¡Los hijos de la libertad!, ¡los amantes de la revolución!, promotores de la igualdad y del “buen vivir”; desde el poder, no sólo cambiaron sus ideales libertarios y de justicia social por una evidente y escandalosa cleptocracia, sino que se han convertido en lo que más aborrecían ellos mismos, en pobres hombres y mujeres envilecidos por la “buena vida”, lograda con privilegios que hacen más profunda la desigualdad y que no temen a la justicia por lo que la exhiben sin reparos.
Desde la insularidad, atrapados por estos “poetas” transformados, otrora ¡sublimes defensores de los desheredados de la Tierra!, admiradores de Fidel, Mao y el Che, “hijos de sus discursos revolucionarios”, hoy, con las boquitas perfumadas de whisky o de algún reserva especial, son los perversos pensadores de los cárteles, empresas nacionales y transnacionales que mantienen negocios y de manera subrepticia establecen acuerdos de autoprotección, colaboración y reparto de territorios para realizar sus actividades criminales.
Hoy, apetentes, tienen la mirada puesta en la naturaleza, es como si la perversidad, el ocio y los excesos desarrollaran una tara, y ahora, ¡tarados!, comienzan a comerse las bases que sustentan la vida sobre este territorio insular, ¡están desmontando los ecosistemas!, ¡están rompiendo los corredores ecológicos! responsables de la exuberante diversidad de especies que le costó miles años a la Naturaleza establecer en esta isla, ¡tarados! no sólo se comen su propia vida, si no que están convirtiendo en pobres para siempre a todos los dominicanos.