Desde tiempos históricos la herencia afroamericana ha impactado el entretenimiento estadounidense, y un ejemplo de esto es que a finales del siglo XIX, ellos tuvieron que formar sus propios equipos de béisbol para poder ser vistos, en las llamadas Ligas Negras. Con el salto dado por Jackie Robinson y otros estelares profesionales del deporte a las grandes ligas, las cosas parecían cambiar.
En la épocas de los 60 un grupo de cantantes de color junto a Berry Gordy Jr, crearon más que un sello discográfico, construyeron un legado cultural con el Motown. Bajo las circunstancias actuales, y luego de los asesinatos de George Floyd, Breonna Taylor y Ahmaud Arbery y otros más, los atletas provocaron un contexto importante a nivel nacional. Los atletas que durante años han formado parte del entretenimiento deportivo, alzaron su voz.
Tanto la Asociación Nacional de Jugadores de Básquetbol (NBPA, por sus siglas en inglés), Las Grandes Ligas de Béisbol (la MLB por sus siglas en inglés) y La Liga Nacional de Fútbol (NFL por sus siglas en inglés); finalmente reconocen que ellos han sido parte del problema, al no escuchar las voces de quienes han intentado manifestar abiertamente que ciertamente la injusticia social predomina en la sociedad estadounidense dentro y fuera de la arena deportiva.
Los cambios que esta sociedad reclama son necesarios, pero no lo suficientes. Sería importante ver a estas celebridades alzar sus voces más allá de las plataformas sociales y no solo ser vistos como máquinas hacedoras de dinero
El escenario ha sido el mismo, pero las circunstancias diferentes, una pandemia y una de las peores administraciones de la historia moderna. La injusticia social en los EE.UU es un hecho que altera la dinámica social, mientras que el mundo del entretenimiento deportivo le ha dado el espacio que esta sociedad niega reconocer su importancia a cientos de jóvenes de color que desean convertirse en estrellas internacionales. Y que desde la disolución de la esclavitud; continúan luchando para ser vistos más allá de la capacidad que tienen en el desempeño deportivo.
Es por ello, que la NFL se ha comprometido a destinar 250 millones de dólares en 10 años a iniciativas de justicia social, apuntando contra lo que consideró un racismo sistémico en el país. Las protestas mostraron el anhelo estadounidense de desaparecer la marca impregnada por los afroamericanos en todas las áreas de la sociedad.
Que estas entidades logren reconocer la importancia de los atletas de color en los principales deportes en EE.UU., al poder exponer las situación de como estos han sido tratados durante años, y que estos han guardado silencio para no destruir el sueño de convertirse en una celebridad deportiva.
Los cambios que esta sociedad reclama son necesarios, pero no lo suficientes. Sería importante ver a estas celebridades alzar sus voces más allá de las plataformas sociales y no solo ser vistos como máquinas hacedoras de dinero, y que todos los fondos que destinen las entidades que ellos representan vayan a los lugares donde la pobreza extrema gravita en la esfera norteamericana.
Pero sobre todo, que ellos puedan llevar un mensaje de esperanza a las comunidades marginadas, que hablen abiertamente de los problemas que ellos mismos han experimentado toda la vida por su color de piel. Que se abran espacios de creación de conciencia social y que se incluya en los programas educativos de escuelas y universidades; hablando abiertamente de la desigualdad social y la violencia policial son un problema real y sistemático y que hace falta más que recursos para combatirla. Y para que el abordaje de estos temas, se le del enfoque político que producirá los cambios necesarios.
La voz de estos atletas llegará más allá de las plataformas mediáticas contribuyendo comunidades marginadas, recaudando fondos e impactando positivamente a familias cuyas vidas se han destruido. Es importante reconocer que la contribución que hacen a esta nación y al mundo, supera los niveles de fortaleza y resiliencia de cualquier ser humano.