Para que vean que no todo es oponerse ni criticar a los gobiernos de turno, vamos a reconocer que por fin hemos caído en cuenta que en realidad no estamos tan mal como veníamos diciendo, sino que en efecto, vivimos en el país de Alicia, lleno maravillas, de bonanzas y felicidad, y que además, estamos mejor que Lola, como dice la gente por ahí, aunque no sabemos muy bien quien era esa señora. La economía y la distribución de la riqueza sin duda han mejorado tanto que ya no hay un solo pobre en todo el país, el último que quedaba, el obrero Papito Sincuartos, se compró, con los ahorros de este año, un carrazo de 100.000 dólares, sin contar los impuestos aduanales ni los adornos extras.
Y la moneda dominicana, ni digamos, está dura, durísima, se cotiza en alza en los mercados internacionales y hay que pagar nada menos que veinte euros por cada uno de nuestros pesos, un muestra clara de la solidez comercial y financiera que gozamos. La energía eléctrica ha mejorado tanto que los cortes de suministro, como manifiesta el ciudadano Pepe el Apagao, son cosa de antaño y el día en que ocurrió el último de ellos se conmemora hoy como Fiesta de Recuperación Energética Nacional. Ahora, podemos alumbrar la isla entera como un pastel de cumpleaños y hasta exportamos electricidad a países industrializados del área.
El servicio de agua potable se ha superado tanto, que ya puede beberse sin problema alguno directamente de la llave, así lo dice el ama de casa Anita Sequía, y hay tanta que el último tinaco que se fabricó está expuesto en el Museo de la Antigua Escasez Dominicana, sin contar que no se desperdicia ya ni una sola gota y además la pagan el 100% de los usuarios. La educación ha avanzado hasta tal límite que hemos pasado a ser un modelo de referencia internacional que permite compararnos con Francia y Alemania, con tasa cero analfabetos, el último de ellos, Juan Incultillo, acaba de obtener su segunda licenciatura, esta vez en ciencias biológicas. Ya no se ven faltas ortográficas en los letreros de barrio, ni siquiera en los currículos de los profesionales.
La sanidad a nivel popular ha dado un salto de canguro, cero enfermedades letales como el dengue, la malaria, o la tuberculosis. Los servicios médicos y medicinas se ofrecen gratis, y por si fuera poco, se atienden en hospitales de máxima tecnología y lujo. El último enfermo, Pedro Quebrantos, de 110 años, goza ahora de una salud de hierro exhibiéndola en congresos médicos y científicos por todo el mundo.
El tránsito terrestre ha sido un milagro, los conductores van con licencia y al día, los motoristas usan el casco, respetan los semáforos y gozamos de una seguridad vial con radares y helicópteros, envidiable: señalizaciones perfectas, controles constantes y carreteras maravillosamente asfaltadas. La última multa se puso a nombre de Antonio Mesaltoenrojo, está archivada como referencia de las contravenciones cometidas en el pasado.
En materia de seguridad social hemos avanzado una enormidad, las jubilaciones alcanzan hasta el último de nuestros ancianos y como lo atestigua el caso de José Añejo, ya pueden pasar cómodamente los inviernos en estaciones de reposo de California. Los políticos ahora son absolutamente confiables, las llamadas indelicadezas y corruptelas son cosas superadas, tanto es así, que se está pensando en aceptar la propuesta del aspirante Alberto Sigo y Sigo de continuar con los mismos mandatarios de por vida. De la delincuencia ni digamos, se arrancó de raíz, el último delito cometido fue en la persona de Luís Asaltado, y está archivado desde hace mucho tiempo en los anales policíacos.
De verdad, estamos convencidos de que estamos mejor que nunca, que vamos de maravilla ¿qué más podemos querer?