Al iniciar el siglo XXI la Democracia goza de buena prensa y casi ningún Estado rechaza el identificarse como democrático, salvo el Califato de Isis y casos parecidos, pero incluso Corea del Norte tiene como nombre oficial República Democrática de Corea del Norte, fruto de la influencia de las “democracias socialistas” de Europa del Este en el siglo XX. Nadie quiere ser excluido de la denominación democrática, pero la manera en que cada sociedad, grupo político, Estado o intelectual interpreta lo que es la democracia varía en un rango tan amplio que muchas definiciones son absolutamente contradictorias. Para no tomar partido por una definición actual y confrontarla con Aristóteles, procedo a armar la definición (o definiciones) que articula Aristóteles en su obra la Política y confrontarla con su definición de lo que es la Oligarquía, en su obra la Política.
Sobre el texto de Aristóteles afirma Manuela García Valdés: “…la Política en su estado actual, sin duda, no es un tratado homogéneo, sino un conjunto de lecciones independientes o de ensayos sobre temas relacionados estrechamente entre sí. (Citando a R. Stark señala que) es muy probable que Aristóteles no haya preparado la edición de la Política y que nunca se propusiera escribir una obra con tal título, como tampoco se había propuesto una Metafísica, sino que la obra que nos ha llegado representa la adición de varios tratados de tema y de objetivos más concretos” (Aristóteles, 1988: pp.10-11). Por lo tanto no podemos abordar el texto de Aristóteles como un texto articulado. Las ideas que analiza son fruto de contextos diversos, fines diferentes y temporalmente distantes unos de otros. Pretender extraer del presente análisis una teoría de la democracia en Aristóteles es ingenuo en tal caso, por lo antes dicho. El propósito será analizar los diversos enfoques que desarrolla Aristóteles sobre el tema en el libro IV y construir una línea argumentativa de defensa y crítica a la democracia en los siguientes artículos.
Por qué escoger el libro IV y no otro. Jaeger, en su obra sobre Aristóteles (1946) señala que hay una clara distinción entre los libros IV-VI donde trata de los Estados históricamente existentes y los libros VII-VIII donde trata del Estado ideal (Jaeger, 1946: p. 304). “Con un lenguaje inequívoco abandona aquí el filósofo el método puramente constructivo que habían seguido con anterioridad Platón y él mismo, para basarse en un estricto estudio empírico” (Jaeger, 1946: p. 305) Por tanto, en la evolución del pensamiento del estagirita, según Jaeger, los libros VII-VIII son anteriores temporalmente a los libros IV-VI. Resulta más productivo para nuestro esfuerzo recoger los aportes de Aristóteles en base al estudio empírico de los casos políticos de la democracia y la oligarquía de su tiempo, que analizarlo desde un punto de vista lógico, después de todo la política es sobre todo un ejercicio práctico de la organización social en base a las relaciones de poder, incluso cuando se asuman discursos de valores y propósitos a la hora de dirigir acciones políticas. Y es siguiendo ese método que podemos encontrar puntos significativos para ver en otro momento la realidad política del presente desde la óptica de Aristóteles.
El texto ha sido dividido, no por Aristóteles, en 8 libros. Es pertinente iniciar con la primera argumentación que desarrolla el estagirita en el libro I: “Puesto que vemos que toda ciudad es una cierta comunidad y que toda comunidad está constituida con miras a algún bien (porque en vista de lo que les parece bueno todos obran en todos sus actos), es evidente que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo tienden al supremo la soberana entre todas y que incluye a todas las demás. Ésta es la llamada ciudad y comunidad cívica. Por consiguiente, cuantos opinan que es lo mismo ser gobernante de una ciudad, rey, administrador de su casa o amo de sus esclavos, no dice bien” (1252a) Es de todos conocidos la visión optimista de Aristóteles sobre la formación social que recuperará John Locke en oposición a visiones más pesimistas como las de Maquiavelo, Hobbes e incluso Rousseau, y el reconocimiento de la diversas formas de dirigir las formas de socialización que se resisten a un modelo único, fuera por el número de los gobernados o por la naturaleza de la manera de gobernar. Justo en ese número de su obra destaca que: “…cuando un hombre ejerce sólo el poder, es rey; pero cuando, según las normas de la ciencia política, alternativamente manda y obedece, es gobernante”.
Siguiendo el método que le es propio a Aristóteles apuesta por una diferenciación en base a la naturaleza misma de los seres humanos, por eso afirma que: “…el que es capaz de prever con la mente es un jefe por naturaleza y un señor natural, y el que puede con su cuerpo realizar estas cosas es súbdito y esclavo por naturaleza; por eso al señor y al esclavo interesa lo mismo” Aristóteles traslada su visión de las cosas de la naturaleza al fenómeno social, entendiendo que la formación social que conoce está articulada por naturaleza y por tanto quien es señor y quien es esclavo, quien gobierna y es gobernado, lo son por su naturaleza y no por un orden social que asigna estos roles. Pero Aristóteles reconoce que existen otras posiciones sobre el tema: “Otros [afirman], que la dominación es contra naturaleza, pues el esclavo y el libre lo son por convención, pero en nada difieren por naturaleza. Por esta razón tampoco es justa, ya que es violenta”
Al igual que los individuos por naturaleza son amos o esclavos, la sociedad es un hecho natural que le va al ser humano por su naturaleza misma. “…la ciudad es una de las cosas naturales, y que el hombre es por naturaleza un animal social, y que el insocial por naturaleza y no por azar es o un ser inferior o un ser superior al hombre” (1253a) Y añade Aristóteles un rasgo de quien es insocial, “…por naturaleza es también amante de la guerra, como pieza aislada en el juego de damas” La guerra por tanto en este punto es contraria a la socialización. Cita al pie de esa referencia por Manuela García Valdés señala “Que un ser que ama la guerra por la guerra, según Aristóteles, es una persona envilecida o, como Ares, superior al hombre” Tomado de la Ética a Nicómaco (1177b) Y procede el estagirita a relacionar ese sentido social con el uso de la palabra, somos el único animal social y el único que habla. “…la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo justo y lo injusto. Y eso es lo propio del hombre frente a los demás animales: poseer, él solo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y de los demás valores, y la participación comunitaria de estas cosas constituye la casa y la ciudad”
Por tanto la formación de la sociedad se debe a la naturaleza social del ser humano, que es un bien de suyo, y la capacidad de la palabra que permite el diálogo, el acuerdo, y la ley. Su perfección radica en esa vida en comunidad. “Pues así como el hombre perfecto es el mejor de los animales, así también, apartado de la ley y de la justicia, es el peor de todos.” Resume estos argumentos Aristóteles: “La injusticia más insoportable es la que posee armas, y el hombre está naturalmente provisto de armas al servicio de la sensatez y de la virtud, pero puede utilizarlas para las cosas más opuestas. Por eso, sin virtud, es el ser más impío y feroz y el peor en su lascivia y voracidad. La justicia, en cambio, es un valor cívico, pues la justicia es el orden de la comunidad civil, y la virtud de la justicia es el discernimiento de lo justo”. Desde esa concepción fundamental para el quehacer político se ilumina la evaluación de los diferentes regímenes políticos. Con esto cierro mi consulta al capitulo I.
Referencias.
Aristóteles., (1988) Política. Madrid: Editorial Gredos. (Introducción, traducción y notas de Manuela García Valdés)
Jaeger, Werner., (1946) Aristóteles. Bases para la historia de su desarrollo intelectual. México: Fondo de Cultura Económica. (Versión española de José Gaos)
Miguens, José Enrique., (s.f.) Un Aristóteles democrático. Versión taquigráfica corregida de las primeras clases del Seminario “Sociología de las Teorías Políticas Antidemocráticas”, dictadas en el Instituto de Investigaciones Jurídicas y Sociales Ambrosio L. Gioja, y recopilados por Silvia Poratelli.