Lo importante de los instrumentales teóricos creados por filósofos y teóricos del lenguaje es que permiten comprender de qué modo hacemos uso del mismo en situaciones enunciativas cotidianas o, en este cas-o, en contextos importantes para una colectividad. Con mis alumnos de Filosofía del lenguaje de la UASD estamos trabajando el libro del filósofo del lenguaje inglés  John Langshaw Austin (1911-1960) Cómo hacer cosas con palabras (1962). El libro es una serie de conferencias impartidas en Harvard en 1955, publicadas póstumamente y constituye un ejemplo más de lo que Michel Foucault llamó “discursos que generan otros discursos” ya que es el libro iniciador de la pragmática y la filosofía del lenguaje ordinario.

En mi opinión, después del libro Investigaciones Filósoficas (1953) de Ludwig Wittgenstein (1889-1953), es el libro más importante en filosofía del lenguaje, esto es, en términos de dar una explicación racional del lenguaje, no en tanto a capacidad humana, sino en cuanto a descripción de un fenómeno universal y ordinario a la vez que se resume en la respuesta a la cuestión de cómo usamos el lenguaje, o bien qué reglas están detrás de nuestros usos cotidianos de este. Esta descripción del fenómeno se hace racionalmente y buscando, en la complejidad intrínseca del fenómeno, sus causas explicativas y sus reglas constitutivas; por ello es que hablamos de “filosofía” del lenguaje.

En el libro Austin distingue entre dos tipos de enunciados: los constatativos o decriptivos del mundo y los realizativos o performativos. Estos últimos son los del interés del filosófo porque en ellos se acentúa, primero, que son expresiones en las que simultáneamente “decir es hacer”, segundo, no obedecen a la lógica de verdadero o falso aunque pueden ser ampliamente criticados y, tercero, comportan una serie de reglas y condiciones factibles de descripción objetiva. Al incumplimiento de estas reglas y condiciones la expresión realizativa sería o bien un “infortunio” o bien constituiría un “abuso”. El primero es que no logra sus objetivos; el segundo, es que no se tiene la intención de cumplir algunas de las reglas de las expresiones realizativas o de cumplir con la acción dicha.

Apliquemos la teoría a un caso particular: en su octavo discurso de rendición de cuentas, el presidente de la República realizó uso de la palabra no solo para constatar o describir los logros de su gestión de gobierno (en ello se centró el discurso), sino que utilizó una serie de expresiones realizativas que muestran, de algún modo, el afán propagandista que han adquirido estos discursos en la débil democracia dominicana.

Por ejemplo, el inicio del discurso estuvo marcado por la gratitud cuyo significado es mostrar un sentimiento de estima por un bien o servicio recibido. La gratitud se expresa en lo que podemos llamar el acto de agradecer. Como en las expresiones realizativas decir es hacer, el agradecimiento se hace en el mismo momento en que se enuncia. Para agradecer debe haber un hecho (por lo cual se agradece); un agente del acto de bien o servicio (los padres de la patria, sus colaboradores, su familia, el partido, los asambleitas, el pueblo) y un receptor del bien-servicio (el enunciador). A partir de esta gratitud el discurso se concentra no en mirar la gestión del último año, como se prevee para este discurso, sino en recoger los frutos de su gestión desde el 2012 (se usa la expresión realizativa-impropia: “trataré de resumir las principales realizaciones de estos dos periodos de gobierno).

Otro realizativo es la expresión “me identifico” respecto al sentimiento generalizado para que se establezcan las responsabilidades por las fallidas elecciones del 16 de febrero. Identificar(se)  es un hacer que debe ser explicitado a través del lenguaje.

Bajo el presupuesto de que el mandatario está imposibilitado constitucionalmente para una nueva reelección es eminente que vendrá un sucesor. La pregunta de rigor es ¿quién será el nuevo sucesor? La propuesta del cambio que hace el principal partido de oposición y que se recoge en la expresión popular en estos días de “Se van”, es reutilizada por el presidente sin tener un destinatario definitido de sus atribuciones, igual en el “no marcha atrás”, el “verdadero cambio”, “el cambio seguro” resultan ser más de lo mismo sin receptor preciso.