En mi paso por la música, específicamente en mi realidad con la Orquesta Sinfónica Nacional, primero como espectador, cuando mi mamá nos llevaba a mi hermano y a mí los conciertos y luego como parte de esto, he visto desfilar todo tipo de personas, desde presidentes, hasta personas que se dan cita para el goce del espectáculo. Cada cuatro años cambian las caras de las autoridades, que aprovechan para sentarse en los palcos con sus “flus” y su pechito, viendo desde arriba a todo mundo, hasta que se cansan -generalmente no aguantan más de cinco conciertos el primer año y los restantes dicen que están llenos de trabajo- y vuelven a sus vidas comunes.

Ya esto no se limita a altos funcionarios de cualquiera de los diferentes ministerios, sino que hasta funcionarios de baja jerarquía llegan bien orondos a los conciertos, creyéndose los jefes, llegando tarde, obligando a que el espectáculo se retrase, porque mientras entra el público, aún cerrando las puertas de la sala, en lo que buscan sus asientos, todo esto porque no conocen bien el espacio, debe esperarse para no interrumpir el discurso musical. Es justo aclarar que muchas personas que han sido funcionarios, después de dejar sus cargos han seguido asistiendo a los conciertos.

Pero al margen de quiénes son los nuevos asistentes, los asiduos o los que van por obligación, existe algo que se llama prudencia y respeto que nunca debe perderse. Si ya llegó tarde, no se esté pavoneándose. Aunque hubo un experimento en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Argentina, en el año 2013 con relación a las personas que mascaban chicle, es de muy mala impresión que en un concierto se la pase masticando  chicle, eso es muestra de que está aburrido y no se puede ir.

Están los que se la pasan hablando con el compañero de al lado y se sientan en las primeras filas, riéndose e irrespetando a todos los que están ofreciendo la función. O los que se la pasan con sus celulares, chateando sin la más mínima muestra de respeto a la música y a los músicos.

No es obligado asistir a un concierto y más si usted no está en disposición de respetar, faltando a las reglas de educación, como llegar a tiempo, no hablar mientras se está en el espectáculo o utilizando el celular.