Me cuesta mucho, dada mi condición de escritor, tener que reconocer que el papel lo aguanta todo.
En un artículo que el Cardenal ha publicado en un matutino, refiriéndose a la petición de un grupo grande de laicos que pide el cese del Concordato y la renuncia del Ilustrísimo, Reverendísimo, Iracundísimo y Guapísimo López Rodríguez; este hace una serie de risibles malabares con las palabras y hasta cita a Jesús para decir que lo están persiguiendo, igual como hicieron antes con el Nazareno en Jerusalén.
Hasta, dice el Cardenal, perdona a quienes están pidiendo su renuncia.
Así que, repito, los juicios humanos no me preocupan. Conviene recordar las palabras de Jesús: “Si a mí me han perseguido también a ustedes los perseguirán”.
Los que optamos por este camino sabemos que está lleno de escollos, intolerancias e incomprensiones, pero nos consuela saber que ese fue el que Jesús escogió. Él es el modelo.
Por último, quiero dejar un testimonio público de perdón a quienes se consideran mis enemigos y estén seguros que oro diariamente por todos ellos y los bendigo.
Resalto un detalle: ninguno de los laicos que entienden que el Cardenal hace mucha daño a su iglesia (me incluyo en el grupo) ha insultado al Ilustrísimo, Reverendísimo, Iracundísimo y Guapísimo Cardenal López Rodríguez.
Quien ha acusado de todo tipo de maldades e incapacidades a aquellos que tienen opiniones diferentes a las suyas, y prácticamente al resto de la humanidad, es precisamente el Cardenal López Rodríguez. Transcribo unos epítetos suyos: “El mundo de hoy es de farsantes, comediantes, ignorantes y perversos”.
Lo que, particularmente, este artista y escritor hizo fue preguntar a la sazón: ¿Se habrá incluido él entre la gente de este mundo… o acaso ya es un Ascendido? ¿Me habrá incluido también a mi? ¡Qué vaina!
Uno recuerda la ocasión en la cual nuestro Ilustrísimo, Reverendísimo, Iracundísimo y Guapísimo Cardenal López Rodríguez hasta quiso fajarse al puño estando en la Junta Central Electoral. —¡Debajo de esta sotana hay un hombre con pantalones! —vociferó en la ocasión.
Nadie persigue al Cardenal. Nadie lo insulta. Nadie lo acosa. Nadie lo calumnia. Lejos se está de pensar, incluso, que sea un ignorante. Un colérico sí. Yo pienso eso. Pero, sin embargo, me niego a aceptar el rumor que anda por ahí de que él está quillado y frustrado porque no lo eligieron Papa. No lo creo.
Estoy de acuerdo con el Cardenal cuando él traduce en sus declaraciones, que el asunto del Concordato es tema para el Presidente de la República. Es posible que haya yo cometido un error al pensar que debía tratarse el asunto con él. Esto porque dicho ciudadano con sotana no acata de buenas ganas ni las sentencias de nuestros tribunales. Igual dice que nunca aceptará en el país la posibilidad de matrimonios homosexuales y otros asuntos mas.
La confusión viene porque nuestro Ilustrísimo, Reverendísimo, Iracundísimo y Guapísimo Cardenal López Rodríguez al parecer cree que aquí él tiene mas poder que un presidente, un príncipe y un rey. Luce que él se cree ser ya un dios encarnado. Al menos actúa de esa manera.
Como el miedo es libre, declaro sentirlo ante el Cardenal; tanto que temblando pediré el… ¡Telón!