Soy nativo de un barrio llamado los Cajuiles de Cevicos y al frente de mi casa se celebra una novena a la virgen de Altagracia y creo que a esta expresión cultural le debo mi interés por el conocimiento de las tradiciones y nuestra cultura.
En una de las tantas salves que se cantaban en las fiestas de atabales recuerdo con especial particularidad un estribillo que dice lo siguiente “ayer me dijiste que hoy y hoy me dices que mañana y mañana me dirás qué largas son las semanas”.
El espectáculo que suelen ofrecer los choferes del transporte público y sus negativas a reducir los costos del pasaje se sintetiza en este estribillo que acabo de citar. Aún no salgo de mi asombro cuando uno de los supuestos sindicalistas manifestó que si ocurría el impuesto a las compras por internet ellos tendrían que aumentar el pasaje, sabiendo nosotros que posiblemente el porcentaje de choferes que compra piezas por internet debe ser ínfimo.
Debido a la baja que ha sufrido el precio del petróleo a nivel internacional los combustibles han experimentado una reducción considerable casi por tres semanas corridas, pero los muy señores del desorden se niegan a reducir los pasajes porque según afirman ellos utilizan el gas como combustible y este no ha disminuido.
Si el gas no experimenta rebajas es porque el precio del mismo es de los menos afectados y además la mayoría de los choferes reciben el subsidio del estado a través del bonogas, pero esto jamás puede mencionarse pues fácilmente podrían irse a una huelga y paralizar el país.
Estos chantajistas del transporte han acumulado tanto poder que el gobierno les teme, circulan por las calles sin respetar ninguna ley de tránsito. Un ciudadano cualquiera se desplaza por alguna avenida y con facilidad puede ser multado al no llevar el cinturón de seguridad, si no funciona alguna luz o conversar con el celular mientras conduce, pero a los dueños del país, como se les ha denominado, nada de esto le sucede.
Basta con que enuncien alguna amenaza o advertencia y tendrán al gobierno de turno cediendo ante las insaciables peticiones de estos mal llamados “padres de familia” incluyendo el que cada ciudadano pague un peso adicional al galón de gasolina para que subvencionar la compra de vehículos por parte de unos señores que, precisamente, no utilizan este combustible ¡joder, vaya ironía!
Esto es para indignarse: quienes consumimos gasolina pagamos un peso para que ellos compren vehículos y estos señores no consumen este combustible, por consiguiente ellos mismos no aportan a su causa es el pueblo quien le hace el favor y aún así se niegan a bajar el pasaje. Bastó con que Tránsito Terrestre mencionara reducir los pasajes para que de inmediato se expresaran negativas y amenazas.
Ayer me dijiste que hoy es el laberinto de indecencias de unos sujetos que jamás han visto su trabajo como servicio, sino como lucro. Ven en cada coyuntura una oportunidad para aumentar los precios del pasaje, pero ninguna circunstancia es favorable para reducirlos y al final siempre se saldrán con las suyas porque han aprendido con buenos resultados el oficio de chantajear.
Mientras al pueblo no le queda otra alternativa que lamentarse, pero sin acción, en las tétricas letras de una salve que expresa la impotencia de quien nunca ve llegar lo ansiado por más promesas que se hayan expresado y por eso la decepción sintetizada en “ayer me dijiste que hoy…”