Ese será el título de la colección de artículos escritos en este medio sobre el derecho natural a las armas que tienen las personas para la defensa de su vida.

La portada del libro es un diseño de Roberto Aybar Guerrero que muestra a tres de los que provocaron en las autoridades un miedo atroz a civiles armados. La Ley de No Armas fue escrita a los pocos meses de que civiles demostraran pueden empuñar fusiles para enfrentar gobiernos tiranos y desobedecer encabronados contando sólo con los puños las órdenes de un soldado invasor.

El brindis cuando concluyó la redacción de la ley tuvo que ser con “No Guns for You!”.  El gobierno instauró así desde 1965 el privilegio para el porte y tenencia de armas en las fuerzas armadas, la policía nacional, los civiles ricos y otras personas que pudieran comprobar tener medios y estar enchufados. El resto, la mayoría de los dominicanos, a conformarnos con una promesa de que cuando la vida está en peligro inminente aparecerá un policía con armas a defendernos.

Pero la historia de ya casi seis décadas es la de que es abrumadoramente más frecuente que lleguen con, o sean, los delincuentes o que se aparezcan escoltando a los médicos forenses cuando todo está fatalmente consumado. Las probabilidades de que estén para defenderlo cuando hace falta son similares a que su tanque de oxígeno haciendo buceo se enrede con la trompa de un elefante ahogado.  Por eso asaltar civiles desarmados es una actividad con tan poco riesgo que los artículos robados se venden ya tan baratos que los delincuentes prefieren negociar devolución con las víctimas.

Hace tres semanas terminé la primera revisión del libro que diagramé siguiendo los manuales de instrucción para auto publicaciones de Amazon.  Impresionante los recursos que están ahí disponibles para autores cuentan con poco patrimonio para aventurarse a publicar. Faltan detalles para abrir la cuenta, revisar el texto y enviarlo para ver si se acepta o no en el primer intento, la prueba que aproveché bien los tutoriales.

La sección Dedicatoria del modelo que te permite descargar Amazon para las dimensiones elegidas la puse bastante breve: “A toda víctima de la violencia por delincuentes armados privada del derecho natural a defender su vida.”  Escribí la breve dedicatoria con la frustración de saber que vendrían más casos de violencia por delincuentes y asesinos porque, nuevamente, estamos ante autoridades empeñadas en hacer que trabajen con más facilidad los malhechores violentos.

En una escalada violenta su interés es desarmar a los civiles que conocen tienen armas que deben impuestos o a los que saben pueden intimidar para que entreguen las que han adquirido de forma ilegal para la defensa propia. Los delincuentes felices con la iniciativa porque ellos nunca entregan voluntariamente las suyas por chucherías pueden comprar por un año con el beneficio neto de un par de asaltos. Mil armas menos cortesía del Ministerio de Interior son mil oportunidades menos que les salga alguien con valor para resistirlos.

En varios artículos sostengo la importancia para la mujer de contar con armas para su defensa. En Estados Unidos una industria fabrica modelos diferentes a las de los hombres, más pequeñas y fáciles de manipular. Con ellas pueden tener la oportunidad de repeler con más éxito que un arañazo o una mordida una agresión de un cabrón que tiene todas las de ganar aunque el ataque sea sin armas por su ventaja natural en una pelea.

Trágicamente así se comprobó hace apenas unos días.  Un agente policial aterrorizó a dos mujeres con su arma de reglamento, el animal las tuvo a su disposición encerradas dentro de un vehículo que no pudieron volver a poner en marcha para escapar, desesperadas e indefensas vieron a ese monstruo romper cristales, amenazarlas y hacer los disparos que cegaron la vida de la madre y marcaran para siempre a su hija testigo de esta infame barbarie.

Ahí está otro caso más que no termina de convencer a las autoridades de que la indefensión de las mujeres, y de todos, es incentivo a la multiplicación de los actos delincuenciales; ni tampoco a minar en el que todavía no ha sido una víctima la convicción de que estamos mejor indefensos, que los policías sí van a estar presentes como salvadores cuando les toque. Si esto último no cambia las autoridades nos van a seguir entreteniendo con comisiones para reformas, apoyo internacional con tecnologías de punta, talleres de control de ira y manejo de situaciones, mejoras salariales y otras cosas que no servirán mientras la policía siga teniendo los poderes típicos de dictaduras sobre los ciudadanos que también comento en varios artículos del libro espero tener listo en un mes.