Ayer martes era el Día Mundial del Asma, instituido por la Organización Organización Mundial de la Salud (OMS) a celebrarse el primer martes de mayo desde 1998, con el auspicio de la Global Initiative for Asthma (GINA)  para contribuir con los Estados miembros a crear conciencia sobre el diagnóstico y control de esta enfermedad, reducir los factores de riesgos para las personas asmáticas, orientarles a cómo reaccionar frente a una crisis asmáticas y promover una mejor calidad de vida entre los afectados.

  El asma bronquial se define como una enfermedad crónica que provoca en las personas que la padecen ataques recurrentes disnea o falta de aire y sibilancias, cuya gravedad varía de una persona a otra. Estos síntomas pueden presentarse desde varias veces al día o semanales y tienden a verse con más frecuencia durante la actividad física y por la noche.

  Los síntomas mencionados se deben al estrechamiento reversible de los bronquios debido a la inflamación de su pared interna, lo que dificulta la entrada y salida de los pulmones  del aire respirado. Estos episodios suben acompañarse por insomnio, fatiga diurna, disminución de la actividad y absentismo escolar y laboral.

Existen contraindicaciones laborales para los que sufren de asma bronquial como: no laborar en lugares donde existan alergenos (polvos, sustancias químicas, etcétera), lugares húmedos o fríos, actividades que requieran grandes esfuerzos físicos, entre otras

La OMS refiere que la mortalidad por asma es relativamente baja pero que existe una alta incidencia estimándose en más de 250 millones de personas asmáticas a nivel mundial y que más del 80% de las muertes por esta causa se producen en países de ingresos bajos y medios-bajos.

  Lo anteriormente expuesto son generalidades del asma bronquial,  pero por la naturaleza de esta columna he querido compartir con nuestros lectores algunos aspectos específicos de esta enfermedad respiratoria relacionados con el trabajo y que caracterizan el asma ocupacional.

Las crisis asmáticas pueden ser desencadenadas por factores de riesgo ambientales que pueden estar presentes en el hogar, en el ambiente exterior y en lugar de trabajo, donde se han relacionado cientos de agentes causantes del asma ocupacional.

  Se considera asma ocupacional los casos nuevos de asma tiene como causa la inhalación de partículas presentes en el lugar de trabajo y debe sospecharse en toda persona adulta que debuta como asmática. Algunos autores estiman en 16% los adultos con asma que tiene como causa la exposición en el trabajo.

Entre las causantes de asma ocupacional presentes en el ambiente de trabajo, podemos mencionar: gases de soldadura, caspas y pelos de animales, químicos utilizados en la fabricación de productos para el cuidado personal, plásticos, polvo de harina y de madera, entre otros.

Como ya he explicado en otras entregas para el diagnóstico del asma ocupacional debe comprobarse la existencia del factor de riesgo en el ambiente donde la persona realiza su trabajo habitual, que es lo que le provoca los síntomas, haciendo una prueba y practicándole una prueba de función pulmonar o espirimetría.

El tratamiento debe hacerse reduciendo o evitando la exposición al alergeno o irritante presente con las medidas de control adecuadas, que puede incluir hasta el cambio de trabajo. Se incluye el tratamiento con medicamentos indicado por el neumólogo.

Existen contraindicaciones laborales para los que sufren de asma bronquial como: no laborar en lugares donde existan alergenos (polvos, sustancias químicas, etcétera), lugares húmedos o fríos, actividades que requieran grandes esfuerzos físicos, entre otras.