“I wanna put her in all my accounts”, me saludó el gringo mientras yo chequeaba mi iPhone, decepcionadísimo porque ya eran las 11 y 45 de la mañana y todavía no había recibido ni una foto medio plebe de mi amada. Levanté los ojos, traté de disfrazar la instantánea expresión de asombro en mi rostro. Asombro es un eufemismo, el gringo era bien feo, sin edad, gordo, rubio casi albino, ojos hinchados de mamífero recién nacido o enfermo; de hecho, no había nacido así, un camión le pasó por arriba, dejándolo en coma por un mes.
“Pensaron que el accidente iba a afectar mi cerebro. '¿Qué cerebro?', dijo mi primo, ese singamadre", me dijo el gringo en Inglés.

Salón dominicano en el Bronx

“Sit down please”, le dije, y me fijé en la mujer que lo acompañaba. No era bonita, oscuras manchas marrones en la cara marrón claro; no era joven, arrugas en los labios, pelo rojo; experta, supe un chin más paralante, en blowers, desrizados, tintes, paticuris, manicuris y cuidado del bigote femenino.
“My uncle is gonna give us the money so WE can open a beauty parlor, she’s an expert”, dijo el gringo cuando le pregunté si la esposa estaba empleada, demostrando que cambiar su cuenta individual a una cuenta mancomunada es el primer paso para dejar de ser un individuo, ahora es parte de una entidad llamada “NOSOTROS”, planificando sus vidas para en un futuro cercano estar juntos 24 horas al día, y así la tirria podrá aparecer antes; es como si siguieran un manual de instrucciones:

Conozcámonos.
Salgamos.
Vivamos juntos.
Casémonos.
Tengamos niños.
Trabajemos juntos.
Divorciémonos si no nos matamos durmiendo.

“Could you tell me your social security number?”, le pregunté a la mujer.
“¿Eh? Yo no inglis?"
"¿Su número de seguro social?”
“Ah pero tú ere dominicano, yo pensé que tuera hindú… No, no tengo social, si esa e una de la razone pa quete gringo me ponga en su cuenta, paque en Migración vean que tenemo vaina junta y me den la gríncar, ademá su tío le va dal dinero pa que me ponga un salón aquí… Yo tenía un salón allá en el Quiqueya y un día vinieron en un camión y me preguntaron que dónde yo quería que llevaran todo, eran del Banco, quel dueño del edificio no había pagao ni una cuota del prétamo y yo le había pagao la renta a ese abusador por sei mese", me dijo la mujer, demostrando ese feature que tenemos los dominicanos de hablar como si estuviéramos empericaos.
“What are you asking her?”, me preguntó el gringo pasando su mano izquierda por el muslo derecho de la mujer, demostrando que, además de ser cariñoso, no sabía ni pío de Español.
“I’m just asking her for her IDs", le dije al gringo.
“Baby, give him your passport”, le dijo el gringo a la mujer.
“¿Eh?"
“Que me dé su pasaporte por favor", le dije a la mujer.
“Aquí lo tengo, también tengo la cédula vencía y una tarjeta de ATM del Cerito de Oro", me dijo la mujer.
“What did she say?”, me preguntó el gringo.
“She’s just telling me about her IDs", le dije al gringo.
“¿Qué te preguntó el gringo?", me preguntó la mujer.
“Que qué yo le dije", le dije a la mujer.
“What did she say?”, me preguntó el gringo.
“She just asked me what did you just asked me”, le dije al gringo.
“She’s great you know, I’m so lucky she’s not a gold digger man, she lulls me to sleep singing softly every night, holding me, she’s got the hug of God”, dijo el gringo mirando a la mujer, adorando a su esposa caribeña.
“¿Qué dijo el gringo?”
“Que usted no ta con él por la greencard, que usted lo duerme todas las noches arrullándolo cantándole suavemente, abrazándolo, que usted tiene el abrazo de Dios".
“Ete gringo e bien”, dijo la mujer girándose tiernamente hacia el gringo, haciendo un cono con sus dedos, yemas juntas como hablando en italiano, llevándoselo varias veces a su boca abierta repitiendo: "Baby, comida… Baby, comida…"
“I think she is hungry”, le dije al gringo.
“Tell her I’ll feed her when we finish", me dijo el gringo.
“Que él la va alimentar cuando acabemos", le dije a la mujer.
“¿Y falta mucho?”, me preguntó la mujer.
“No, yacabamo".