Mientras la ONU le advierte al mundo que tenemos hasta el 2030 para “evitar” una catástrofe climática, es decir, sólo doce años para restablecer ecosistemas, dejar tranquilos territorios impactados para que en ellos ocurra la resiliencia y buscar recursos para proteger a los más vulnerables implementando la urgente adaptación al cambio climático, nuestro presidente designa a un empresario agrícola y ex-incumbente de Agricultura, como ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales, un nombramiento que activó las agendas particulares de lobistas y negociantes de la explotación minera y de grupos de empresarios agrícolas. Ahora, todos, ¡activos!, están tras la renovación de sus capitales a costa del frágil territorio insular que nos sustenta.

¡Activos y adictos al dinero!, se frotan las manos, el nombramiento es un mensaje claro de que les llegó su oportunidad y arremeten con todos sus recursos en contra de los adversarios, responsables de lo que ellos llaman “crisis de reputación” que frena la “continuidad del negocio”. Sin embargo, el cambio climático antropogénico, impulsado por la deforestación y fruto, entre otras, de la explotación minera o como “bonitamente” la llaman “industria extractiva”, es el verdadero adversario, ya que, de seguir con la explotación, el planeta alcanzará el umbral de 1,5 grados Celsius sobre los niveles previos a la industrialización.

Alcanzar el umbral de 1,5 grados Celsius significa sequia extrema, incendios forestales, transformación de ecosistemas productivos, inundaciones y escasez de comida ¡Activos y adictos al dinero!, quieren entregar Loma Miranda, secaron el rio Mulito y han deforestado cientos de tareas de tierras de montaña, una vez más los otrora hijos del discurso de la revolución, seguidores de Mao y de Bosch, entregan su primogenitura por un plato de lentejas.