No ha sido una sorpresa que Isabel Ayuso ganara en Madrid. Desde hace 26 años los candidatos del PP ganan en Madrid. Sólo tres veces ha ganado la izquierda aquí. La apuesta de Ayuso ha resultado ser beneficiosa. Aprovechando una moción de censura fallída en Murcia, montada por el PSOE y Ciudadanos (Cs), disolvió la Asamblea de Madrid y convocó elecciones para el 4 de mayo.

Con ello apostaba por quitarse la limitación a su poder que significaba la coalición con Cs y, de paso, si tenía éxito, liquidar a ese partido como competidor de los votos de la derecha y del centro derecha. Aprovechaba el desgaste y la crítica que generan todos los gobiernos que han tenido que gestionar la plaga de la Covid-19 (ella de manera irracional cargaba de todas las culpas al Gobierno Central, mintiendo y negando hechos evidentes, pero eso ya en política parece no importar, sobre todo, si tienes una batería de medios de comunicación apoyándote y presentado mentiras como verdades, acríticamente).

La jugada le ha salido, no bien, sino sobresaliente. El 4 de mayo ha ganado en prácticamente todos los municipios de Madrid, los de mayores ingresos por habitante y en los más pobres, en barrios de postín y en la mayoría de los populares.

La sociología electoral de Madrid vendría a confirmar que la derecha es hegemónica en lo político y en lo ideológico. Ha logrado que temas como la bajada de impuestos (a los más ricos), que la supresión de impuestos de sucesiones y donaciones (que también beneficia a los que tienen más patrimonios, capital e ingresos), sea asumido como algo “bueno” para los que solo tienen un salario y, a lo más, una hipoteca sobre su vivienda.

La bajada de impuestos se traduce en menos recaudación y por ende en disminución de los gastos en educación, salud y servicios sociales, a la vez que en creación y mantenimiento de infraestructuras. ¿Quiénes son los principales perjudicados con ello? Los perceptores de ingresos más bajos.

Los de altos ingresos envían sus hijos a colegios concertados y privados. Si se enferman pueden optar por una clínica privada (aunque la calidad de los hospitales públicos es aún excelente). Y no necesitan de los servicios sociales de manera necesaria sino opcional y si lo hacen es simplemente para recuperar así parte de sus impuestos. No porque están obligados a hacerlo por falta de recursos económicos.

Así pues, que Ayuso haya arrasado en votos y obtenido 65 diputados, Más Madrid, 24, PSOE,24, VOX, 13, y Unidos-Podemos, 10, para acercarse a la mayoría absoluta de 69 diputados, muestra que ha conquistado el voto transversal al que tanto aspiraba Podemos desde su creación. Aunque esa transversalidad tenía como límite, en su caso, a la casta y a los muy ricos. Ayuso no tiene límites, parte de los intereses de los muy ricos hasta atraer- racionalmente inexplicable- a los votantes de vidas y salarios precarios.

Se requieren investigaciones profundas de psicología social para lograr saber que hay en las mentes de los trabajadores, de los empleados asalariados con ingresos entre 950 a 3000  o 4000 euros, para pensar que tienen identidad de intereses con los beneficiarios reales de las políticas de Ayuso. Hipótesis se pueden hacer varias. Me eximo de presentar algunas, porque lo importante es hacer ese trabajo de investigación no especular al respecto.

Debido al triunfo de Ayuso en Madrid, saca del tablero político en Madrid a Cs que ya no es un competidor para el PP, no necesita para gobernar a VOX, ya que, si lo desea, podría llegar a un acuerdo con Más Madrid, para que se abstenga en la votación a la investidura de la Presidencia de Madrid, a cambio de firmar, pongamos por ejemplo, un acuerdo de incremento de la inversión pública en materia sanitaria (contrataciones de personal médico, enfermeros y etc.). De modo que si lo quiere puede mandar a la marginalidad política a VOX.

Por otra parte, la “batalla de Madrid”, ha tenido otro actor político descalabrado, Pablo Iglesias, que aunque logró que UP subiera de 7 a 10 diputados, no ha sido decisivo para que su partido creciera sustancialmente y ha quedado como la última fuerza política en número de diputados en la Asamblea de Madrid.

Ayuso polarizó la campaña primero en Libertad o Comunismo (una falacia ya que ni lo uno ni lo otro estaban, obvio, en juego), pero como gran parte del aparato mediático de la derecha española tiene siete años enfocando sus cañones a desprestigiar, calumniar y zaherir a Pablo Iglesias, eso ha dejado su huella en la sociedad española y madrileña en particular. No entro ahora a analizar estos hechos.

A consecuencia de todo ello Iglesias de manera valiente y sensata renunció de sus cargos y afirmó que abandona la política partidista activa. Supongo que ahora se dedicara a la docencia universitaria y a dirigir programas de radio o televisión, como ya lo había hecho con anterioridad. Seguirá influyendo en la vida política pero no, por el momento, como actor protagónico.

Hay que señalar que en todo esto hay apoyos indirectos a Ayuso que no deben ser silenciados. Las críticas acérrimas de Felipe González, y otros ex dirigentes del PSOE al presidente Sánchez, al gobierno de coalición y a la línea del PSOE, no ha contribuido ni beneficiado electoralmente a ese partido, y si al PP. La prueba, de los 13 diputados perdidos por el PSOE solo siete los ha ganado Más Madrid y UP. El resto -6 diputados- es presumible que haya ido al PP con los votos de ex votantes del PSOE.

La impresión que han dejado estos ex dirigentes del PSOE, nostálgicos del pasado, es que preferían a Ayuso antes que a Gabilondo, que si gobernaba, tenía que hacerlo con Más Madrid y UP. Y ellos siguen pensando en el pasado, en el bipartidismo, un escenario que no existe en la España política de la segunda década del siglo XXI. Y, además, tienen una inquina no disimulada a los partidos que se sitúan aparentemente a la izquierda del PSOE.