Australia tiene dentro de sus emblemas al canguro y al emú, a la joya arquitectónica que aloja la ópera de Sídney y al célebre Torneo Abierto de Tennis que, en contra de muchos pronósticos, también será celebrado este año 2021, entre el 8 y el 21 de febrero. Al recordar a Oceanía, el quinto continente, el cerebro da prioridad a Australia, pues con 7,682,300 kilómetros cuadrados tiene mucho mayor tamaño que Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea y otras naciones y territorios de ese hemisferio. Australia y Nueva Zelanda son altamente desarrolladas, no así la muy pobre Papúa Nueva Guinea.
Australia llama la atención por la forma en que ha manejado la pandemia, bajo condiciones muy particulares, pues su población de 25,666,242 millones arroja una densidad de tan solo 3.4 habitantes por kilómetro cuadrado, comparada con 36.3 en Estados Unidos de América. La mayor parte del territorio es desértico y despoblado pero Sidney y Melbourne son metrópolis modernas con unos 5 millones de habitantes cada una.
Su sistema de salud, uno de los mejores del mundo, se puso en alerta desde el 25 de enero del 2020 cuando se confirmó que cuatro viajeros procedentes del extranjero estaban contagiados. Temprano, en febrero, se controlaron estrictamente los viajes desde China y se monitorearon los de otra procedencia. Australia recibía más de 9.3 millones de turistas al año y al inicio de la pandemia algunos viajeros de cruceros murieron allí y los locales se infectaron. En marzo, ante el contagio comunitario, decidieron aplanar la curva, que llegó a 460 contagiados en un día. En mayo se pasó de 350 casos diarios a 15 y, en junio, los nuevos contagios diarios ya eran de un solo dígito .Mitigado el problema sanitario se comenzó a hablar de “mantener la gente en su trabajo”. En julio surgió un segundo brote que llegó a 746 contagios en un solo día y que fue controlado con un confinamiento de más de 100 días, hasta noviembre.
El mayor éxito combatiendo la pandemia lo han logrado Nueva Zelanda, Australia, China, Vietnam, Taiwán y Tailandia. Debería resaltarse el caso de Australia porque en las redes se ha divulgado en forma viral un falso mensaje de que ese país venció la pandemia simplemente aconsejando a todos sus habitantes consumir Ivermectina y que esa medicina logró, por arte de magia, el retorno a la normalidad, sin restricciones en la circulación, sin obligación de usar mascarillas, y sin distanciamiento. No es cierto que el sistema de salud de Australia aplique Ivermectina en el tratamiento del virus. En ese orden, en octubre el Ministerio de Salud de Perú retiró de su guía de tratamiento de COVID-19, Hidroxicloroquina, Ivermectina y Azitromicina. Esa decisión creó allá fuertes polémicas. Otros países de Suramérica no siguen tan esperanzados en la Ivermectina como meses atrás.
Australia acumula un total de 909 fallecidos, 28,793 contagiados y 1,855 casos activos. Estos resultados se lograron con medidas preventivas de aislamiento aun antes de las recomendaciones iniciales de la OMS y, además, acorde con ese organismo Australia hizo, oportunamente, “pruebas, pruebas, pruebas”, seguidas de rastreo QR y aislamiento, todo con el apoyo de su moderno sistema de salud. Según Johns Hopkins a 25.7 millones de pobladores le han hecho 12.8 millones de pruebas, es decir, una prueba por cada dos habitantes.
Australia iniciará la vacunación dentro de dos semanas en situación privilegiada pues la pandemia está controlada y la vacuna se usará para inmunizar y prevenir futuros rebrotes, no para mitigar un brote existente.
La Ivermectina puede que sea una medicina mágica, con efectividad que no nos correspondería cuestionar y mucho menos a prestigiosos galenos que han administrado ese remedio a pacientes que se han sanado. Por otro lado , el hecho cierto es que Australia ha dominado la pandemia con un sistema de salud de alto nivel, con millones de pruebas, rastreo QR, aislamiento y recetario médico que no incluye Ivermectina, el cual no transcribimos aquí para evitar la automedicación instintiva. Nada quita que si en Australia se hubiese aplicado Ivermectina, quizás el total de fallecimientos hubiera sido menor que 909 y debajo de 28,793 infectados en una población de casi 26 millones. Mientras llegan gradualmente nuestros 20 millones de vacunas debemos usar mascarillas, guardar distancia y obedecer el toque de queda.