I.- Darle un giro, un cambio al país
1.- El ser humano está compuesto en su estructura física por un conjunto de órganos que dan a su cuerpo una asociación que funciona en forma armónica. En ese cuerpo se combinan sistemáticamente voluntad, deseos, aspiraciones, y toda gama de anhelos los cuales se convierten en un manojo a alcanzar.
2.- Precisamente, la llegada de un nuevo año debe servir de motivación a amplios segmentos de la sociedad dominicana para dándoles riendas sueltas a sus ganas, elaborar planes a ejecutar en el futuro, y así ver materializadas sus aspiraciones, sus sueños convertidos en realidad.
3.- Las pretensiones de cada persona son tan diversas como distintos los empeños y fines perseguidos, la pasión, el entusiasmo se enciende con la presencia del año que recién inicia, y tiende a sembrar dinamismo, pura energía, llegando a romperse toda lentitud.
4.- No es cuestión del otro mundo aspirar a que el medio donde estamos viviendo sea diferente en lo que se refiere al comportamiento de los integrantes de la comunidad. No es inventar, ni imaginar deseos de que la dignidad, el honor y el buen crédito sea la aspiración de toda persona.
5.- Partiendo de la realidad que estamos viviendo en estos momentos, se requiere un cambio para avanzar, progresar en lo material y espiritual, adelantar en lo ético y moral, prosperar como comunidad que merece evolucionar con la vista puesta en el porvenir.
6.-Plantear que aspiramos a que el país alcance una etapa superior a la actual, ir hacia adelante, entraña necesariamente cambiar el modelo económico con el fin de que en lo adelante logremos el desarrollo integral del pueblo. El retroceso hay que olvidarlo, dejarlo atrás.
7.- La necesidad de cambiar para tener mejor país se nos hace impostergable. Reemplazar lo nocivo que nos aniquila es algo que no admite posposición. No podemos permanecer como algo inmutable, invariable. La sociedad dominicana tiene que renovarse; variar por completo lo que significa atraso para levantar lo nuevo. El ordenamiento vigente hay que transmutarlo para reestructurar todo lo que nos ha impedido pasar del atraso al desarrollo.
8.- Darle un giro, invertir el estado vigente, mudar las relaciones de producción que nos colocan como país apéndice de la economía mundial, debe motivarnos a todos y todas, porque sólo así podemos romper los lazos que nos unen al subdesarrollo, el retroceso, y a la involución. Cambiar nos lleva a la civilización y nos saca del camino que nos conduce a la barbarie.
9.- El año que inicia debe servirnos para pensar detenidamente que nos conviene tomar una nueva ruta, un nuevo sendero, para marchar a un viaje que nos lleve al crecimiento como país, al florecimiento que necesitamos y merecemos. Precisamos darnos un empujón que nos saque del retraso.
10.- Con firmeza debemos programarnos, planear la vía de prosperar y crecer como comunidad; enterrar para siempre lo que ha representado estancamiento. El objetivo, lo que nos manda el nuevo año es procurar ser un país de mujeres y hombres que profundizan para quemar etapas, ganar terreno, jamás retroceder ni quedar atrás.
11.- Que este sea el año de decir de ahora en adelante, desde ahora y para siempre, el porvenir es nuestro. En lo sucesivo el pasado quedó atrás; esta es la oportunidad de mejorar, desarrollarnos, rebasar para triunfar, prevalecer para cantar victoria, imponernos con el trabajo.
12.- Para que el nuevo año resulte positivo para el pueblo, hay que desterrar, aislar todo aquello que le impide progresar; arrinconar, marginar lo que le quita la alegría; confinar lo que ha significado infelicidad para las grandes mayorías nacionales. Hay que tomar distancia de todo lo que ha llevado al país a no creer en sus potencialidades para así mantenerlo en estado de aislamiento y pesares.
II.- Recibir el nuevo año con optimismo
13.- El año que el mundo cristiano inaugura, como todo lo nuevo conviene recibirlo con la frescura que acogemos lo que nos trae inspiración, vocación, inclinación a renovarnos, y estar mentalmente de acuerdo con lo que queremos del flamante, del lozano año nuevo, y en la misma medida olvidarnos del viejo, el que quedó atrás.
14.- El año que ha concluido debe quedar para nosotros como algo que pasó; referirnos a él como remoto, caduco; lo que llegó a nuestra vida como viajero fugaz. Al acoger con buen ánimo el nuevo año, el que ya se va hay que echarlo, despacharlo, desprenderlo de nuestra mente con deseo de olvidarlo, pasarlo por alto.
15.- A los fines de que el nuevo año nos llegue con agrado, hay que darle un recibimiento trascendental, demostrándole así la gran importancia que le damos a su llegada, lo mucho que significa para impulsarnos a una nueva existencia como país que procura cambiar de maltratado a cuidado, de desvalido a protegido.
16.- Para nuestro país el año nuevo ha de llegar para aplicar fórmulas que nos permitan modificar, renovar la sociedad en el plano económico, social, ético, moral e institucional, todo acorde con las aspiraciones de nuestro pueblo.
17.- Al llegar un nuevo año es ocasión propicia para reflexionar; pensar en el futuro de nuestro país, a la vez que hace posible que elaboremos planes con relación al periodo que comienza, deseando que su nacimiento represente un albor de esperanza, un agradable amanecer.
18.- El nuevo año ha de significar aliento para pronosticar lo bueno, augurar lo provechoso y confiar que el futuro será de logros, éxitos; y que las realizaciones nos acompañarán como consecuencia del esfuerzo colectivo, de los bríos puestos en tensión en busca de la felicidad.
19.- El año nuevo tiene que ser recibido con aliento, con la esperanza de que nos aguarda lo mejor. Confiar, suponer que lo bien ha de llegar fruto del esfuerzo de los mejores hombres y mujeres del país, los laboriosos, honrados, dignos, ejemplos vivos de lo que la comunidad aprecia, valora en conjunto.
20.- El nuevo año debemos recibirlo con optimismo, llenos de idealismo; con el convencimiento de que el triunfo, el éxito es de los que luchan, que la victoria está del lado de los que creen en la potencialidad de los pueblos. En la vida para prosperar hay que creer en el triunfo y bregar confiado en lo que se persigue, jamás con el derrotismo como norte. Perder, fracasar no está en la mente de quien acciona pensando en positivo, en los logros.
21.- Esperar que el nuevo año será bueno para lo que se llama pueblo, es la aspiración que tenemos de que merece una mejor vida, diferente a la que ahora padece. Es estar a la espera de que una reacción a las adversidades es posible y necesaria. Poner en manos de los actores principales de los cambios sociales la materialización de los mismos, es entregarse a lo que ha sido el accionar histórico de los oprimidos.
22.- Nadie discute que lo que se llama pueblo dominicano permanece descontento, insatisfecho, disconforme e incomodo, ante la vida placentera, y de bienestar que lleva la minoría nacional. El conformismo no forma parte del proceder de las masas populares; nadie está formado para adaptarse, resignarse a estar en armonía con quien hace de opresor. El aguante, la tolerancia a las injusticias no se prolonga en el tiempo, y cualquier año recién llegado sirve para cambiar la aprobación, la resignación, por la desaprobación y el desacuerdo.
23.- Nuestro pueblo tiene que aceptar el nuevo año con la convicción de que su tradición de triunfador, victorioso, vencedor reside en su deseo de salir adelante por encima de las pretensiones de sus adversarios tradicionales que sólo quieren llevarlo al pesimismo, al fracaso. Las masas, los que aquí son los más, se han movido y se han de mover con confianza, decisión y absoluto aplomo para que el año nuevo sea el inicio, el despertar para ser dueño de su destino.
24.- Personalmente soy un confiado permanente, creyente a ciegas, entregado en cuerpo y alma a la idea de que “en los grandes procesos del desarrollo histórico, veinte años equivalen a un día, pero hay días que condensan esos veinte años”. Ojalá que un día cualquiera del nuevo año sirva para las grandes mayorías nacionales enviar un mensaje de escarmiento a quienes desde siempre las han despreciado, burlado y oprimido.
III.- Adecentar el ambiente en el nuevo año
25.- Toda persona con sano juicio que vive en nuestro país está consciente del nivel de podredumbre en que se encuentra la sociedad dominicana, preñada de vicios sociales que la hacen enferma; padecimientos que van desde el fenómeno de la corrupción, pasando por la impunidad hasta llegar a la tolerancia impúdica de los achaques que la hacen repugnante a la vista de cualquier hombre o mujer decente y que se aprecie de tener limpia conducta. No es cuestión del otro mundo aspirar a que el medio donde estamos viviendo sea diferente en lo que se refiere al comportamiento de los integrantes de la comunidad.
26.- Lo sano del país, los que se ha mantenido al margen de las porquerías, mañoserías y afrentas que marcan las inconductas que norman el comportamiento habitual social dominicano, puede hacer del año que se inicia de reflexión colectiva a los fines de cambiar el rumbo vicioso que lleva nuestro país y que lo ha convertido en un fango, en una deshonra.
27.- Por el estado de descomposición ético, moral y social que se encuentra actualmente la sociedad dominicana, el nuevo año puede ser de mucha significación para que la parte de nuestra población que todavía no está contaminada, y tiene calidad para hacer aportes, contribuya a hacer menos degradado el ambiente en que nos estamos moviendo.