Desde hace 16 años, se inició un reparto irregular de los terrenos del Estado, a raíz de que alguien ordenara expedir certificados de títulos en la década de los 80 – iniciándose así un litigio, durante todos estos años, los gobiernos no lograron defender el Estado de los ladrones.
El presidente Danilo Medina había pensando en impulsar el desarrollo de la región Suroeste. Y, a la puesta en práctica de sus planes, emergió el histórico problema de Bahía de las Águilas, considerado por la UNESCO como la única reserva de la biósfera en toda la isla, formando parte del área protegida del Parque Nacional Jaragua. Admitió así el Señor Presidente que desconocía algunos aspectos del caso Bahía de las Águilas.
Lo cierto es que ambientalistas, sociedad civil y medios lograron poner en evidencia lo que el presidente desconocía. Y se desestimó el Plan que ya había sido firmado y notariado con los “titulados” de Pedernales, que esperaban recibir el 45% de los beneficios del patrimonio del fideicomiso. Aunque el acuerdo no había sido formalizado por los tres Ministros responsables de viabilizar el Plan: Bautista Rojas (Medio Ambiente), Javier García (Turismo) y Cesar Pina Toribio (Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo). Observándose que el conflicto también desestimó la poca seriedad, que quedaba en algunos actores políticos y pone en el tapete el peso del presidencialismo en la decisiones públicas. Danilo había enmendado el error dando lecciones de estadista.
La noticia del 21 de Febrero, llenó de júbilo las redes sociales, y a todo aquel que entendía y no entiende nada del problema ecológico, y del robo al Estado. En un gesto extraño, el Presidente Medina se enfrentó a los millonarios interesados, que amenazan el Parque Nacional Jaragua y el rol ecológico que juega la Bahía de las Águilas. Todos han saludado la decisión, que permitió que el agradecimiento se haga presente, convirtiendo a Danilo Medina en el presidente más popular que ha tenido el país en las dos últimas décadas – faltando apenas cinco días para presentar su primera rendición de Cuentas, tras apenas 6 meses de mandato, en medio de medidas muy impopulares, para enfrentar el déficit fiscal.
Salvándose de cometer su primer gran error político, al desestimar el robo, Danilo nos ha hecho olvidar el paquetazo fiscal, el alza de los combustibles (con la gasolina a RD$250 el galón), el alto costo de los alimentos, la inseguridad ciudadana, la corrupción y la justicia, el narco tráfico, el descalabro del PRD y las andanzas de Leonel Fernández, a quien se le atribuye haber vendido Bahía de las Águilas: un escenario socio-político y económico delicado que remite más bien a protestas, reclamos e ingobernabilidad.
Indudablemente, esta sociedad está tan necesitada de que alguien se ocupe de ella y la defienda, que estará bien agradecida si Danilo declara el respecto al patrimonio nacional y de una vez por todas, se cierra ese caso tan vergonzoso, que nos ha permitido descubrir los sutiles niveles de complicidad de nuestras instituciones y de la deteriorada clase política – claro está, sin olvidar el compromiso con el desarrollo sustentable de la región Suroeste.
Danilo es el gran ganador de Bahía de la Águilas, porque hacia tanto tiempo que un Presidente no tenía un gesto, que permitiera inferir que podría estar escuchando algo de lo que el pueblo dice, distanciándose así del estilo de su predecesor – siendo percibido como un mandatario que desea gobernar para la gente, algo que se verá más adelante, pues apenas está comenzando.