Durante los años de mis estudios universitarios -1962-1968- en la Escuela de ingenieros agrónomos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD, tuve como compañeros de pupitre a jóvenes bachilleres procedentes de la gran mayoría de las provincias dominicanas, cuyas individualidades traté de atrapar y resumir en un breve trabajo intitulado “Sólo mueren los que se olvidan” puesto en circulación en el verano del 2012.
Uno de ellos, en recordación quizás al poeta italiano autor del poema épico “Orlando furioso”, respondía al nombre de Ariosto Antonio Sosa Valerio nacido en Quinigua, Santiago cuya tesis de grado concerniente al tema del regadío agrícola proclamaba su futuro y particular interés por la distribución racional del agua como recurso esencial en la producción agropecuaria.
Con la finalidad de especializarse en tan primordial aspecto de la productividad, realizó cursos de post-grado en Perú, Venezuela, Israel y Puerto Rico que contribuyeron no solamente al ofrecimiento de servicios de alta profesionalidad a pleno campo sino también, a la actualización y modernización de la docencia que como pedagogo impartía en diversos centros de enseñanza.
A diferencia de la generalidad de sus colegas y de la mayor parte de los profesionales nacionales, Ariosto tiene la gran virtud de publicar es decir, difundir por escrito o imágenes las experiencias adquiridas ya sea redactando artículos en revistas especializadas, editando libros de texto para sus estudiantes, obras de divulgación científica para consumo de expertos o preparando videos con fines educativos.
Recientemente – el pasado jueves 5 octubre 2015 – puso en circulación en la finca experimental que el Instituto Politécnico Loyola (IPL) posee en Madre vieja, San Cristóbal su última entrega que lleva por título “Riego por gravedad y drenaje de tierras agrícolas” auspiciada por el Instituto Especializado de Estudios Superiores Loyola (IEESL) de capital importancia para los usuarios de esta modalidad de irrigar.
A pesar de que este antiguo tipo de regadío con razón es considerado en el presente como obsoleto e ineficaz, por su bajo costo es el más empleado a nivel mundial y en nuestro país, y lo que pretende el autor del libro es que sus obstinados y obligados beneficiarios minimicen en la medida de lo posible el despilfarro de un líquido cuyo manejo será vital para la futura sobrevivencia del hombre y del planeta que habita.
Todo lo que he dicho hasta el momento relata abreviadamente la existencia de un agrónomo dedicado al magisterio, la investigación y a la publicación, rasgos nada comunes en los predios de la agropecuaria dominicana. Lo que resulta excepcional, notable, es que estas actividades se hayan efectuado bajo las dramáticas coordenadas que han caracterizado la vida de ese vencedor de todas las tempestades como diría aquel célebre panegirista. He aquí algunas de ellas:
De origen humilde y teniendo como lugar de nacimiento un escenario tan poco propicio al despertar de las excelencias intelectuales como lo es Quinigua, Ariosto es un clasemediero que similar a los demás integrantes de este segmento social llevó una existencia oscilante entre la frugalidad y la parsimonia, intentando sostenerse en precario equilibrio para evitar caer en los estratos inferiores de esta vacilante clase.
Los acaudalados y los desposeídos están seguros de su origen y status y en cierto sentido conscientes de su poder y limitaciones respectivamente, pero los sectores intermedios vivimos tratando de reducir al mínimo las preocupaciones materiales, desplegando esfuerzos para impedir la caída en el vacío. En fin los miembros de esta clase arrastramos una angustia existencial que nos marca para siempre.
Como ha sido el caso de muchos jóvenes inquietos, Ariosto desde los tiempos de la dictadura trujillista fue atraído por los postulados científicos del marxismo – leninismo, incorporándose a temprana edad a la lucha partidaria militando activamente en el Partido Socialista Popular (PSP) y luego en el Partido Comunista Dominicano (PCD) colaborando de forma entusiasta con las organizaciones gremiales y populares que combatían el estabilishment.
Al conocerle en la Universidad a principios de los años sesenta de la pasada centuria, Sosa Valerio tenía el empaque y la actitud de lo que luego se llamó un apparatchik o sea un dirigente leal y obediente a las posicionamientos políticos del Partido proyectando alrededor de su persona un aire de misterio y secreto que yo percibía como la inflexibilidad característica de los izquierdistas altamente situados en su organización.
En sociedades mentalmente rezagadas como la nuestra ser tratado de comunista, ateo o pedófilo obliga a los así calificados llevar una vida marginal, y en el caso de estar totalmente convencidos de su preferencia o vocación están condenados a vivir en un extraño tipo de autoexilio, son exiliados pero en su propia tierra y sus personalidad queda por ella lastrada durante toda su existencia.
Es muy probable que por sus simpatías ideológicas mi ex – condiscípulo tuviera confrontaciones con su parentela, vecinos, compañeros de estudios y conocidos de las mas diversas procedencias, y ese antagonismo, muy generalizado entonces, generaría necesariamente en él sentimientos donde el rencor, el aborrecimiento y la aversión se disputaban a menudo su voluntad.
Aunque el machismo pregone de voz en cuello que en la familia y en la sociedad el hombre es batuta y constitución, la verdad es que la mujer, al permitirse escoger al pretendiente de su gusto; al representar aproximadamente en número el 50% de la población y parir la otra mitad y además ser la responsable del gobierno doméstico y la crianza y educación de los hijos, la mujer es el chasis o soporte de la sociedad.
Cuando un hombre casado o en unión libre experimenta la desgracia de en- viudar, pierde lamentablemente un apoyo que a no pocos desequilibra emocionalmente, y aunque recurra al viejo expediente de agenciarse con el tiempo otra compañera, tanto los hijos como el mismo pasan por un perturbador desconcierto que les sacude íntimamente. Ariosto conoció y vivió en cierto momento esta amarga vivencia.
En sus años de ejercicio profesional brindó oportunos y apreciados servicios técnicos a la Oficina Nacional de Planificación (ONAPLAN), el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INDRHI), al Consejo Estatal del Azúcar (CEA) y al Ministerio de Agricultura (MA). Sin embargo su jubilación por parte del Estado Dominicano fue innecesariamente diferida y su enumeración no estuvo conforme con las prestaciones dispensadas.
Para complicar las cosas, al término de su vida activa su organismo comenzó a resistirse metabolizar con normalidad la glucosa presente en su torrente sanguíneo, y la hiperglicemia resultante fue causante de la aparición del terrible pie diabético primeramente en una de sus extremidades inferiores y luego en la otra. Este padecimiento fue soportado con un estoicismo admirable sin dejar de asistir a su trabajo.
Luego de serle amputada una pierna hubo después que cercenarle la otra, y si a raíz de la primera mutilación se desplazaba con ayuda de unas muletas, al verse privado de la segunda su movilidad fue confiada a una silla de ruedas provista de batería, y gracias a ella asiste y hace acto de presencia a los eventos donde con frecuencia representa por su motríz dificultad un invitado sui generis.
No obstante el tormento de ser clasemediero en una sociedad burguesa; de la velada o abierta antipatía que despertaba por ser comunista en un medio capitalista; de haber enviudado en una colectividad donde es la mujer que hace tolerable los agravios de la vida cotidiana; de ser jubilado tarde y mal, y en los últimos años confinado a una silla de ruedas, este ingeniero, repito, parece inmune al infortunio.
Una sola de las desventuras antes evocadas es capaz de avinagrarle el carácter y la voluntad a cualquiera que la padezca, mas sin embrago este veterano colega parece poseer una resiliencia a toda prueba que suscita mi mas rendida admiración, y si en verdad las ideas comunistas no coinciden con mis percepciones sociales, debo reconocer que cuando son realmente asumidas por alguien procuran una entereza moral y física respetable.
Como un testimonio de que los tiempos cambian y que la ironía es una de las manifestaciones más divertidas de la convivencia humana, resultó de mi particular agrado advertir que el Prólogo de su obra “Riego por gravedad y drenaje de tierras agrícolas” fue redactado por el padre jesuíta y rector del Instituto Politécnico Loyola (IPL) José Rafael Núñez. La religión ponderando los esfuerzos de un luchador revolucionario. Por lo tanto nada asombroso tener en la actualidad un Papa de la misma orden religiosa.
Este gesto junto a la designación con su nombre de una edificación que dicho Politécnico tiene en Madre vieja, San Cristóbal, reflejan la trascendencia que este enseñante ha logrado en la renombrada institución, y también una patética manifestación de que en la vida no debemos dejarnos apabullar por las adversidades – con regularidad nos quebramos – como es el caso ejemplar de Ariosto Sosa uno de los activos que mas enorgullecen la membresía de la primera promoción de ingenieros agrónomos de la UASD.