Del ser humano
Fue en Jánico donde Aralís Rodríguez vio la luz del mundo por primera vez en septiembre de 1966. Bendecida ha sido ella al recibir el hermoso don de la creatividad literaria, el don de la exploración en el mundo de las ideas, poseída siempre de esa sensibilidad que, con esmero cultivada, le ha permitido crecer espiritualmente, no tan sólo en los ámbitos intelectual y académico: lo de periodista, novelista, cuentista, ensayista, son atributos bien ganados por ella, producto de su tesón, de su templanza como mujer, como ser humano.
Aralís es un verdadero ejemplo de mujer luchadora, que sin importarle las adversidades ni las noches con tormentas, ha logrado avanzar hasta alcanzar las metas que se ha propuesto: una a una, con esa paciencia oriental que ella exhibe y posee —porque es auténtica, sin pose—, ha venido lográndolo. ¡Aralís Rodríguez es admirable!
Una muestra temprana de su carácter decidido y firme la constituye su viaje a Nicaragua en 1985, atravesada por un idealismo puro, para respaldar el movimiento sandinista cortando café y alfabetizando, impulsada por la utopía latinoamericanista del momento.
Aralís quería vivir la experiencia, participar de todo aquello, y eso hizo: «La Revolución de los Sandinistas era el estandarte por el que todos los jóvenes simpatizábamos. Quise ir a ver de cerca los hechos; asistí a clases en la Universidad Centroamericana, donde conocí chicas revolucionarias y valientes. Fue todo un descubrimiento y continuamos soñando con un mundo mejor», nos contó ella.
Aquella arrojada jovencita universitaria —llevaba dos años estudiando Comunicación Social en la UASD— con sólo 19 años, en la frontera entre la adolescencia tardía y la adultez, se convirtió en una especie de romántica brigadista de la revolución en las calles y en los campos de la patria del gran Rubén Darío. En ella estaba simbolizado el espíritu de solidaridad latinoamericanista del pueblo dominicano.
Sí, era fácil pronosticar la cima a la que habría de escalar Aralís si se lograba entender que en lo más profundo de su ser encendida estaba ya la llama que sólo arde en los espíritus indomables que no transigen ni con sus sueños, ni con los principios que les sirven de fundamento a su visión de la vida y de las cosas.
De la profesional
Aralís se ha expandido, ha puesto de manifiesto su capacidad para diversificarse sin perder el control, con la mira puesta siempre en las metas trazadas, como alguien consciente de lo que anhela, de lo que busca.
Haciendo una lectura de lo que ha sido su trayectoria profesional podemos comprobar, quizá con asombro, cómo esta aparentemente frágil mujer ha logrado recorrer tantos senderos sorteando obstáculos y quizá derrumbando augurios negativos de esos que siempre rondan a todo aquel que exhibe un estilo propio, un modo distinto de ver la vida.
Tener luz propia, ser uno mismo, es algo que no siempre recibe el beneficio de la comprensión o la aceptación del público que nos observa. Aralís lo sabe. Pero ella siempre ha estado consciente de esa innegable realidad existencial y comenzó a entender temprano, porque temprano la madurez comenzó a asomarse a ella, que lo más relevante es tener fe en uno mismo, creer en uno mismo y avanzar. Y eso ha hecho Aralís: ¡avanzar!
Quizá, sin darse cuenta, de un modo inconsciente tal vez, Aralís escuchó el consejo del Maestro de América Pedro Henríquez Ureña: «No es ilusión la utopía, sino el creer que los ideales se realizan sobre la tierra sin esfuerzo y sin sacrificio. ¡Hay que trabajar!». Y eso ha hecho ella: ha avanzado trabajando duro, con persistencia, sin desmayo. Veamos el resultado de su constante esfuerzo tras su superación profesional, persiguiendo siempre ser mejor persona, con la humildad y la autenticidad como banderas.
Tal como ya señalamos, en Nicaragua Aralís no descuidó sus estudios universitarios: su crecimiento profesional corría en paralelo al de su ejemplar labor socio-política, de solidaridad con el hermano pueblo nicaragüense, siguiendo los pasos del hijo de Masaya, del General de Hombres Libres, de Augusto César Sandino. He ahí a una mujer de armas a tomar.
Luego de aquella enriquecedora jornada revolucionaria en Nicaragua, Aralís retorna a su patria, reanudando sus estudios universitarios hasta graduarse de Licencianda en Comunicación Social por la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Su primera experiencia profesional en ese campo es el vespertino El Caribe; después, en el matutino última Hora y en el Centro de Información y Comunicación (CICOM), donde ella «escribía resúmenes de las noticias internacionales, traducidas de los periódicos americanos y británicos», al decir del periodista Fausto Rosario.
¿Qué seguiría luego en la vida de esta inquieta joven profesional? Su espíritu aventurero la aguijonea y entonces decide marchar nuevamente. Que nos lo diga ella: «Llegué a la Unión Soviética en 1988, en el período de la Perestroika de Gorvachov, y terminé mis estudios de Historia en 1992, cuando estaba Yeltsin; ya había caído el muro de Berlín. Es decir, entré en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y salí de Rusia».
En esa nación de la Europa Oriental, Aralís se graduó en Historia de la Cultura por la prestigiosa Universidad Patricio Lumumba, centro académico que desde 1992, con la creación de la Federación Rusa, recibe el nombre de Universidad Rusa de la Amistad de los Pueblos.
En Moscú Aralís trabajó en la Oficina de Promoción Turística; luego, en la oficina de ese mismo organismo en Alemania, con sede en la ciudad de Fráncfort. En dicho puesto se desempeñó durante unos dos años. Del 2002 al 2006, en esa misma nación, fue Vicecónsul en el Consulado Dominicano en Hamburgo.
Luego fue Consejera Encargada de la Sección Consular de la Embajada Dominicana en el Reino Unido con sede en Londres, donde reside actualmente. Aquí, en la Universidad de Birkbeck hace Aralís su Maestría en Traducción de Inglés-Español en el período 2007-2009.
Sin detenerse, con heroica firmeza, Aralís inicia al año siguiente, en el 2010, un Doctorado en la Universidad de Birmingham, Inglaterra, graduándose en 2015 de Doctora en Filosofía (PhD): ¡otro gran logro académico de ella! Su tesis es una enjundiosa investigación en torno a la literatura dominicana, la cual ha sido editada, en abril del 2016, bajo el sello editorial del Ministerio de Cultura de su país: De Anacaona a Jacques Viau Renaud (Invasiones y resistencia en la literatura dominicana).
De la mujer de letras
Nunca ha habido, en la historia de las letras del Municipio de Jánico, una escritora de mayor relevancia que Aralís Rodríguez. Como su hermano Bernardo Rodríguez, poeta e investigador histórico, ella ha demostrado tener una sensibilidad especial para la creación y también un fino sentido para la escogencia de sus temas objeto de estudio, asumiendo ese quehacer de la investigación con rigor metodológico y pulcritud académica.
Amante de la literatura y apasionada lectora, Aralís ha entendido lo trascendente que es, para todo creador literario, ser poseedor de una sólida cultura, especialmente dentro del género narrativo: por eso su dominio de varios idiomas, su afán por conocer nuevos escenarios y acumular saberes. Es una devoradora de experiencias nuevas porque entiende que son enriquecedoras, sobre todo, para quien escribe ficción y crea personajes, imaginarios mundos, extraterrestres o no.
Hasta en el modo de iniciar su incursión en la literatura podemos alcanzar a ver su singularidad: comienza publicando una novela, no poesía, género éste en el que casi todo literato dominicano se estrena en el mundo de las letras. Mara, publicada en Sevilla (España) en el 2006, es su opera prima, texto cuya historia está ambientada en ese oscuro período de los 12 años de Balaguer, de ingrata recordación: el destierro, la represión, la nostalgia del exilio atraviesan la historia contada por Aralís.
Mara está estructurada en ocho capítulos o momentos, cuyos títulos son bastante sugeridores: «I. Está llegando la hora», «II. Llegó la hora», «III. La hora de desaparecer», «IV. La hora del ocaso», «V. Hora de irse», «VI. La hora del encuentro», «VII. La hora de la verdad» y «VIII. La hora final».
Dos años después, en el 2008, Aralís da a la luz pública, editada en la ciudad de Santo Domingo, su segunda novela: El prójimo anónimo, estructurada en 16 capítulos y un epílogo. La historia es contada en primera persona: nos presenta las angustias y preocupaciones de Adrián desde la perspectiva filosófica propia del existencialismo sartreano, conectada esa visión con el psicoanálisis freudiano. «El remordimiento es lo que nos redime. ¿Qué tipo de persona es aquélla que vive sin sentimiento de culpa?», se preguntará Aralís.
En el año 2009 aparece Ciudad mojada, una singular colección de cuentos y relatos de la autoría de cinco amigos: dos hombres y tres mujeres (Aralís, Provy Meyer-Guerrero, Magaly Toribio, Eduardo Díaz Guerra y César Namnúm). Los motivos que han impulsado a este formidable clan de la amistad literaria a reunir en un volumen los 20 textos narrativos (4 de cada uno) han quedado plasmados en la contracubierta del libro: «celebrar la amistad y el amor por la literatura. La amistad, la vida, la literatura que se escribe y la que se lee, la que se habla».
Aralís es la líder de ese original proyecto editorial, y sus cuatro piezas narrativas son: «Viernes trece», «La voz que calla», «El hombre que pasaba el puente» y «La muerte». Los motivos que han impulsado a este formidable clan de la amistad literaria a reunir en un volumen los veinte textos narrativos (cuatro de cada uno) han quedado plasmados en la contracubierta del libro: «celebrar la amistad y el amor por la literatura. La amistad, la vida, la literatura que se escribe y la que se lee, la que se habla».
Nos impresionó profundamente el primero de los textos narrativos de Aralís, en el que ella cuenta con destreza las preocupaciones y angustias que azotan el fuero interno del protagonista, producto de una mente cargada de supersticiones a veces risibles, pero dramáticas. Si el martes 13 es el día que preocupa a los supersticiosos de la cultura latina, el viernes 13 es el que asusta a los supersticiosos de la cultura anglosajona. Levy, el único personaje con verdadera actuación en el relato «Viernes trece», es un buen ejemplo de esto último. La superstición más simpática de Levy —y la que nos ha merecido la mayor atención— es la siguiente: «un paraguas que se nos cae de la mano anuncia una decepción en el plano amoroso o en los negocios».
En la literatura universal encontramos muchas historias contadas desde la perspectiva de un perro, pero no ocurre así si concentráramos la búsqueda en la literatura dominicana. Quizá sea el relato «La voz que calla», de Aralís Rodríguez, el primero en la historia de la narrativa breve dominicana. Vaya este planteamiento nuestro a modo de hipótesis, como una tarea pendiente a investigar.
Justin Credible y la Tortuga Carey es una historia infantil escrita en inglés por Aralís en colaboración con su hija Mariela Rodríguez: Justin Creíble es un chico normal que vive en Londres con su gran perro-peluche danés al que el pequeño amo ha bautizado con el nombre de Pain, su juguete predilecto. Justin simboliza la curiosidad y Pain, el valor; ambos son los personajes de las aventuras contadas, en tierna armonía, por la madre (Aralís) y la hija (Mariela). La obra fue publicada en el mes de enero de 2016.
De Anacaona a Jacques Viau Renaud (Invasiones y resistencia en la literatura dominicana) es una valiosa obra, su tesis del doctorado editada, que ve la luz pública en 2016, puesta en circulación en el marco de la celebración de la XIX Feria Internacional del Libro de Santo Domingo de ese año. Es el texto con el que Aralís incursiona en el género del ensayo, aunque ya muchos años antes nos deleitaba con su prosa discursiva durante su ejercicio periodístico en los medios dominicanos ya citados.
Justo es destacar que Aralís Rodríguez, a pesar de su vida viajera, nunca ha perdido el contacto con su tierra: siempre está presente aun estando físicamente en la lejanía más remota; siempre en contacto con su gente, con sus amigos más íntimos.
Aralís es una janiquera ejemplar, una extraordinaria mujer, que ha crecido para enaltecer la dominicanidad en el extranjero y para ser orgullo de su terruño enclavado en la serranía, pero, sobre todo, de su amorosa y solidaria familia. Siempre fiel al amor filial, siempre fiel a la amistad. ¡Así es Aralís!