Nadie se nos montará
encima, si no doblamos
la espalda.
Luther King, Jr.-
Es incuestionable, que basado solo en los hechos actuales y aquellos que han existido por decenas y decenas de años, nadie puede negar lo cierto, de que el bienestar de Haití, es fundamental para el nuestro propio. Para todos es sabido, que esa Nación, de por sí y desde siempre, ha resultado en un estado fallido. Los problemas internos han sido insondables, donde las diferentes tribus de las que fueron traídos desde África, como esclavos, nunca han podido hablar el mismo idioma.
Eso, por un lado, porque además, y por igual, las diferencias han sido y son profundas, constituyendo, indiscutiblemente, uno de los países más pobres del mundo y, lo peor de lo peor, racista hasta el tuétano.
Y es por todos esos problemas, que nuestro deber es contribuir en todo lo posible, con la estabilidad de ese país, ya que los tsunamis caóticos que ellos producen, de una u otra manera, nos afectan por igual a nosotros. Pero, esas ayudas y desvelo por ayudar a mitigar sus desgracias, deben y tienen que tener una condición innegociable, sin importar los intereses internos o externos que, supuesta o realmente, inciden en las soluciones de estos problemas y, esa condición, es simple pero esencial; ellos allá y nosotros aquí.
Es como si nos estuviésemos estupidizando cada día más en cuanto alcanzar una solución a este ancestral problema. En ocasiones, escuchamos reclamos e insinuaciones capciosas sobre hechos históricos, cuyos áulicos tratan de desvirtuar ante los ojos de los que poco o nada ven. Escuche a un “opinador-analista”, referirse a los Imperios Chinos como crueles invasores, para ocultar que China, nunca ha sido invasor, muy contrario a los japoneses -a los cuales trataba de defender-, lo cual podríamos tomar como símil con nuestros vecinos del Oeste, ya que nunca nuestro país ha puesto un pie en suelo haitiano, muy diferente a las acciones que las huestes haitianas han llevado a cabo en contra nuestra.
Podríamos creer que lo peor ha pasado con relación a este asunto pero, no es así, a pesar de que ya la amenaza militar ha pasado a un plano impensable e infinitamente imposible de llevar a cabo, debido a las precariedades que los abruman, en donde las soluciones a los mismos no aparecen siquiera en las honduras del espacio infinito, pero, otro tipo de amenaza pende encima nuestro, cual espada de Damocles. Dicho esto, es obligatorio exponer que la amenaza ahora y por mucho, radica en la invasión pandémica y pacifica por la incontrolable -en apariencia- frontera dominico-haitiana.
Tanto es así, que ya, los partos de haitianas ilegales, en muchas regiones del país, superan a las nacionales. Entonces, ¿qué hacer frente a la inoperancia de las autoridades encargadas de controlar esta pandemia migratoria, donde al parecer, para actuar con responsabilidad, son inexistentes? Ya es inocultable, regiones enteras se han convertido en “Departamentos” o territorios libres. El Hoyo de Friusa; Tireo; Colonia Haitiana, antiguamente Colonia Kennedy, Río Limpio y El Fogonazo, solo son, simples referencias.
Pero al grano, es conocido el gasto médico empleado en los ilegales haitianos, bien se podría, destinar esos recursos para donarles unos cuantos hospitales en los cruces fronterizos pero, construírselos del lado haitiano. Inclusive, hasta se podría enviar médicos hacer operativos, principalmente a lo largo de la frontera pero, del lado de ellos. Igualmente, si se acaba con la explotación de la mano de obra haitiana ilegal, por igual contribuimos al bienestar de los mismos. Esto así, porque en los Consulados dominicanos, se les daría una entrada por temporada, sellando sus pasaportes, obteniendo los datos de cada persona y entregándole una tarjeta –al mismo tiempo- con la cual entrarían por los pasos fronterizos.
Pero de nada valdría si Migración, no se pone los pantalones y verifica en cada construcción el porcentaje y la legalidad de los extranjeros que en ellas laboren, cuya violación conllevaría una multa, donde pocos se arriesgarían a contratar o emplear esa gran masa de ilegales. Pero, Migración, no se da por aludida, desde hace muchos años. ¡J…er! ¡Sí señor!