunas de las cuales tienen 45 años o más y asombrosamente todavía hoy tienen validez.

En esta ocasión, igual que en la anterior, no se me apareció en sueños, ni cuando me encontraba debajo de una mata de pinos, junto a mi fiel perro Doberman, llamado Rambo. Esta vez llegó hasta a mí mientras montaba vigilia debajo de una mata de limoncillo, pues como siempre no podía conciliar el sueño. El doctor Balaguer entró silencioso, con su tradicional sombrero negro y traje del mismo color, pero con una corbata morada con bolitas blancas, exactamente igual a la que lució cuando recibió en su residencia al ex presidente norteamericano Jimmy Carter, en 1990.

Rambo ni se inmutó, pues ya lo conocía. Incluso movió el rabo en señal de amistad. Balaguer me saludó cordialmente, y luego se sentó en la mecedora que tenía a mi lado.

–Estrella Veloz, usted no ha cambiado mucho desde nuestra última entrevista. Y su perro siempre tranquilo, cuidándolo. Eso me recuerda a mis perros, que me los envenenaron hace casi una década por instrucciones de uno de mis adversarios políticos, que luego murió brutalmente asesinado por una turba. Ni siquiera donde estoy lo he visto, pero lo perdono—me dijo.

–No diga que el tiempo no pasa, doctor. El tiempo no transcurre en balde, como le dije al doctor Peña Gómez en 1990, una noche que me dijo que yo parecía "un viejito", por las canas que comenzaban a teñir mi cabeza…

–Je,je,jé—se rió Balaguer.

–Como usted sabe, doctor—continué el diálogo—el país está actualmente abrumado de muchos problemas, a tal punto que muchos anhelarían un gobierno "de mano dura", para poner fin a la delincuencia común que nos arropa. Me gustaría un comentario suyo al respecto.

–Gobiernos fuertes no serán aquí en lo sucesivo los que se apoyen en las bayonetas, sino aquellos cuya fuerza y cuyos poderes emanen de las  manos del pueblo…El pueblo dominicano ha aprendido que la fuerza bruta aniquila pero no convence, que se acata pero no se respeta. Solo una consulta electoral genuina, en consecuencia, puede convertir en un logro perfecto el esfuerzo que necesitamos desplegar para que el país se pacifique y para que sus partidos políticos sean colocados ante la alternativa de extinguirse o de someterse espontáneamente a la convivencia civilizada.

–Hay quienes sostienen, doctor Balaguer, que en la República Dominicana impera una dictadura de partido, aunque haya democracia. Que existe una especie de trujillismo disfrazado. ¿Qué puede usted comentar sobre eso?

–Simplemente, Estrella Veloz, que del trujillismo solo ha desaparecido la persona de Trujillo, pero los métodos y los sistemas que hicieron para muchos a ese régimen odioso, siguen en pie, quizás con más gravedad que antes, porque el beneficiado no es ahora un solo hombre ni una sola familia, sino toda una camarilla quien crece y se renueva sin cesar en las distintas ramas de la administración pública.

–Igual que en su gobierno, ¿no?

–Je, jé.

–Señor presidente, ¿cree usted que realmente en el país hay democracia?

–La República Dominicana será un país democrático cuando cada uno de nosotros, no importa su ideología ni su edad, se someta voluntariamente al imperio de la ley e inspire su ideario político y su conducta pública en las famosas palabras con que el presidente Lincoln, al finalizar en 1864 la guerra civil de los Estados Unidos, expresó su fe irrevocable en el destino del hombre  y en las virtudes de la democracia representativa. Cito: "Bajo la ayuda de Dios, renacerá la libertad, y el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, no perecerá en la tierra".

–¿Cuáles son, a su juicio, señor presidente, las prioridades más urgentes de la República Dominicana?

–Se lo voy a decir: lo que la República Dominicana requiere son reformas. Estas reformas, para que den plena satisfacción a los anhelos legítimos de las grandes mayorías nacionales, tienen que recaer sobre tres órdenes en que descansa la sociedad dominicana: el político, el social y el económico. Necesitamos, en otros términos, reformas de todos los tipos: agrarias, educacionales, tributarias, administrativas, constitucionales. Paralelamente, con estos cambios básicos, el país necesita otros de menor importancia: reforma del crédito, del régimen de trabajo, de las leyes que rigen nuestras instituciones de seguridad social, etc.

Pensé hacerle otras preguntas, pero como si me adivinara el pensamiento, el doctor Balaguer dijo:

–Excúseme, Estrella Veloz, pero tengo que visitar a otros amigos, entre ellos a un periodista llamado José Báez Guerrero, quien suele contar sus sueños cada vez que lo visito. Igual que usted. ¿Conoce usted a ese periodista?

–Naturalmente, doctor Balaguer, pero nos hemos tratado mucho, además de que hace tiempo que no lo veo.

El doctor Balaguer se levantó de la mecedora, me estrechó las manos, acarició mi perro, me dio las buenas noches y se marchó tan sigilosamente como había llegado.

Obras consultadas: La palabra encadenada (1975), Entre la sangre del 30 de mayo y la del 24 de abril (1965) Industrias Gráficas Manuel Pareja, Barcelona, España, 1983; La marcha hacia el capitolio. México: Imprenta Fuentes, 1973; Balaguer subiendo al Poder. Víctor Grimaldi, Editora Corripio, Santo Domingo, 2009.