Al conmemorar el día de los Ayuntamientos el momento es propicio para reflexionar sobre el rol estratégico que tiene la institucionalidad local en el desarrollo de la nación, como entidad política administrativa básica del Estado dominicano responsable de la administración de un territorio determinado que le es propio.

El marco legal vigente para el Distrito Nacional y los municipios (Ley 176-07) sitúa a los Ayuntamientos ante un catálogo de responsabilidades mínimas que deben ser asumidas por cualquier entidad que sea corresponsable del desarrollo de un territorio y que se identifique como el gobierno de lo local, sin embargo, las limitaciones históricas de los Ayuntamientos han creado de este listado un monstruo difícil de abordar por cualquier municipalidad de la República Dominicana; limitando su accionar a la recolección de los residuos sólidos y la construcción de mercados o funerarias en algunos casos.

Ante esta situación se requiere profundizar en el análisis de una serie de elementos que aparentemente condicionan el avance efectivo de las administraciones municipales, pero que en realidad pueden convertirse en piezas estratégicas para impulsar el desarrollo de los territorios y contribuir en el bienestar de su gente; estas piezas son i) el financiamiento, ii) la gobernanza y iii) el uso de suelo.

En primer lugar, el financiamiento que reciben las entidades municipales a penas llega a un 2.76% (2018) del presupuesto nacional, quedando muy por debajo del porcentaje establecido por ley lo cual presenta un panorama desolador al momento de propiciar iniciativas para el desarrollo de la demarcación; sin embargo, esta situación debe apuntar hacia la coparticipación por el desarrollo con otros sectores de la vida nacional.

En el caso del presupuesto que en la actualidad destinan las sectoriales del gobierno nacional al territorio, el monto invertido es suficiente para cofinanciar y al mismo tiempo impactar en el desarrollo de los municipios; para tales fines se requiere fomentar mecanismos que vinculen los distintos niveles de gobierno, materializados en convenios de programación intergubernamental para fomentar la inversión sectorial en atención al potencial y las prioridades identificadas en cada territorio.

Otra pieza estratégica para impulsar el desarrollo desde los municipios es a través de un modelo de gobernanza que involucre los entes desconcentrados de la administración local, con el fin de revertir la lucha encarnada entre los Ayuntamientos y las Juntas de Distrito por el control del presupuesto y la gestión aislada del territorio. Estas entidades municipales deben sumar las energías para propiciar el complemento de su gente, sus recursos, sus oportunidades y sus debilidades, con el fin de provocar el bienestar de toda la ciudadanía, apuntando hacia el éxito permanente del municipio en lugar del triunfo pasajero de la demarcación que se representa políticamente.

Finalmente, la tercera pieza estratégica es la gestión efectiva y coordinada del uso de suelo, concebida como una herramienta de vocación local para mejorar la ocupación del territorio, reducir las vulnerabilidades, promover inversiones en atención al potencial del territorio, disminuir los niveles de discrecionalidad y elevar los nieles de recaudación de la administración local. En la actualidad existen grandes debilidades en la administración del suelo, sin embargo, esta herramienta podría convertirse en el instrumento de gestión primordial de los Ayuntamientos para convertirse en verdaderos gobiernos locales, con la capacidad de incidir en el desarrollo.