(Discípulo de Eugenio María de Hostos)
Abriendo surcos y sembrando la semilla del saber le transcurrió la vida al Maestro de América Eugenio María de Hostos. Muchos y valiosos fueron los frutos
cosechados y Arturo Grullón y Julia fue uno de ellos. Pero, ¿quién fue realmente Arturo Grullón, cuyo nombre ostentan el Hospital Infantil Regional Universitario de Santiago y la escuela primaria-intermedia de la zona urbana del Municipio de Jánico?
Educador, oftalmólogo y pintor, Arturo Grullón nació en esa ciudad cibaeña de Santiago de los Caballeros el 8 de febrero de 1869. Integró el primer grupo de maestros graduados el 28 de septiembre de 1884 en la Escuela Normal fundada por Hostos en 1880 en la ciudad de Santo Domingo, siendo, junto a Félix Evaristo Mejía, uno de los discípulos más aventajados del apóstol antillano.
Fue en ese primer acto de graduación normalista de 1884 ─y no en el de 1886─ que Hostos pronunció el memorable discurso «El propósito de la Normal», de profunda reflexión filosófica, en el que la verdad, como valor moral, es el eje temático central:
La enseñanza verdadera: la que se desentiende de los propósitos históricos, de los métodos parciales, de los procedimientos artificiales, y, atendiendo exclusivamente al sujeto del conocimiento, que es la razón humana, y al objeto de conocimiento, que es la naturaleza, favorece la cópula de entrambas y descansa en la confianza de que esa cópula feliz dará por fruto la verdad. Dadme la verdad, y os doy el mundo.(1)
Al pasar el tiempo, sería el Dr. Arturo Grullón uno de los médicos de cabecera del padre de la educación dominicana en su lecho de muerte. Estuvieron con él los doctores Francisco Henríquez y Carvajal y Rodolfo Coiscou. Era profunda la admiración sentida por él hacia su maestro, de quien nos ofrece el siguiente retrato, descriptivo de su calidad humana y de su modo de ser ante su familia:
Hostos tuvo una dignísima compañera que supo aquilatar, en todo su valor, las dotes de su cerebro privilegiado y de su gran corazón. Porque aquel hombre de rara tenacidad, de perseverancia admirable, de incontrastable energía, forjado para la lucha, batallador decidido, verdaderamente apóstol, era, en el seno de su hogar, todo dulzura, bondad y mansedumbre. Sus hijos han seguido su ejemplo de integridad y de virtud, y son todos espíritus cultivados, ciudadanos meritorios.(2)
Arturo Grullón también fue un alumno destacado del profesor español Juan Fernández Corredor, quien, en 1883, fundó una academia de dibujo y pintura en dicha ciudad.
En la penúltima década del siglo XIX Grullón es enviado por sus padres a París, Francia, a estudiar artes plásticas. En dicho país, donde conoció a José Martí, es premiado por su célebre obra pictórica El Moro. Motivado por el dibujo anatómico decidió estudiar oftalmología en la patria de Víctor Hugo, graduándose en 1902.
Comenzó a ejercer esa especialidad médica en Santiago en 1903. Además, prestó sus servicios oftalmológicos en Santo Domingo, Puerto Plata, San Pedro de Macorís y San Francisco de Macorís. Fue el primer dominicano en practicar operaciones de cataratas y cirugías.
La sensibilidad artística de Arturo Grullón era puesta de manifiesto en el trato altruista, solidario, con los que recibían sus atenciones médicas. Es indudable el influjo de Hostos en su formación, en su visión sobre el ser humano. Supo asimilar el lema hostosiano: «El amor por principio, el orden por base y el progreso por objetivo».
El doctor Arturo Grullón Falleció el 14 de julio de 1942 en la misma ciudad donde sus ojos vieron por primera vez el mundo.
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- Publicado en octubre de 1884 en la Revista Científica (Santo Domingo) y recogido en el Vol. XXII (Tomo I) de sus Obras completas, editadas en Cuba en 1939 bajo la supervisión editorial de Juan Bosch. Ese discurso también puede ser leído en: Emilio Rodríguez Demorizi. Hostos en Santo Domingo. 2.a ed. Santo Domingo: Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 2004. Vol. I. Pp. 153-165. (Colección Bibliófilos 2000).
- En: Miguel Collado. Tributo a Hostos: textos en su memoria. 2.a ed. Santo Domingo: Centro Dominicano de Estudios Hostosianos, 2016. P. 177.