Si se entiende por cultura a una complejidad interrelacionada de significados expresados de forma simbólica y producto de una particular relación con el sistema vida, es comprensible que los sistemas culturales sean expresiones de cómo una comunidad humana formula su particular modo de experienciar el mundo y sus vivencias. Por tanto, la cultura, en su papel integrador y socializador, se estructurará en formas simbólicas que son accesibles al investigador a través de los sistemas culturales.
La música popular es un sistema cultural que tiene más incidencia en la población que cualquier libro escrito por el más renombrado intelectual. No se trata de oponer sin más lo culto a lo popular, sino en ver las incidencias en la significación y resignificación de las experiencias de la vida en la mayor cantidad de personas posible. Por ejemplo, en el imaginario cultural dominicano hay más contenido de Ramón Cordero, Luis Segura o Leonardo Paniagua(bachateros) que de Emilio Rodríguez Demorizi o Tulio Manuel Cestero. La razón es obvia, los medios de comunicación de masas socializan los productos culturales en un amplio espectro de la población que no tiene acceso a la cultura escrita. De igual forma, es más fácil escuchar una canción que leerse quinientas páginas de un libro.
Aunque no se comprenda la canción, se le escucha una y otra vez por lo que permite que se grabenen nuestra memoria, de modo inconsciente por la repetición rítmica, el conjunto de significados que ella sostiene. No está demás decir que una canción es un producto cultural que bien puede formar parte de un sistema que busca influir, desde una estética determinada, y transmitir su particular cosmovisión a una gran cantidad de personas. En este sentido, comete un terrible error quien piense que las letras de las canciones no son importantes.
La cosmovisión que se plasma en las letras es el fruto de una relación cultural mediada por el signo, lingüístico o no. Por ello sostengo que un estudio sobre el imaginario cultural dominicano debe dar cuenta de los sistemas culturales que mediatizan este imaginario colectivo expresado en las manifestaciones artísticas populares y no en las cultas. Primero, debido a la alta incidencia en la población y, segundo, las prácticas cotidianas de semantización de la relación subjetividad-mundo generan sus técnicas propias de ejecución, conservación y transmisión de lo cultural alejadas del exclusivo mundo intelectual en nuestro país. Regularmente estas técnicas de significación de un particular modo de vida obedecen a estructuras inconscientes adquiridas en el mundo de la vida y masificadas por los medios de masas como la radio, la televisión, la prensa, el internet.
Veamos un ejemplo ligado a la radio dominicana. Tomo el caso de Silvestre Peguero quien compuso “el puñalito de acero” (https://www.youtube.com/watch?v=yY05zwrF-v4). La situación motivo para esta composición es una problemática muy personal con otro bachatero, Marino Pérez (ver la contestación: https://www.youtube.com/watch?v=3vu4HmmH5QU). Ahora bien, aunque la problemática es individual y personal, la estructuración del mensaje se hace desde un código compartido por la colectividad y a partir de una cosmovisión aprendida, resignificada, valorada como buena y válida y transmitida en tal virtud. La vivencia de esta experiencia conflictiva se hace desde un código compartido culturalmente que le indujo a representarse a sí mismo como “hombre guapo”, por lo que la contestación de Marino Pérez se hace en los mismos términos, solo que más al modo de “tu macho”/yo “más macho que tú”.
Este es un caso paradigmático de una estructuración mayor dentro de un sistema de significación cultural. Por eso la labor del investigador o cualquier interesado en este tema es rastrear las prácticas que le dan origen a este modo de significación de la experiencia cotidiana que se articula en diversos sistemas culturales. Cuando digo “origen” no me refiero al punto de inicio, sino al cómo se adquiere y expresa este modo de experienciar el mundo en la actualidad bien sea en el mismo sistema cultural o en otros afines. Para ello habría que hacer un catálogo de las obras y sistemas culturales, identificar-evaluar en el conjunto las repeticiones de patrones de significación y resignificación de las experiencias humanas compartidas.
¿En qué nos ayudaría una investigación de este tipo? A Descubrirnos a nosotros mismos como colectividad.