Con motivo de la buena película de Huchi Lora, El Teniente Amado, se ha redundado en cuanto a que el teniente Amado García Guerrero, del Cuerpo de Ayudantes Militares de la Presidencia de la República, fue la pieza clave en el ajusticiamiento del tirano Trujillo Molina al filo de las 10 y 30 de la noche -bajo los esplendores de una jibosa iluminante de total luna llena- el martes 30 de Mayo del 1961 en el entendido de que fue él quien aviso a los complotados que aquel iría a su finca de San Cristóbal aquella noche y no la del miércoles siguiente, como solía pautarlo.

Miguel Ángel Báez Díaz, Director General de Hipotecas, del círculo inmediato de la bestia Trujillo, fue la pieza clave aquel día a juzgar por su accionar imparable desde horas de la tarde hasta minutos antes del ajusticiamiento patriótico, aunque hay que admitir que la percepción imperante –que también se me imponía- es la de que aquel valiente teniente se constituyó en la pieza clave para que aquella noche él y Antonio de la Maza –quien era zurdo- iniciaran, respectivamente, a fuego de ametralladora y de escopeta el atentado contra el tirano y su chofer Zacarías de la Cruz.

Báez Díaz, de una valentía personal a todas pruebas, fue de los que almorzó con el tirano poco después del mediodía de aquel día y escuchó cuando dijo que iría esa noche y no la siguiente a la Hacienda Fundación.

“Alrededor de las 5:30 de la tarde fue que Miguel Ángel Báez Díaz se comunicó con Antonio de la Maza y le puso al corriente de la posible salida de Trujillo al campo por haberse mencionado esto en el almuerzo que realizaron juntos”, según rememoró el español Ángel Bisié, quien tenía la custodia de las armas a emplearse.

Báez Día y de la Maza habían acordado un código de comunicación, por lo que el primero llamó por teléfono al segundo y le dijo:

“-El ingeniero de quien te hablé va a ir esta noche a hablarte sobre la madera*”.

Según se ha dicho y publicado, De la Maza decidió más adelante comunicarse con el teniente Amado para confirmar la especie, quien a eso de las 8 de la noche llamó al oficial del día, el teniente Rubiera, y luego de una corta conversación amistosa le preguntó que “de qué color había salido vestido el jefe. El teniente Rubiera le contestó que con el traje verde olivo militar**”, que era el traje con el que acostumbraba ir a su finca.

A eso de las 9 de la noche, luego de que el tirano paseara por el malecón rodeado de sus cortesanos, salió hacia la Base Aérea de San Isidro con el general Pupo Román, Secretario de las Fuerzas Armadas. Entonces Báez Díaz fue donde los emboscados a informarles del retraso y reconfirmarles que aquel iría a su finca de San Cristóbal; y más tarde, a eso de las 10, al ver que el tirano había retornado e ido a la casa de su hija Angelita Trujillo, Báez Díaz volvió donde los emboscados, quienes ya estaban desesperados, y les informó el motivo del nuevo retraso.

“Estando a la espera del automóvil de Trujillo, el grupo (De la Maza, Imbert, el teniente García Guerrero y Estrella Sadhalá) estaba a punto de marcharse cuando llegó Miguel Ángel Báez Díaz y les comunicó que el tirano no tardaría en llegar”, precisó Antonio García Vásquez en la página 117 de sus memorias.

De todas maneras, todos fueron piezas decisivas aquella noche. El zurdo De la Maza al disparar de primero al blanco Trujillo con su escopeta de cartuchos fortificados para la ocasión, el inconmensurable teniente Amado con el fuego inclimente de un M-1, Estrella Sadhalá con su revólver 38, el inmenso Imbert Barreras, frío como un bloque de hielo, al volante del vehículo de los atacantes, y el resto a bordo de otros dos automóviles…

Y conste que el tozudo activismo de Báez Díaz fue la causa eficiente inmediata de que se enseñaran contra él y su hijo Miguelín Báez Perelló… torturados y asesinados de primero.

*Eduardo Antonio García Vásquez. Notas Sobre el 30 de Mayo de 1961. Pág. 16. Revista Ecos. Año 6. No.7.1999.

** Beras Castro, Pantolín. Trujillo y mis vivencias. Págs. 248-249.