No habían pasado muchos minutos después de que el viernes santo, durante el sermón de las Siete Palabras, sacerdotes criticaron los esfuerzos reeleccionistas del gobierno, cuando el portavoz de Palacio, Roberto Rodriguez Marchena, citó una reciente encuesta norteamericana que evidenciaba que en ese país se ha reducido la afluencia a sinagogas, mezquitas e iglesias. Su objetivo era claro: decir que la influencia de las religiones ha estado decayendo, por lo que lo de las Siete Palabras no tenia la importancia de antes. Si en vez de fijarse en encuestas americanas, lo hubiese hecho con dominicanas, se hubiese dado cuenta que cuando se pregunta cuáles son las instituciones que más se respetan, los dominicanos citan como la principal a las iglesias Cristianas.
Lo de Rodríguez Marchena provocó críticas de peledeistas por los medios sociales contra la iglesia que, para los que tenemos ya cierta edad, nos hizo recordar los Foros Públicos contra sacerdotes, ordenados por Trujillo, como reacción a la Pastoral de los obispos de enero de 1960.
Cuando los jueces del Tribunal Superior Electoral preparaban una sentencia que iba a perjudicar a la facción del PRD aliada al partido de gobierno, funcionarios de alto nivel los presionaron psicológicamente y cuando no tuvieron éxito el presidente del senado pidió públicamente un juicio político contra esos jueces, por haber perjudicado a esa facción de un partido que apenas contribuye con un 5 por ciento del voto popular.
El alcalde de Santiago, Abel Martínez, no vio mal que se filmara el cumpleaños de una hijita suya, un acto fastuoso y caro, que no pudo costearse solo con el sueldo de un funcionario público. Y es que ya no se teme a evidenciar corrupción.
Es más, líderes del PLD han devenido en avasalladores, arrogantes, engreídos intolerantes y prepotentes.
Ni durante el primer año del primer gobierno de Leonel Fernández, ni durante el primer año del primer gobierno de Danilo Medina existieron esas actitudes, producidas ahora por la percepción de seguridad que surge con el mucho tiempo en el poder. Además, los “compañeros” más viejos añoran los días de Bosch y su libro “dictadura con apoyo popular”.
Luego, reconociendo los errores, algunos ministros con asiento en palacio dieron declaraciones tratando de suavizar el asunto y el PRD optó por convocar una segunda convocatoria, mejor organizada, en vez de continuar por la ruta del juicio político.
El presidente Medina, como es su costumbre, hizo mutis, en vez de criticar a sus compañeros.
La que no hizo mutis fue la embajadora norteamericana pues visitó la catedral y al Presidente del Tribunal Superior Electoral. Con esas visitas fue suficiente. No tenía que declarar nada.
¿Por qué el liderazgo peledeista no asiste a un retiro espiritual para darse un baño de humildad? Con las actitudes de días recientes no se ganan elecciones, por lo menos limpiamente.