Recientemente, el Senado de la República Dominicana aprobó un proyecto de ley que aumenta la pena de los feminicidios a 40 años de prisión
La propuesta legislativa coincidió con el anuncio de que el domingo 25 de noviembre, se realizarían varias marchas contra la violencia hacia la mujer en distintos puntos del país. También con el anuncio del Procurador General de la República, Jean Alain Rodríguez, de que “en el período de noviembre del 2016 a octubre del 2017 ocurrieron 107 feminicidios para un descenso en este años de un 18%”.
No obstante, los feminicidios y la violencia contra la mujer siguen siendo un problema importante para la sociedad dominicana. Esto lleva a preguntarse: ¿Aumentar las penas de los feminicidios a 40 años de prisión reducirá su ocurrencia?
Las teorías deanálisis económico del crimensugieren que no. En un artículo anterior (¿Penas Más Severas?, 2014) expliqué por qué aumentar las penas no garantiza la reducción de la criminalidad.
Esto parte de una de las contribuciones del Premio Nobel de Economía (1992), Gary Becker, que presentó su modelo económico sobre criminalidad y castigo. A partir de entonces, el modelo ha sido refinado y se le han sumado múltiples trabajos empíricos y teóricos que reflexionan en torno a la relación que existe entre crimen, probabilidad de enjuiciamiento y condena, y penas.
Los feminicidios no son la excepción. A continuación, explico dos factores derivados de insumos del análisis económico del crimen, sobre por qué aumentar las penas podría ser insuficiente para reducir los feminicidios.
Los presos se habitúan
Para un feminicida, el endurecimiento de la pena es un aumento marginal de las consecuencias. Marginal, en este caso quiere decir incrementos unitarios de años de prisión por encima de una línea base (por ej. cada año adicional de prisión).
Es decir, que cuando un feminicida calcula[1] si comete o no un feminicidio, de cara a las consecuencias, la diferencias entre la pena existente (máximo 30 años) y la pena propuesta (40 años) son insustanciales.
Digo que son insustanciales, porque habría que preguntarse como hicieron los profesores A. Mitchell Polinksy y Steven Shavell (On the Disutility and Discounting of Imprisonment and the Theory of Deterrence, Journal of Legal Studies, 1999), si la desutilidad causada por cada año adicional de prisión a partir del año 30 es mayor que la de los primerosaños de prisión.
Es decir, si ya durante los años postreros de prisión, el feminicida no está habituado a la reclusión. Esto podría sugerir que los años de reclusión que más desutilidad causan a los feminicidas son los primeros, y que los años adicionales producen menor desutilidad marginal.
Además, según la teoría económica, los infractores descuentan los años futuros de prisión. Esto significa que,para ciertos feminicidas, al momento de cometer el crimen (por ej., hoy), el año 31 de su sentencia de prisión, es menos disuasivo que el año 10, y que el primer año de reclusión. Es decir que el poder disuasivo de los años adicionales de sentencia son aún menores al momento de cometer una infracción.
No hay muertos presos
Otro factor que esta propuesta legislativa no toma en cuenta es que existe un porcentaje considerable de feminicidas que se suicidan luego de cometer el hecho.
Según estudios de Flor Batista Polo del Observatorio Político Dominicano (OPD) de FUNGLODE, en 2016, 25 de 111 feminicidas se suicidaron (aprox. 23%). Mientras que, en dicho año, 9 feminicidas intentaron suicidarse.
Esto implica que, en 2016, aproximadamente 30.6% de los feminicidas intentaron o lograron suicidarse (Flor Batista Polo, Feminicidios en República Dominicana durante el año 2016, Editorial FUNGLODE, 2017, pág. 54).
Según un estudio más reciente de la misma investigadora, para el año 2017, esta cifra aumentó a 38.7% de todos los feminicidas.
Al feminicida-suicida – que ronda aproximadamente 1 de cada 3 feminicidas – el aumento de las penas no lo disuaden. No pretende pagar por sus hechos.
Los feminicidas-suicidas padecen de lo que los economistas llaman riesgo moral, que ocurre cuando una persona no enfrenta las consecuencias de sus acciones. El resultado es que la persona tiene incentivos de actuar de manera más audaz porque está protegida contra las consecuencias. Los muertos no van a prisión.
Es como si los legisladores, buscando reducir los ataques terroristas, propongan aumentar las penas a los terroristas suicidas. No tendría ningún efecto.
Es muy probable que a los demás feminicidas – aquellos que no son suicidas – enfrentar un par de años más de prisión, tampoco les disuada mucho.
[1] Uso la palabra calcula, como ponderación de beneficios y costes según el modelo. Se podría argumentar que los crímenes pasionales, como el feminicidio, son menos ponderados que espontáneos.