Durante esta semana estuve participando de un taller donde líderes de la gestión académica de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra reflexionamos acerca de la importancia de la investigación en la educación superior. Con un nombre sencillo: "Buenas Prácticas de Comunicación Científica", fuimos convocados a un espacio con un orador que nos provocó con información y datos que nos confrontaron y nos pusieron a pensar.

El Dr. Félix Moya Anegón dijo frases que me impactaron y llevaron mi pensamiento tan cerca como el contexto académico en el que se desarrollaba la actividad y tan lejos como todos los demás contextos en que desenvuelvo  mi actividad profesional.

Con él nos enteramos que la PUCMM es la segunda universidad dominicana en la producción de conocimiento,  de acuerdo al ranking mundial de publicaciones científicas. Pero además dijo cosas como "La universidad que no investiga no tiene nada que enseñar"; " ser docente no es ser investigador", " tenemos que cambiar la cultura académica", " Cambiar la universidad es tan difícil como remodelar un cementerio, no puedes contar con la colaboración de los que están dentro de él",  que narrativa tan parecida a la de la violencia.

Me impactó  cuando dijo " la docencia es un espacio privado y la investigación un espacio público”.  Y esto le sirvió para decir que en todas las universidades del mundo que sólo se dedican a la docencia hay cantidad de profesores que,  amparados en una población cautiva que cada año cambia, se han pasado la vida repitiendo lo mismo con cada nuevo grupo de estudiantes que entra a la universidad. Planteó cómo un aula repleta de estudiantes representa un auditorio para el docente, donde cada clase se convierte  en la oportunidad de disfrutar su propio minuto de fama y nada más.

Y yo agregaría,  es un espacio de poder donde el docente tiene la posibilidad de escoger si les abre las puertas a todas las posibilidades del conocimiento o sólo les da una migaja al nivel de su propia miseria intelectual.

Y también digo que es un espacio en el que a través de la sobreprotección, la permisividad y la falta de rigor, podría ocultarse la necesidad de recibir un poco de amor y validación personal. Sostenidos en carencias personales, los tratan como niños y niñas, les exigen poco, no esperan nada de ellos,  a cambio de que les quieran.

La actividad docente puede convertirse entonces en la única fuente de aprecio de seres humanos carentes, que en un momento  de su historia, no recibieron el amor y el sentido de pertenencia necesarios para saciar el hambre de reconocimiento.

Y no se trata de juzgar, culpar y señalar, pues todos y todas corremos este riesgo ya que la profesión que elegimos para la vida, no ocurre de manera casual. El propósito es caer en la cuenta, estar alertas, mirarnos, pues podríamos estar siendo dirigidos en las dinámicas de relación con los y las estudiantes por el eterno y siempre oculto inconsciente.

Cuanto se parecen el aula y la familia!, son los lugares donde podemos recibir el mayor legado de amor, validación y respeto para la transformación de la vida o donde podemos ser encarcelados, alienados y abusados.

La investigación en el contexto docente viene a ser entonces, un factor de protección que, por estar expuesta al escrutinio público, garantiza el ejercicio de una actividad académica que amplía, conecta, confronta, explora y renueva las ideas, desarrolla la autoestima y cambia la vida.

solangealvarado@yahoo.com

@solangealvara2