Aunque ésta no será una serie continua, de vez en cuando y hoy justamente, seguiremos hablando de estos arquitectos de oficio que tuvieron una formación al uso y/o reglada tal y  como la vemos en las escuelas de arquitectura actuales.

Aunque por su gran influencia deberíamos  dejarlo como plato fuerte para el final, es una situación irresistible y reincidente hablar de Charles Édouard Jeanneret, mucho mejor conocido como Le Corbusier.

“El Maestro” nació un 6 de octubre de 1887 en La Chaux-de-Fonds, Suiza. Hijo segundo de un pintor de esferas de relojes y de una profesora de piano. Culturalmente calvinistas, la familia de le Corbusier fomentaron el amor al arte y la disciplina protestante al que luego sería uno de los genios de la arquitectura del Siglo XX.

Como muchos otros genios Le Corbusier, que ya tenía algunos encargos realizados, se decidió a conocer mundo, a viajar y ver como se hacían las cosas. Esta época de periplos se extendió desde el 1907 hasta el 1912

Sólo un deseo inquebrantable,  combinado con una alta dosis de libertad en el alma, podría dar como resultado que el joven Charles Édouard guiado por el maestro de arte de su ciudad, Charles l’Epattenier (quien con influencias de Ruskin o Hermann Muthesius), pudiera iniciarse con pasión en el arte.

Fue ayudante de  relojería (grabador), y luego estudiante de arte y decoración antes de elegir el oficio que definitivamente agradecería la humanidad: el de arquitecto.

Como muchos otros genios Le Corbusier, que ya tenía algunos encargos realizados, se decidió a conocer mundo, a viajar y ver como se hacían las cosas. Esta época de periplos se extendió desde el 1907 hasta el 1912.

Viajando por Viena, Paris, Munich, Atenas,  Europa del este y Oriente,  conoció proyectistas y arquitectos que poco a poco le ayudaron a ir formándose una idea del oficio. Entre estos arquitectos conoció a uno de los precursores de la construcción en hormigón: Augusto Perret.

Tiempo después ya en el oficio y en su natal Suiza Le Corbusier seguiría haciendo su camino; un camino que ya solo sería ascendente, desde la Casa Dominó   de 1914; que sería su aporte intelectual de reconstrucción  posterior a la I guerra en la zona de Flandes y al mismo tiempo uno de sus más brillantes aportes a la idea de la construcción en seria con base en el hormigón.

Aportes

Destacar aspectos de la obra de Le Corbusier, aprendiz de relojero, pintor, y alumno de decoración, sería toda una aventura. Muchas de sus obras, por no decir todas ellas, han configurado la idea de arquitectura que tenemos los que hoy ejercemos el oficio; pero como dicen que para gustos se han hecho los colores, desde nuestro particular punto de vista, uno de sus más destacados aportes son los famosos 5 puntos que tanta repercusión hasta la actualidad han tenido desde su publicación cual 95 tesis.

Desde un punto de vista bioclimático y desde luego dependiendo para que zona, estos cinco puntos de la arquitectura podrían ser cuestionados. No seremos nosotros, ni tampoco será desde aquí quienes retomaremos ese debate.

Lo que si nos parece interesante es que para un clima como el de Santo Domingo, 1) Separar el suelo del edificio, del plano de sustentación; 2) Colocar un ajardinamiento en la cubierta; 3) Dejar una planta diáfana; 4) Independizar la fachada de la estructura;  y 5) Colocar ventanas a alargadas a Sur y Norte  resultaría incluso recomendable para una solución pasiva de acondicionamiento y confort.

 Le Corbusier:  El Grande.

Probablemente Le Corbusier sea el  arquitecto más grande del siglo XX y no cursó la carrera; era un genio… no le era necesario. Hoy quienes admiramos su obra, no podemos dejar de suspirar asombrados por tanta genialidad.

Si que era cierto, tal como se le atribuye haber dicho a Frank Lloyd Wright, que Le Corbusier para trazar una línea escribía primero un tratado filosófico…pero benditos sean hoy estos tratados filosóficos.