No hay necesidad de ser un sociólogo de altos vuelos para afirmar que en nuestros países, algunas personas añoran algunas características propias de los regímenes autoritarios por los que hemos transitado.
Sin ánimo de justificarlo, puede verse hasta normal analizando el actual contexto en que vivimos. La prometida y tan mencionada democracia no ha podido llenar las expectativas de la mayoría de los ciudadanos, nuestra América Latina es nuestro principal referente.
Es innegable que se han tenido avances muy importantes en cuanto a los diferentes tipos de libertades. Sin embargo, la desigualdad, los niveles de exclusión social y la violencia hacen que esos paradigmas de orden, que se promovían en los Gobiernos autoritarios, aun permanezcan galopando en el subconsciente de algunos.
Desde el 2002 se comenzó a medir este fenómeno, un dato que alarmó fue el que se publicó en la Encuesta Latinobarómetro de ese año: "un 44,9% de los encuestados que preferían la democracia como sistema de gobierno, estaría dispuesto a apoyar un gobierno autoritario si éste resolvía los problemas económicos de su país".
Esta percepción del ciudadano acerca de su democracia, es un síntoma inequívoco del gran descontento latinoamericano con algunas conductas de sus gobiernos, indistintamente del color o la tendencia a la pertenezcan sus líderes.
El común denominador son las demandas insatisfechas y la persistente exigencia por mayor igualdad. Una acumulación de necesidades que no han encontrado capacidad de respuesta, se van convirtiendo en el "pretexto" para anidar el pensamiento de que la democracia no es el mejor modelo. Esto no es bueno para nadie, a pesar de sus imperfecciones la democracia en cualquiera de sus formas, es la única vía para garantizar libertades.
En este sentido, llama a reflexión, que una de las distorsiones más grandes dentro del ejercicio público, es cuando el autoritarismo nace y es promovido desde los mismos gobernantes o funcionarios. Cuando un servidor público adopta posiciones propias de aquellos regímenes, lo que hace es restarle calidad a una democracia que el mismo defendió, el mensaje que envía refuerza la idea de que todavía no hemos podido entender que la cosa pública es de todos y no solo de un grupo que esta transitoriamente en el poder.
Hoy las intimidaciones a la libertad de prensa, al pensamiento crítico, son materialmente imposibles. Todo aquel personaje que ostente por designación o por elección un poder temporal, debe estar consciente que en la era de la información no hay marcha atrás, es un proceso irreversible a nivel global, es la misma sociedad de la tecnología y la información la que ha creado una nueva generación que tiene las herramientas en las manos para participar, lo cual hace que de manera instantánea se perfeccione el modelo democrático que algunas veces hemos visto en crisis.
Es en ese nuevo relacionamiento donde hoy afortunadamente descansa uno de los pilares de nuestras democracias. Es tan sencillo, cómodo y barato como apretar un botón.
Por eso cada vez que usted vea un intento de alguien por acallar una voz crítica y constructiva, puede tener la certeza que en cuestión de segundos una parte de la población ya le estará exigiendo cuentas. Es inevitable, de ahora en adelante la democracia está monitoreada por millones de ojos que en tiempo real te lo estarán señalando. Así que tome su posición y participe, creo que el tiempo del autoritarismo en el ejercicio público está llegando a su fin…..a pesar de aquellos nostálgicos!