El discurso del domingo 17 de mayo, a las 8 de la noche, se enmarca en el contexto decadente del segundo gobierno de Medina, en la fase final de la campaña electoral, donde el candidato oficialista se mantiene distante de su principal competidor y la propagación de la segunda ola del Covid 19. El presidente ha tenido que hilar fino para no dar mucho de qué hablar, especialmente al candidato de la Fuerza del Pueblo -Leonel Fernández-que puede desacreditar aún más su manejo de la crisis. Frente a esos dos desafíos, el mandatario se enunció, no solamente como el jefe de Estado, sino como un pretendiente que buscaba conquistar con argumentos y piropos al pueblo dominicano.

Conviene precisar que el rol que ocupa el hablante dentro de un discurso es mucho más importante que el propio discurso, más aún si se trata un presidente que quiere convencer a las audiencias cada vez más críticas de la gestión administrativa peledeísta.  Se ha ido perdiendo la credibilidad por la acumulación de escándalos nacionales e internacionales de denuncia de la corrupción y el aumento de la deuda pública.   Cuando se pierde la credibilidad y la confianza, el autor del discurso se encuentra con la dificultad de ver reducido su impacto positivo en el público.   Es lo que ocurre con los discursos políticos en la actualidad de aquellos que están en el poder o han estado. Sus esfuerzos argumentativos mayores que los nuevos candidatos que están por conocerse, aunque hay algunos que andan perdidos y no se ubican en la arena política y electoral.

Aristóteles había advertido en el capítulo uno del libro de la Retórica la importancia del orador en el discurso. Si este quería ganar confianza y credibilidad en el auditorio debía por lo menos aparentar que es prudente, virtuoso y benevolente. Valga decir, de acuerdo al filósofo estagirita, que, si el hablante en su “residencia” o mundo interior vive la ética como esa morada, se propagaría como un modo ser o su carácter en la sociedad. Desde mi punto de vista, se manifestaría como una energía que se desplaza a lo largo del discurso a través de los signos lingüísticos cuando son utilizados con propiedad y sin ambigüedad.

Esas tres cualidades a las que refiere Aristóteles se manifestaron en la actitud del presidente en el discurso del domingo y quizás por eso tuvo un impacto más positivo en la ciudadanía, que los escuchó, que anteriores disertaciones del mandatario.  Su perfil argumentativo es de un presidente resiliente que sabe retorcer las cifras del desarrollo económico y que lleva un mensaje de esperanza y superación del virus. 

En  el discurso   se enunció en plural  sin límite de tiempo: “Hemos designado, estamos dando, ampliamos, somos, lo hemos hecho, y lo seguiremos haciendo…”.  La pluralización del presidente indica que su liderazgo es combativo, que resuelve, muy diferente al liderazgo tradicional que sostiene que es el único que puede hacerlo bien. Pero también deja entrever que es mucho mejor lo que se hace para enfrentar la crisis y que nos espera un futuro idílico.

¿De qué nos quiere persuadir el presidente? En primer lugar, de que es un hombre humanitario, colaborativo, que trabaja en equipo y que está preocupado por la salud de los dominicanos y dominicanas: “nuestra prioridad siempre ha sido la misma, afirmó- de preservar la vida y la salud de los dominicanos y dominicanas”. Está ayudando a los también más afectados con la creación del programa de ayuda económica. Cita la creación del  programa Pa’Ti, dirigido a esos trabajadores desempleados que se ganan la vida de forma independente.  Eufemísticamente lo tilda de familias con negocios independientes que no han podido trabajar por las medidas de distanciamiento social impuestas por la pandemia. 

Da la impresión de que se está refiriendo a gente de clase media o no tan pobres, pues dice que se le la entregará  de forma transitoria, mensual de 5,000 pesos a sus cuentas de bancarias. ¿Y los que no tienen cuentas bancarias que viven en la marginalidad? Sin embargo, es una acción positiva como otras tantas que ha realizado. Pero ojo, que ha recibido mucho dinero y debe exigírsele transparencia en su utilización.

De la segunda idea que quiere convencernos es que ha habido un buen manejo de la crisis sanitaria y que estamos mejor que otros países. Utiliza argumentos de causa y consecuencia: hicimos esto, logramos aquello. Sin negar cierta verdad en algunas conclusiones comparativas con otras naciones, se han retorcidos los argumentos en ciertas cifras, de las cuales se ha arribado a una conclusión que aparentemente parece verdad, pero  si lo examina en detalle, te encuentras con una falacia. Veamos un ejemplo: dice el mandatario que “la cantidad de fallecidos como porcentaje del total poblacional, asciende a 0.0039%, muy inferior a la registrada en la mayoría de países europeos y de nuestra región”.  Para que fuera correcto el razonamiento habría que tomar en cuenta de los países que se contrastan son buenos ejemplos en el manejo de la crisis. Del mismo modo hay que fijarse en otras variables como la población, las condiciones climáticas, el tamaño del territorio, entro otras. Tomemos el ejemplo de España, cuya población total asciende a 47.100.396 habitantes, según informaciones del 1ro de julio de 2019. El balance de defunciones en 24 horas es 83, pero se mantiene por tercer día por debajo del centenar (El País,19/5/2020). 

Veamos, ahora, los piropos del presidente al pueblo.
1. Somos un pueblo  dichoso: “Afortunadamente, logramos llegar hasta aquí sin cerrar completamente la actividad económica, y entendemos que esto permitirá una recuperación más rápida, porque siguieron funcionando sectores claves como el energético, combustibles, minería, telecomunicaciones, la cadena completa de producción y distribución de alimentos, la cadena de producción y distribución de medicamentos y de manera parcial las zonas francas, todo el sector agropecuario, así como los puertos marítimos, entre otros”.

2. Un pueblo que se ha sacrificado para vencer el virus con enormes muestras de solidaridad, responsabilidad y disciplina: “Millones de personas se quedaron en casa; se paralizaron amplios sectores de la economía; se limitaron los desplazamientos y fuimos capaces de poner en suspenso la vida social que tanta alegría y sentido nos da como pueblo”.

3. Un pueblo lleno de héroes:“Después de más de dos meses de esfuerzo, podemos ver cómo nuestras acciones están dando sus frutos: Estamos frenando la epidemia; hemos ralentizado la expansión del virus”.

4. Un pueblo único y con valores: Esta pandemia nos ha mostrado lo importante que es la unión y la solidaridad de un pueblo de gran corazón.

5.  Enfoque de género en el uso femenino para agradar a las féminas, aunque desde el punto de la gramática normativa es innecesario referirse a los y las. Además, rompe con el ritmo de la oración en los discursos, pero eso importa poco cuando se trata de agradar y caer bien entre un segmento poblacional que gusta de ese uso lingüístico, aunque la realidad de la igualdad entre hombres y mujeres diste mucho de lo que se dice. Habló de “dominicanos y dominicanas, amigos y amigas”.

6. Manso, piadoso y confiado en Dios: “Confío plenamente en que, con la ayuda de Dios y con el apoyo de este pueblo que ha dado muestra de su madurez y sensatez, la República Dominicana saldrá adelante y saldrá fortalecida. Ese piropo dista mucho de una corriente elitista e ideológica que buscaba desacreditar la creencia en Dios, borrar el escudo y la biblia de la bandera dominicana.

7. Y por último, el piropo del agradecimiento a todos, no solamente al pueblo dominicano, sino al liderazgo político, social y empresarial que está en la oposición.

En conclusión, los argumentos y piropos utilizado por el presidente cuidaron su imagen como mandatario.  En ese sentido, es un logró político. No obstante, su eficacia para convencer a la audiencia choca con la perspectiva social y económica, considerada como perturbadora por el sociólogo Celedonio Jiménez (El Día, 19/2020).  La capacidad probatoria de los logros citados en el discurso enfrenta el clima emocional de la crisis electoral acumulada y las emociones que puedan desatar las presiones sociales en las redes de los ciudadanos que no están incluidos en los beneficios de los planes de apoyo. Igualmente enfrenta ya una oposición atenta a cualquier error para capitalizarlo en término electorales.