Se atribuye a uno de los grandes maestros de la primera vanguardia haber establecido una diferencia entre la expresión gráfica producida por un niño y la de un adulto.

Mientras que el adulto pinta las cosas como las ve, el niño las pinta como sabe que son.

El niño no conoce las reglas de la perspectiva y cuando no ve las partes que debe tener el objeto que representa, las imagina.

Por eso es que en su representación grafica de la realidad se produce una idea del espacio que es diferente a la del adulto que ha estudiado las leyes de la perspectiva.

En esta expresión pictórica poco importa al artista el estudio riguroso de la anatomía humana y de la naturaleza

Así fue la pintura que hicieron los primeros cristianos, la llamada Paleocristiana.

Encontramos entonces una coincidencia entre el arte producido en pueblos primitivos y el arte europeo anterior al periodo gótico.

La llamada pintura Paleocristiana se desarrolló en la última etapa del imperio (Romano) por lo que comprende una representación bidimensional en la que el espacio no está representado de ninguna manera.

Las primeras pinturas cristianas se reducen a decoraciones y simbolismos, como es el caso de la pintura que corresponde al período Románico. En esta expresión pictórica poco importa al artista el estudio riguroso de la anatomía humana y de la naturaleza, además de los contornos acentuados de sus figuras y por una ausencia total de la perspectiva.

Cómo es el arte Naif. En el arte Naif la pintura se produce en un plano que por su naturaleza es bidimensional mientras que la realidad se nos muestra en tres dimensiones. -O cuatro a partir del Cubismo-.

Por eso es que la perspectiva resultaba un recurso válido para la representación.

A Pierre Francastel, que fue un importante crítico de arte francés del siglo pasado, es a quien se le atribuye la afirmación de que “la perspectiva es una gran mentira que se sostuvo durante cuatro siglos en el arte del mundo occidental”.