La arquitectura debe de ser la expresión de nuestro tiempo y no un plagio de las culturas pasadas.    Le Corbusier

Repetir los buenos esquemas del pasado es una forma segura, pero poco creativa, de hacer arquitectura . Plantear nuevas soluciones constructivas cuando existen formulas de éxito ya preestablecidas resulta ser una apuesta un tanto aventurera y poco realista.  Colocar bloque sobre bloque  y una mezcla de sujeción, con armadura cada X metros – N veces – resulta ser una constante contrastada y efectiva a la hora de construir.

No somos, ni pretendemos ser, antagonistas de los métodos tradicionales de construcción;  es más, todo cuanto expresamos en el párrafo anterior lo sentimos como propio. Trabajar con lo ya conocido es más fácil que ponerse a inventar; pero ¿estamos avanzando hacia una nueva arquitectura o continuamos en una fase decorativa del movimiento moderno?.

Siendo justos la verdad es que avanzamos, aunque no a la velocidad con se produjeron los cambios en el contexto de la Revolución Industrial. Lo cierto es que avanzamos, pero no hacemos honor a la herencia que nos quedó de aquellos innovadores. Es como la parábola de los talentos, como mucho hemos dado lo confiado a los banqueros  y éstos nos han devuelto algo con intereses cuando lo suyo era duplicar lo recibido.

Si seguimos siendo justos desde luego que los avances tecnológicos se han puesto al servicio de la arquitectura/construcción.  Prácticamente no hay un solo capítulo del quehacer arquitectónico que no tenga algún toque de nueva tecnología. Lo que pasa también es que en ciertos escenarios no salimos del bloque tipo split, del ladrillo tosco o  cara vista y nos esforzamos mucho en hacer renovaciones cosméticas a estos sistemas constructivos.

Una fachada ventilada puede ser mucho más que unos rastreles y unas placas sobre un paramento/cerramiento pétreo o cerámico.  Explorar desde estas soluciones seguras hacia soluciones cada día más innovadoras sería el salto cuántico necesario.

Puede que este ejercicio de reflexión se inscriba en un llover sobre mojado y un descubrir el agua tibia. Los grandes capitales sí que están enterados de las nuevas tecnologías y de hecho las comercializan a escala discreta. Hace tiempo que investigadores del Fraunhofer-Gesellschaft o del Eduardo Torroja hacen ensayos con materiales y técnicas innovadoras, pero éstas no llegan al gran público todavía y no pasan de cuatro o cinco aulas especializadas e inspiradas por algún sabio profesor de arquitectura/ingeniería.

El camino bueno

La casa como máquina para vivir fue lo que nos dejó Le Corbusier. Un habitáculo diseñado para que el ser humano pudiera desarrollar su vida acorde a las demandas de su tiempo. Hoy ese individuo tiene necesidades que se han multiplicado y que necesitan respuestas.

El nuevo arquitecto, el arquitecto de hoy propone no solo la máquina para vivir, propone el edificio que en sus elementos compositivos combine eficiencia energética, consumo de energía casi nulo, generación de energía y huella de carbono cero.

Este arquitecto nuevo propone un ACV (Análisis de Ciclo de Vida) completo de su obra, que garantice no solo la cero contaminación sino también la re- utilización de los componentes a futuro de un edificio que no será eterno ( por cambio de uso, rehabilitación o reconversión)  para la sociedad en la que vivimos.

El espíritu calvinista de Le Corbusier nos da pautas que aún en nuestros días y de cara al futuro son válidas, re-interpretables en cada proyecto y actuales en cada solución.

Dicen que en la casa del herrero los cubiertos suelen ser de madera… Lo asumimos y nosotros también tratamos de aplicarnos el cuento….Estamos seguros de que seremos capaces.

Continuará…