Sí. Lógicas diferentes llevan a respuestas igual de diferenciadas por intereses.
Nueva vez requerimos que el sector tenga mayor atención en cuanto a las decisiones de la DGII (que sea más cónsona con la compleja realidad del cine como industria creativa) y la empresa privada que aporta recursos financieros.
Se debe manifestar una línea y una acción transparente para el financiamiento, el fomento con dinero público y la regulación de exhibición.
Necesitamos una visión más orgánica que conciba respuestas acordes con lo que es una gestión cultural, y de un sistema capaz de dinamizar cambios en el consumo y que pueda crear públicos con gustos exigentes, pero también atraer a una población que es apática con el cine dominicano.
Con una firme gestión cultural, se ayuda a buscar soluciones a falta de empleo bien remunerado, seguridad social, estimulo en el turismo interno, sujeción de la violencia, reciclaje y/o redención del imaginario popular.
Las autoridades del sector cinematográfico gubernamental, no es que tengan deficiencias en sus competencias o que la ley tiene sus fallas, no, es un asunto de que se debe pensar orgánica e integralmente al cine nacional en su dinámica interna y en sus interdependencias.
El cine, siempre se ha sentenciado y conocido, es un arte que depende de todos. Y esa ley de cine debe servirnos a todos. A todos por igual, no a unos sí y desventajas para la mayoría.
Los cineastas necesitamos conocer planes dirigidos al tema impuestos internos como lo es de una “ventanilla única”. Se ha debatido pero la DGII responde que el volumen de inversiones no lo requieren, y esa es una visión peregrina ante un sector que continua cojeando en sus andanzas impositivas.
El otro aspecto que se debe instaurar con mayor fuerza legal es el financiero pues las películas están a alrededor de unos 50% más costosas que lo normal. Eso trae una distorsión que deprime al sector creativo, a los cineastas (guionistas, actores, técnicos, etc.), debido a que profesionales que no son guionistas, ni actores o actrices, de guionistas o directores, etc., cobran más, comparativamente, que los productores o cineastas en sí. Debe haber un equilibrio saludable para todos.
De manera que, esas dos: ventanilla única y financiamiento blando, son dos asignaturas pendientes por resolver.
Tranquiliza y corrobora el tema que ya se está dando solución de la siguiente manera: una es con personal de la DGII de plantón en las oficinas de la DGCINE y un “rejuego” aceptado fuera del papel (no contemplado en la ley y sus reglamentos) en que se permiten algunas operaciones presupuestarias que no riñen con la ley, pero agilizan enormemente la producción y las transacciones financieras o contables.
A fin de cuentas, respuestas creativas son las que crean una industria creativa, como el caso.